La crisis del euro
Se acabó, de momento, el tiempo de la propaganda, las medidas irrealizables y los discursos irresponsables trufados de insultos y chistes. Si la crisis que recorre Europa ha tenido un efecto benéfico para alguien, esa es la clase política italiana, que desde ayer parece distinta, menos populista, vaga e infantil y algo más seria.
Todo lo que hace Europa es fruto de la tensión política. La Autoridad Bancaria Europea no es una excepción. Este organismo de nueva creación, cuya misión es acabar con la desconfianza sobre la banca en la mayor crisis del euro, no ha sido ajeno a los intereses de los países.
La falta de acuerdo en Europa sobre cómo proceder ante el segundo plan de rescate a Grecia parece hacer imposible la insinuada cumbre de mañana del Eurogrupo, los 17 países de la moneda única. Herman van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, había dado pábulo a la cita en Madrid y Lisboa al decir que no la excluía.
Ben Bernanke llegó ayer al Capitolio con el plato lleno: un paro persistentemente alto, un crecimiento anémico, el alza de precios afectando al consumo, el déficit disparado, la negociación del techo de la deuda bloqueada y la incertidumbre por Europa. Y eso le ha forzado a ofrecer algo para dejar a todos contentos.