El fin de un bulo
El último eslabón de la teoría de la conspiración -el polémico informe del ácido bórico, empleado hasta la saciedad por el PP y sus medios afines para tratar de vincular a ETA con el 11-M- también se ha derrumbado. Lo desmoronó ayer, como un castillo de naipes, la Sección 15 de la Audiencia de Madrid.
Por fin, el sentido común. Nunca debieron ser juzgados, pero al menos los jueces han sentenciado que el ex comisario general de Policía Científica Miguel Ángel Santano y sus tres subordinados nunca cometieron delito de falsedad al modificar el informe del inefable perito Manuel Escribano que vinculaba a ETA con el 11-M.
La satisfacción era tanta en el Gobierno y en el PSOE tras la absolución de los cuatro policías involucrados en el caso ácido bórico que quisieron proclamarla y comparecer públicamente. Por un lado, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y desde la sede federal de los socialistas, Antonio Hernando, portavoz de Interior de los socialistas.
El juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska ha decidido finalmente sentar en el banquillo a los tres militares enviados por el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, para identificar y repatriar los cadáveres de los 62 militares muertos en el accidente del Yak-42, el 26 de mayo de 2003, en Trabzon (Turquía).
No fue un lapsus. Lo hizo con premeditación. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, rompió ayer el tabú al pronunciar la palabra "crisis", que ha venido eludiendo desde que hace meses empezó la cadena de malos datos económicos. Lo hizo ayer por la noche en una entrevista en Antena 3.
Nunca después de un congreso se había querido transmitir desde la cúpula del PSOE la impresión de que sus resoluciones no serán papel mojado.
Casi todo el público gritaba en contra, pero ellos aplaudían. La nueva alcaldesa de Dénia, Ana Kringe, del PP, cuyo equipo debe ahora redactar el nuevo Plan General de Ordenación Urbana, recibió el lunes, durante la moción de censura que tumbó a la socialista Paqui Viciano, el apoyo explícito de los principales promotores locales.