Termina la travesía de los indígenas en el Parque Nacional de Bogotá
EL PAÍS documentó la vida dentro del campamento de las más de 2.000 personas de 15 pueblos originarios que durante ocho meses vivieron a la intemperie
En el Parque Nacional de Bogotá solo quedan los rastros de lo que fue una de las tomas más emblemáticas de la ciudad en los últimos años. Más de 2.000 indígenas de distintas comunidades han abandonado este viernes de forma definitiva el lugar en el que vivieron durante más de ocho meses. La mayoría de las personas fueron trasladadas a un albergue provisional a las afueras de Bogotá y los demás han regresado a sus territorios originarios de los que huyeron por las amenazas y la violencia. El desalojo del parque fue posible gracias a un acuerdo que las comunidades firmaron con el Gobierno distri...
En el Parque Nacional de Bogotá solo quedan los rastros de lo que fue una de las tomas más emblemáticas de la ciudad en los últimos años. Más de 2.000 indígenas de distintas comunidades han abandonado este viernes de forma definitiva el lugar en el que vivieron durante más de ocho meses. La mayoría de las personas fueron trasladadas a un albergue provisional a las afueras de Bogotá y los demás han regresado a sus territorios originarios de los que huyeron por las amenazas y la violencia. El desalojo del parque fue posible gracias a un acuerdo que las comunidades firmaron con el Gobierno distrital. El compromiso incluye un apoyo económico para financiar sus proyectos productivos y alternativas de vivienda acordes con sus prácticas socioculturales.
Dentro del parque vivieron durante estos meses casi 600 niños, hubo tres partos y dos menores fallecieron por problemas cardiorrespiratorios. Los niños y sus familias padecieron hambre y desnutrición. En este tiempo ninguno de ellos pudo ir al colegio. EL PAÍS visitó el parque en varias ocasiones para documentar la vida dentro del campamento. Desde allí, Luz Marina Navarro, líder de la comunidad zenú de 56 años, contó que la comida que llegó al campamento durante estos meses fue de donaciones solidarias y que muchas veces no alcanzó para todos: “Desayunamos casi siempre una libra de arroz, pero a veces no es suficiente”.