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Más optimismo y más miedo: las paradojas de la opinión en Bogotá

Los bogotanos reprueban la gestión de su alcalde mientras aumenta su orgullo por la ciudad, y se sienten más inseguros que nunca pese a que el número de personas víctimas de delitos se ubica en mínimos históricos

La última encuesta del observatorio de percepción ciudadana Bogotá Cómo Vamos ha arrojado resultados que parecen contradictorios. Aunque los capitalinos muestran inconformidad con su alcalde, Carlos Fernando Galán, con una aprobación que cae al 26%, el orgullo por su ciudad, la sensación de que esta va por buen camino y la percepc...

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La última encuesta del observatorio de percepción ciudadana Bogotá Cómo Vamos ha arrojado resultados que parecen contradictorios. Aunque los capitalinos muestran inconformidad con su alcalde, Carlos Fernando Galán, con una aprobación que cae al 26%, el orgullo por su ciudad, la sensación de que esta va por buen camino y la percepción de que Bogotá es un buen lugar para vivir, aumentaron a un 57%, 48% y 61%, respectivamente. Al mismo tiempo, las personas que dicen sentirse más inseguras es la más alta desde 2008 (62%), pero la proporción de quienes dicen haber sido víctima de un delito se encuentra en su mínimo desde ese mismo año (15%).

Felipe Mariño, director del observatorio de la ciudad, explica que se trata de la ruptura de un patrón. Señala que históricamente la satisfacción con la ciudad, el orgullo y el optimismo estaban relacionados con el desempeño del mandatario y que, en general, el primer año de gobierno venía acompañado de mejores datos en esos indicadores, que luego bajaban conforme avanzaba la administración. Con él concuerda Carlos Moncada, director de Civica, un proyecto de la Universidad Nacional, la Universidad de Los Andes y la Secretaría Distrital de Planeación que evalúa el impacto de las políticas urbanas en la habitabilidad de la ciudad. El académico señala que esa curva responde al “consumo del capital político”: expectativas iniciales que unas veces se cumplen y otras no.

Para Mariño, es difícil determinar con exactitud los motivos por los que los bogotanos han separado sus visiones de la ciudad y del alcalde, pero la estadística indica algunos patrones. Bogotá Cómo Vamos encontró que el optimismo está impulsado por la transformación urbana de la capital y particularmente por la construcción del metro. Mientras en 2022, el 40,6% de los encuestados se declaraba emocionado frente a la megaobra, el dato está en el 58,3%. Moncada coincide y asegura que “hay gran expectativa sobre los cambios que está experimentado la ciudad”. Algo similar ocurre, en general, con el espacio público: entre 2024 y 2025 creció la cifra de quienes aprueban el estado de las vías (8,3% de aumento), los bicicarriles (10,1%), los andenes (12%), y los parques y zonas verdes (11,47%).

La visión sobre Galán, en cambio, tiene que ver con su perfil político y de liderazgo. Felipe Botero, director del departamento de Ciencia Política y Estudios Globales de la Universidad de Los Andes, recuerda que los alcaldes de Bogotá usualmente usan la visibilidad del cargo para posicionarse. “Galán no lo ha hecho”, asegura. Indica que se trata de un líder “poco carismático” y sin mucho protagonismo. “No es una persona que figure en los medios, no se lo ve en los noticieros o siendo parte de los debates”, insiste Botero. Además, señala que la Alcaldía ha descuidado la comunicación pública.

Una separación similar sucede en la percepción de inseguridad. A pesar de la significativa reducción en el número de víctimas de delitos, de un 24% de los encuestados por Bogotá Cómo Vamos el año pasado a un 15% este año, la ciudadanía está más asustada que nunca: el 62% de los bogotanos se siente inseguro en la ciudad y el 43% en su barrio, dos cifras sin precedentes desde que se realiza la encuesta. Todo eso mientras el número de personas que son víctimas de delitos y lo denuncian se ha mantenido: pasó de 46% en 2023, a 43% en 2024 y a 42% en 2025.

La aparente contradicción se debe, según Mariño, a tres factores: el desorden urbano, la ineficiencia de la justicia y las formas de consumo de información. “Encontrarse constantemente con obras, polisombras, iluminación deteriorada, basura y ventas informales en el espacio público, afecta mucho la percepción”, explica. Por su parte, Moncada añade que sentirse seguro en la ciudad tiene que ver con qué tanto se puede caminar por ella: “Bogotá tiene muchos frentes de obra abiertos y eso, sumado a que en general la vida en las grandes ciudades es compleja, limita la movilidad, genera molestia y lleva a la percepción de la que ciudad es más agresiva”.

A eso se suma la sensación de impunidad. El ejemplo más reciente es el asesinato de Jean Claude Bossard la semana pasada, a manos de personas que ya habían sido identificadas como delincuentes e incluso tenían anotaciones judiciales. La repetición de casos similares refuerza la impresión de que “nunca pasa nada”, un sentimiento que, según Mariño y Moncada, tiene que ver con problemas profundos y nacionales, del sistema penal y el pie de fuerza de la ciudad.

Finalmente, la manera en que se informa la ciudadanía, que Mariño explica es a través de redes o de la televisión, tiene un gran peso. “Las redes viralizan el pánico y eso hace que se entienda que la vida acá es así en general”, expresa. Botero, por su parte, apunta que este fenómeno no es exclusivo de Bogotá: el discurso del miedo “vende fácil”, da réditos políticos y se inserta en campañas de desinformación. También operan sesgos cognitivos: un solo caso cercano puede llevar a conclusiones exageradas sobre la situación de toda la ciudad.

Pese a estas tensiones, la encuesta muestra que los bogotanos están construyendo una percepción propia de la ciudad que depende cada vez menos de sus gobernantes. Se trata de una mirada más compleja, en la que conviven optimismo frente a la transformación urbana y preocupación por las condiciones cotidianas.

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