La élite política conservadora celebra una fiesta en medio del paro armado en Colombia

La amenaza del Clan del Golfo obligó a poblaciones de 178 municipios a confinarse durante tres días y dejó más de 300 hechos violentos

Laura Camila Sotomayor y Ricardo Pimienta, durante su boda en Montería, Córdoba, el 7 de mayo de 2022.RR SS

Colombia es un país de realidades paralelas. Sobre todo en la guerra. La amenaza del Clan del Golfo que obligó a pueblos enteros a confinarse durante tres días no existió para la élite de una de las ciudades afectadas por la presencia del grupo paramilitar. En Montería, en el departamento de Córdoba, mientras las autoridades le pedían a la población permanecer en sus casas, el sábado en el centro de la ciudad explotaban fuegos artificiales. Era el in...

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Colombia es un país de realidades paralelas. Sobre todo en la guerra. La amenaza del Clan del Golfo que obligó a pueblos enteros a confinarse durante tres días no existió para la élite de una de las ciudades afectadas por la presencia del grupo paramilitar. En Montería, en el departamento de Córdoba, mientras las autoridades le pedían a la población permanecer en sus casas, el sábado en el centro de la ciudad explotaban fuegos artificiales. Era el inicio de la celebración de una boda que se extendió hasta la madrugada y que incluyó un concierto y la participación de figuras reconocidas en la política nacional. El reflejo de un país desigual en una distancia no mayor a seis kilómetros.

En el sur de la ciudad cualquier sonido que se escuchaba asustaba porque podían ser tiros, y a no más de media hora de allí, la fiesta. Las imágenes, subidas por los propios invitados a las redes sociales, han circulado este fin de semana como una señal (una más) de un país que no siente igual la violencia. Al evento, que contó con la presentación del cantante Gusi (exintegrante de Gusi y Beto), hicieron presencia políticos como el líder conservador David Barguil, una figura activa con su apoyo a la campaña presidencial de Fico Gutiérrez y que dos días antes de la fiesta había dicho estar preocupado por la seguridad en la región. “La situación de orden público en Córdoba es alarmante. ¡No podemos estar a merced de los delincuentes. Hay que enfrentarlos con toda la contundencia del Estado!”, escribió en Twitter. Pero a voluntad del Clan del Golfo estaban los otros habitantes, los que sabían que si salían de su casa, corrían el riesgo de no regresar.

La presencia de este grupo armado en la región es mayor al que ejercieron en su momento las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), desmovilizadas en 2006, cuenta una periodista, que prefiere no decir su nombre, para explicar por qué cuando el Clan del Golfo da una orden, todos prefieren obedecer. “Las escenas dentro del Club Campestre –donde se realizó la fiesta– parecen sacadas de otra realidad”, añade la reportera, acostumbrada a encerrarse cada cierto tiempo porque un paro armado como el de estos días no es algo nuevo.

La lista de invitados a la fiesta de Rodrigo Pimienta y Camila Sotomayor, una pareja poco conocida en el país pero cercana a poderosos políticos y empresarios, era larga, y aunque muchos decidieron cancelar la asistencia por miedo a las amenazas del grupo armado, nombres que resuenan en el plano nacional participaron de la celebración cuando la región estaba sitiada. Entre estos, Jorge Rodrigo Tovar, el hijo del exparamilitar Jorge 40, elegido representante de las víctimas en el Congreso. También estuvieron Erasmo Zuleta Bechara (del Partido de la U) y Wadith Manzur (del Partido Conservador), hijo del exsenador Julio Manzur, expulsado por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en su intento por acogerse en medio de un proceso en su contra por haber celebrado convenios políticos con grupos paramilitares.

El Club Campestre, donde se celebró la fiesta, está ubicado en el barrio El Recreo, un sector donde vive la clase dirigente de la región. En el sur, donde la noche del sábado parecía una ciudad fantasma y la gente apenas se atrevía a asomarse en la ventana, vive la población de menos recursos. Es la zona popular y más poblada de la capital de Montería. Un recorrido del diario El Meridiano el mismo día de la fiesta mostraba gran parte del comercio cerrado, poca movilidad, policías patrullando y la Terminal de Transporte prácticamente vacía.

El paro armado del Clan del Golfo dejó al menos seis personas muertas y 180 vehículos atacados, la mayoría incinerados. Según el Ministerio de Defensa, el grupo armado, que se autodenomina como Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), es responsable del asesinato de tres civiles, dos soldados y un policía en hechos registrados durante los tres días de ataques a 11 departamentos del país. Las autoridades han señalado la extradición de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, como el detonante de esta arremetida contra la población civil.

Todavía nadie entiende cómo se pudo hacer una fiesta en Montería con decenas de invitados en días en que incluso las caravanas escoltadas por el Ejército fueron amenazadas por los hombres del Clan del Golfo. La noche antes de la celebración, el Deportivo Independiente Medellín canceló su viaje a esa ciudad, donde tenía programado un partido de la primera división del fútbol profesional con Jaguares, por considerar que no había garantías. “Entendemos y nos solidarizamos con el país, sobre todo con los habitantes de Córdoba y Montería por la situación que viven actualmente”, señaló el equipo en un comunicado.

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