Colombia pasa de la serenidad a la crispación

La calma política ha quedado atrás. El pulso contra Petro es cada vez más fuerte y el presidente parece haber optado por una estrategia polarizadora. En esta marejada, vienen nuevas olas en forma de manifestaciones y una reforma de la salud clave para el proyecto de Gobierno

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en Davos, Suiza, el 18 de enero de 2023.Cristian Garavito (Presidencia de Colombia)

Los días de calma política han terminado. E incluso se ven lejanos. Colombia ha entrado en zona tormentosa y los cambios que Gustavo Petro prometió en campaña chocan ahora con tensiones políticas, realidades legales o sociales, una economía en pleno frenazo y una frenética puja por el poder que se concretará en las elecciones locales y regionales de octubre.

Así lo aclaró el propio presidente este sábado, al reaccionar a la decisión de la Procuraduría de suspender al director de la entidad que maneja los bienes embargados a las mafias, debido a que decidió no ejecutar un contrato por du...

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Los días de calma política han terminado. E incluso se ven lejanos. Colombia ha entrado en zona tormentosa y los cambios que Gustavo Petro prometió en campaña chocan ahora con tensiones políticas, realidades legales o sociales, una economía en pleno frenazo y una frenética puja por el poder que se concretará en las elecciones locales y regionales de octubre.

Así lo aclaró el propio presidente este sábado, al reaccionar a la decisión de la Procuraduría de suspender al director de la entidad que maneja los bienes embargados a las mafias, debido a que decidió no ejecutar un contrato por dudas legales sobre el mismo: “¿Qué es lo que estamos viendo ante nosotros solo en este hecho? Es el primer ‘campanazo’, apenas. Es el primer paso que han dado para intentar que no hagamos lo que prometimos en la plaza pública y, por lo cual, 11 millones y medio de poderosos votantes, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, decidieron hacer, que era el cambio en Colombia”.

Es todo un contraste frente al semestre anterior, en el que reinó cierta serenidad gracias a la luna de miel de un nuevo gobierno y unos primeros proyectos que marcaban menos ruptura con los años anteriores. “Están pasando muchas cosas al mismo tiempo”, resume el analista y estratega político Carlos Suárez.

Hasta ahora Petro, con una oposición acéfala y dispersa, habría priorizado el obtener el dinero necesario para apuntalar sus cambios. Lo logró sacando adelante una reforma tributaria ambiciosa en recaudo y con algunos mensajes políticos, pero no revolucionaria. También marcó un norte político con la paz total, un norte conocido en un país en el que todos los Gobiernos de los últimos 40 años han intentado, por diferentes vías y con distintas lógicas, negociar con los llamados actores armados. Fueron meses de relativa serenidad. Eso quedó atrás. “Se ve la tormenta venir”, resume Pablo Lemoine, presidente de la encuestadora Centro Nacional de Consultoría.

Esa tormenta es una tensión latente. El presidente ha anunciado que este lunes presentará su reforma a la salud, la más debatida de las grandes reformas sociales que planea llevar al Congreso este año. También ha convocado a manifestaciones en apoyo de ese proyecto para este martes. La oposición ha hecho lo propio, en rechazo de la reforma, para el miércoles. Son llamados a la movilización social, esa que puso en jaque el Gobierno de Iván Duque, alrededor de un proyecto cuyos detalles no se conocen.

La disputa se da no por unos hechos, sino por la anticipación de lo que viene. Esa sensación de que algo viene la sintetizó el ministro de Justicia, Néstor Osuna, en reciente entrevista con este diario: “Estamos en el inicio de una época de cambios”, dijo. Desde otra orilla, con él coincide el empresario Germán Efromovich: “Sin duda hay bastante inestabilidad, bastantes dudas.”

El ambiente no es positivo. La reciente medición de la encuestadora Datexco para W Radio, la primera gran encuesta de 2023, muestra un país pesimista: el 55% de los encuestados respondió que Colombia va por un mal camino, cuando desde la elección de Petro no había superado el 41%. La cifra no es distante del 66% de encuestados que en diciembre le respondieron a Invamer que creían que las cosas en el país están mejorando. La tendencia, sobre todo, es la misma: tras unos meses de entusiasmo y tranquilidad, el pesimismo se toma el país.

Pero no es un pesimismo inusual. Las cifras son similares a las que han arrojado las encuestas desde 2014, con los Gobiernos de Juan Manuel Santos e Iván Duque. Lo nuevo está más bien en que ese cambio emocional se da cuando el Gobierno empieza a concretar su agenda de cambio. Eso crea ansiedad, por temores en unos, por esperanzas en otros. Una ansiedad que trae zozobra, incertidumbre.

Así lo explica la periodista María Elvira Samper: “Hubo más crispación en tiempos del Gobierno de Juan Manuel Santos y el plebiscito por la paz, en parte porque había una oposición organizada. Veo más bien una sensación de confusión, de incertidumbre”.

Conocer el texto de la reforma a la salud será, quizá, un primer paso para decantar las dudas hacia el entusiasmo o el rechazo. El tamaño y fuerza de las marchas de esta semana también, y más en la medida en que el presidente refuerza su llamado a las calles. “Este martes los espero en el balcón del palacio de Nariño y en todas las plazas públicas del país. Vamos con toda por el cambio de Colombia en favor del pueblo colombiano”, convocó Petro este sábado vía Twitter, su medio predilecto y cotidiano de comunicación. Incluso, como dice Samper, el debate del Plan Nacional de Desarrollo en el Congreso dará pistas, sobre todo en términos políticos. Pero es improbable que la zozobra pase tan pronto.

De un lado, la incertidumbre económica se mantiene. La inflación no cede, las alzas en las tasas de interés también. Las previsiones de un crecimiento casi nulo este año, que se repiten del Banco de la República a la Ocde, hacen prever que la incertidumbre por el futuro cercano seguirá allí.

De otro, las polémicas y disputas políticas se mantienen. Aunque el presidente Gustavo Petro y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, hayan acordado restablecer las mesas de trabajo para definir el futuro del metro de Bogotá, sigue en vilo el futuro de una obra que toca en el corazón la autoestima y la posibilidad de mejorar la movilidad de los bogotanos.

Asimismo, aunque las tensiones internas entre miembros del Gabinete hayan amainado, siguen en el aire asuntos sensibles que las han alimentado. Entre ellas están la definición de las tarifas de la energía, los fondos para comprar tierras para la reforma agraria, la concreción delos puntos debatidos de la reforma a la salud o la definición sobre el futuro de la exploración de hidrocarburos. Y, sobre todo, los políticos están empezando a preparar las campañas para las elecciones de octubre.

Para eso puede ser útil la sensación de zozobra, como explicó Diana Calderón en su videoblog de la semana pasada. La directora de Hora 20 encuentra, detrás de la sensación de caos, una estrategia del Gobierno: polarizar como un cálculo político para lograr sus metas en las elecciones locales de octubre. En esa lectura coincide el estratega y analista político Carlos Suárez: “Ponernos a hablar de despenalizar el incesto mientras se piden facultades extraordinarias para el presidente en el Plan de Desarrollo es una estrategia clara para agitar emociones y sentimientos”, explica.

Para Suárez y para Calderón, el trasfondo es el electoral, a corto plazo por las votaciones de octubre y, detrás de ello, a largo plazo con la construcción de una estructura política aliada a Petro en los poderes locales y departamentales. Así lo presenta el estratega: “Petro necesita es conservar el poder. Para ello debe ganar las elecciones regionales porque allí, en las regiones, su revolución aún no ha triunfado del todo. Por eso gradúa a Claudia de contradictora y agita Bogotá; en Medellín, el alcalde Quintero hace lo propio; en Cali están buscando a quién montar; en Barranquilla buscan derrotar a los Char judicialmente y en narrativas”, dice.

Lo difícil es definir cómo hacer eso y a la vez sacar adelante las reformas, analiza Samper: necesita a la vez mantener una amplia coalición legislativa, y enfrentarse con buena parte de esos aliados en sus fortines locales. Ser rival y amigo a la vez. “Petro tiene que sopesar muy bien cómo hacer que la coalición en el Congreso no se le reviente”, dice, en referencia a las peleas internas en partidos aliados del Gobierno, como el conservador y el verde. “Hay una disyuntiva entre eso y los intereses electorales de Petro y sus aliados legislativos”.

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