Escalada militar en Oriente Próximo
Dos cazas israelíes rompieron la barrera del sonido pasada la una y media de la madrugada de ayer, y desde ese momento, los bombardeos impidieron que Beirut pudiera dormir de un tirón. En el sur, en una franja que va desde Tiro hasta la frontera con Israel y desde el Mediterráneo hasta la frontera siria, hace ocho días que nadie duerme y empiezan a escasear los alimentos.
Israel es un torbellino. Amparado por el incondicional respaldo político de Estados Unidos, el Ejército prosigue su despiadada ofensiva sobre Líbano. Sus soldados invadieron ayer la zona fronteriza del sur del país árabe para destrozar las bases de Hezbolá. No fue la incursión fulgurante de la víspera.
El Gobierno de Estados Unidos, atascado en Irak y consumida allí su atención y buena parte de sus recursos, se ha visto sorprendido por la profundidad de la crisis de Oriente Próximo. Antes de intervenir con una iniciativa diplomática clara, si es que la tiene, la Casa Blanca gana tiempo subrayando la responsabilidad de Irán y Siria y dejando que Israel descargue su fuerza sobre Hezbolá.
Los puertos chipriotas de Larnaca y Limasol se han convertido en un portaaviones para los miles de refugiados occidentales que abandonaron apresuradamente Líbano, huyendo de los ataques israelíes.
GUILLERMO ALTARES | Madrid
Un informe de la ONU revela que los asesinatos han crecido un 77% desde enero
Unas 15.000 farmacias permanecieron cerradas ayer durante todo el día en Italia para protestar contra el programa de liberalización económica emprendido por el Gobierno de centro-izquierda del primer ministro, Romano Prodi.
El presidente de México, Vicente Fox, se pronunció ayer en Madrid a favor de que se establezca la segunda vuelta en futuros comicios presidenciales en su país, pues cree que es el mejor mecanismo para asegurar mayorías que permitan acometer medidas importantes para México.
La lista de muertos y heridos sigue subiendo en la zona de Pangandaran, en la isla indonesia de Java, tras el maremoto del pasado lunes. También aumentan las críticas al Gobierno por la falta de previsión para evitar la catástrofe, pese a las medidas anunciadas tras las olas gigantes que devastaron el país en 2004.