Petro planea una remodelación de su Gobierno por su inconformidad con varios ministros

Al presidente colombiano no le está resultando fácil encontrar sustitutos a estas alturas de su mandato

Gustavo Petro durante una ceremonia de las fuerzas armadas colombianas, en Bogotá, en mayo de 2024.Luisa Gonzalez (Reuters)

Gustavo Petro vive días de ebullición. La aprobación de la reforma de las pensiones, que hasta ahora se regían por un sistema que fomentaba la desigualdad en Colombia, no resulta suficiente. El presidente quiere más y cree que no hay tiempo que perder. Le quedan poco más de dos años en el poder y, salvo que logre dejar en su lugar a alguien continuista, el cambio tiene fecha de caducidad. Eso le hace pensar que necesita aplicar transformaciones profundas que sean irreversibles, de tal calado que el próximo jefe de Estado no pueda deshacerlas. Para eso necesita a gente con determinación a su alrededor y cuando ve a los ojos a algunos de sus ministros no la encuentra. Petro se siente inconforme con el desempeño de más de uno, según fuentes cercanas al Gobierno. Ahora que está a punto de llegar a la mitad de su mandato tiene previsto cambiar a cuatro o cinco y así dar un impulso a los 24 meses siguientes, que se prevén convulsos.

Ha descubierto que existe mucha más resistencia a los cambios de la esperada. En Suecia, donde estuvo la semana pasada de visita de Estado, volvió a incidir en que su Gobierno trata de empujar en una dirección, pero las fuerzas opositoras hacen fuerza en la dirección contraria. “El cambio siempre tiene enemigos del cambio. Y los enemigos del cambio son los privilegiados de Colombia, los que no quieren que desaparezcan privilegios, porque el cambio lo que produce es beneficio para quienes nunca han tenido privilegios en Colombia, que es la mayoría del país”, dijo sentado en una butaca, con un jersey con cremallera y una camisa azul que se le asomaba por la solapa. Respondía a las preguntas de una periodista que sostenía un micrófono.

A continuación llegó la picadura de la serpiente. Era el turno de cuestionar a sus ministros: “Tenemos que evaluar los que han podido llevar el cambio más adelante y los que no han podido con quienes no quieren perder los privilegios e impiden que esos cambios se hagan. Vamos a evaluar y de acuerdo a eso habrá cambios en el Gabinete”. “Ya es un momento de descanso para algunos y de oportunidades para otros”, agregó. No dio fecha, pero se habla de principios de julio. Lo que supone que los que en teoría son sus colaboradores más cercanos van a vivir 15 días de angustia, sabedores de que existe la posibilidad de que sean despedidos. Ese desasosiego se transmite a sus asesores y a la vez a los asesores de estos y a todos los que siguen en el escalafón.

Esa forma de tensar a sus ministros también la usaba Álvaro Uribe, que los criticaba en público y los regañaba. Hugo Chávez los despedía en directo en su programa de televisión. Rafael Correa los ninguneaba. Cristina Fernández de Kirchner hablaba de ellos en tono burlón de vez en cuando. “Petro no te hijueputea, pero te levanta la voz”, cuenta una persona que formó parte de su Consejo de Ministros durante el primer año, tiempo en el que recibió duras reprimendas. Ahora los somete a exámenes públicos. Los ministros viven intranquilos, pendientes de lo que publica en Twitter, interpretándolo como se interpreta al Papa: a través de señales y desencriptando su discurso.

Porque la realidad es que no todos ellos tienen un contacto directo y fluido con Petro. Le escriben a Line y tarda en responder o los deja en visto. El canal más eficiente resulta Laura Sarabia, su número dos. Ella no se demora más de unos minutos en contestar y sabe todo lo que quiere el presidente. Es una extensión de él mismo. Ese difícil acceso al presidente y sus exigencias públicas hace que no toda la gente a la que está sondeando acceda a ser parte del Gobierno. Además, algunos hacen cálculos y creen que no les resulta rentable subirse a un barco que no están seguros de que no vaya a impactar contra un iceberg. Petro busca nuevos ministros. En la Casa de Nariño se reciben currículums.

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