El chavismo se blinda con un fuerte despliegue militar y cierre de las fronteras
Los militares frustran el prometido regreso por tierra o aire del opositor Edmundo González, que asegura estar “muy cerca de Venezuela”
Los puentes que comunican a Colombia con Venezuela volvieron a amanecer bloqueados por pesados contenedores, atravesados por los militares leales al chavismo para impedir el paso. Atrincherado en juramentarse para otros seis años como presidente, así sea de facto, Nicolás Maduro ordenó una vez más, como ya lo ha hecho en el pasado, el cierre de la extensa y porosa frontera entre los dos países con el propósito de blindar este viernes su toma de posesión en Caracas, a unos 800 kilómetros de distancia, considerada ilegítima por un creciente número de países e instituciones.
“Tenemos la información de una conspiración internacional para perturbar la paz de los venezolanos y en especial esta zona de frontera”, informó de madrugada Freddy Bernal, el gobernador del estado Táchira, limítrofe con el departamento colombiano de Norte de Santander, sin mencionar por nombre propio a Edmundo González, que se proponía regresar a Venezuela “por cualquier vía” para su propia juramentación. El líder opositor en el exilio respalda su reclamo con las actas electorales que demuestran su victoria en las elecciones del 28 de julio, cuando dobló en votos al heredero de Hugo Chávez. “Tengan ustedes la seguridad de que tenemos el control absoluto del Estado y garantizaremos bajo cualquier circunstancia la tranquilidad y la paz de todo el pueblo tachirense”, proclamó Bernal.
La Cancillería colombiana confirmó poco después que el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, “de manera unilateral y por razones internas”, le informó que cerraría tanto la frontera con Colombia como su espacio aéreo por 72 horas contadas a partir de las 5.00 de la madrugada del viernes. Reiteró, sin embargo, que del lado colombiano las fronteras permanecerán abiertas, como pudo comprobar EL PAÍS en un recorrido por todos los puentes binacionales que comunican la zona metropolitana de Cúcuta, la principal ciudad sobre la línea limítrofe, con el Táchira.
A las 10.53 de la mañana en Venezuela, una hora menos en Colombia, el momento en que Maduro se proclamó presidente en el Salón Elíptico de la Asamblea Nacional en Caracas, un lugar inusual para la apresurada juramentación, el puente Simón Bolívar, el más tradicional de los cruces fronterizos, se encontraba más desierto que de costumbre, aunque con los comercios y casas de cambio que lo rodean abiertas al público. La Parada, el asentamiento que ha crecido en la boca del puente del lado colombiano, suele ser un hervidero de personas que van y vienen bajo un sol abrasador. Pero no este viernes. Del lado venezolano, el cordón policial de los agentes de la Guardia Nacional Bolivariana, con trajes antidisturbios, cerraba filas detrás de una valla solitaria y solo dejaba pasar al goteo de pacientes que cruzan de manera rutinaria, alguno de ellos en silla de ruedas. “Yo soy paciente renal y tengo mi carnet, solo me pidieron los papeles”, relataba sobre la vetusta estructura Edgar Lozano, de 45 años, camino a Cúcuta para hacerse una diálisis.
Antes del mediodía, los militares ya habían retirado todos los pesados armatostes que habían desplegado de madrugada en los puentes. Las trochas, los senderos irregulares que unen los dos países, también estaban solitarios. En los puentes Atanasio Girardot y Francisco de Paula Santander, aún más desiertos, ni siquiera había cordones policiales, solo vallas.
“Edmundo vendrá a Venezuela a juramentarse como presidente constitucional de Venezuela en el momento correcto, cuando las condiciones sean las adecuadas”, declaró ya en la tarde María Corina Machado, la inhabilitada líder opositora a la que relevó, en un esperado mensaje que, en principio, despejaba las especulaciones sobre su llegada a la frontera. También el colombiano Andrés Pastrana, parte del grupo de expresidentes latinoamericanos que se ofreció a acompañarlo desde República Dominicana, dijo que el cierre de las fronteras terrestres y del espacio aéreo hicieron “imposible” poder entrar a Venezuela.
Sin embargo, el propio Edmundo González volvió a elevar las expectativas al final de la jornada. “Sigo trabajando las condiciones para mi ingreso a Venezuela y asumir, como lo manda la constitución y me lo ha mandado el pueblo, la Presidencia de la República y la Comandancia en Jefe de la Fuerza Armada Nacional”, declaró en un video publicado en sus redes sociales. “Estoy muy cerca de Venezuela, estoy listo para el ingreso seguro en el momento propicio, haré valer los votos que representan la recuperación de nuestra democracia”, añadió.
Los cruces fronterizos han sido también el embudo de uno de los mayores flujos de personas en el mundo. Casi tres millones de venezolanos se han asentado en Colombia, por mucho el principal país de acogida de la diáspora, empujados por la hiperinflación, la inseguridad o la escasez de alimentos y medicinas en los años que lleva Maduro en el Palacio de Miraflores. A ese flujo se suman ahora centenares de perseguidos políticos que huyen de la represión desatada por el chavismo, entre dirigentes opositores, líderes estudiantiles, defensores de derechos humanos, periodistas o testigos electorales. Muchos han cruzado por estos mismos puentes, antes de internarse en otras ciudades colombianas.
Aunque los observadores temen una nueva oleada, Migración Colombia señaló la víspera que “no se registran saldos migratorios significativos entre ingresos y salidas que pudieran indicar el advenimiento de un flujo masivo de migrantes”, como ha ocurrido en otros momentos de crisis. El esperado repunte del intercambio comercial también queda en el aire a la espera del desenlace poselectoral. El Gobierno de Gustavo Petro ha decidido no reconocer ganador alguno en los comicios venezolanos, pero no piensa tampoco romper las difíciles relaciones diplomáticas que restableció en el arranque de su mandato, después de años de diferencias irreconciliables. Tanto el canciller, Luis Gilberto Murillo, como el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, llegaron de urgencia a Cúcuta este viernes para seguir los acontecimientos en la propia frontera. Por ahora, Maduro seguirá siendo el más incómodo de los vecinos.