Ana Martínez, la latina que manda sobre las estrellas del Paseo de la Fama de Hollywood

Hija de mexicana y peruano, la vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Hollywood, la máxima autoridad en otorgar las célebres estrellas y también en el cartel de Hollywood, lleva 36 años al frente como productora y responsable de relaciones con los medios

Ana Martínez, productora, responsable de relaciones con los medios y vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Hollywood, en un retrato cedido por ella.A. M.

Caminar con Ana Martínez por el Paseo de la Fama, el corazón de Hollywood y el punto más visitado de la ciudad de Los Ángeles, es una experiencia reveladora. Con ella las estrellas de terrazo en gris y rosa de borde dorado se ven con otros ojos, básicamente porque ella las ha seleccionado y colocado allí. No con sus manos, pero sí con su trabajo, el que lleva haciendo desde hace 36 añ...

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Caminar con Ana Martínez por el Paseo de la Fama, el corazón de Hollywood y el punto más visitado de la ciudad de Los Ángeles, es una experiencia reveladora. Con ella las estrellas de terrazo en gris y rosa de borde dorado se ven con otros ojos, básicamente porque ella las ha seleccionado y colocado allí. No con sus manos, pero sí con su trabajo, el que lleva haciendo desde hace 36 años como productora, responsable de relaciones con los medios y vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Hollywood, la máxima autoridad en otorgar esos símbolos, los más reconocibles de la ciudad de las estrellas. Con permiso del cartel del Hollywood, claro. Pero sin envidias: la Cámara, y por tanto Martínez, también son los responsables de las nueve célebres letras blancas sobre las colinas. Ella, angelina, hija de mexicana (a su vez hija de gaditana) y peruano, que empezó como secretaria en la Cámara, es ahora quien responde el teléfono a las estrellas que buscan su propia estrella.

Martínez tiene un trabajo que ama y del que, a sus 62 años y con casi 40 en el mundo del entretenimiento, no pretende bajarse en, al menos, los próximos cinco. Entusiasmo y energía no le faltan, pero si tiene que poner una pega, asegura: “Te consume. Son 24 horas al día...”. Porque ella es quien recibe las más de 200 solicitudes anuales (precisamente en esta época del año, primavera, es cuando abren la veda), las gestiona, acumula la documentación y las presenta ante el presidente y CEO y también ante los más de 40 miembros de la Cámara de Comercio, que votan si el candidato merece o no la estrella. Cada año se conceden alrededor de 30, lo que supone una treintena de ceremonias anuales en pleno Hollywood Boulevard, una de las calles más agitadas de la ciudad. Es ella quien se encarga de organizarlas, de comprobar que la estrella sea la correcta, que la policía esté preparada, la prensa convocada, los padrinos en su sitio y los fans enloqueciendo.

Es Martínez la que desvela muchos secretos de las estrellas pero también reconoce, con una sonrisa cansada, que no puede hacer mucho más al respecto de quiénes tienen su nombre grabado en oro en el Paseo y quiénes no. Lo explica —en el perfecto spanglish que domina en la ciudad, mezclando frases y palabras de una manera, aunque parezca increíble, completamente entendible— contando cómo funciona el proceso. Primero, el famoso en cuestión tiene que ser propuesto. Puede hacerlo cualquiera: un club de fans, un amigo, uno de sus mánagers, quien sea. A menudo es la propia Martínez quien llama a sus agentes o se reúne con los grandes estudios para ofrecerles la nominación. Solo hay que hacerlo a través de un formulario oficial y pagar 250 dólares. Eso sí: él o ella tienen que aceptar. “Es la llamada Springsteen Policy, efectivamente”, ríe Martínez. Sí, viene de Bruce Springsteen: fue la primera persona que, ya nominada y en pleno proceso de aceptación, alzó la voz y se negó a recibir la estrella. De ahí que ahora se necesite la aprobación previa de la celebridad.

Ana Martínez, vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Hollywood, junto a Scarlett Johansson mientras la actriz recibe su estrella en el Paseo de la Fama, en mayo de 2012.Hollywood Chamber of Commerce

“No sé por qué no la quiso”, reconoce la responsable de la Cámara de Comercio. “Como Clint Eastwood, o Julia Roberts...”. ¿Roberts, la novia de América, no tiene una estrella entre las más de 2.700 del Paseo de la Fama? Pues no, se iniciaron los trámites... pero todo se quedó por el camino, reconoce Martínez, a quien le encantaría dársela en persona y que ya tiene muy claro dónde sería: “Le estoy guardando el único hueco que queda en el Teatro Chino”, desvela. Eso, si acepta. Ella estaría en la categoría de Cine, pero hay cinco más: Televisión, Música, Radio y Actuación en Directo, además de una nueva: Entretenimiento Deportivo.

Después de la nominación y una vez seleccionadas, ahora sí, es cuando tienen que pagar una tasa. Son 75.000 dólares que suelen ser asumidos por las discográficas, los estudios de películas, las plataformas de streaming... “Ese dinero suele ir a un trust, un fondo, para reparar y mejorar las propias estrellas”, cuenta Martínez. Con ello también se pagan los costes de la propia ceremonia. Es Martínez quien escoge dónde se instalará la estrella (por ejemplo, cuando hay parejas sentimentales les gusta que estén juntas, como Penélope Cruz y Javier Bardem, ambos en la puerta del teatro El Capitán), en qué zona exacta se colocará y el día de la ceremonia, que tendrá lugar a las 11.30 de la mañana. Cada una de ellas tarda entre dos y tres meses en prepararse, y hay meses en los que la vicepresidenta ha llegado a tener hasta cuatro, una a la semana. Todas son retransmitidas en directo; las últimas, las de Lenny Kravitz, Gwen Stefani, Dr. Dre o Marc Anthony, entre otros. Todos ellos son acompañados por padrinos de excepción, desde sus hijos hasta otros artistas.

Ana Martínez charla con Javier Bardem en la ceremonia de inauguración de la estrella del actor español en el Paseo de la Fama, en noviembre de 2012.Hollywood Chamber of Commerce

“Es un evento que atrae mucho dinero: hay gente que viaja para ver a sus ídolos, hay vuelos, compras, restaurantes...”, afirma. En noviembre de 1998, Vicente Fernández besó su estrella ante más de 4.000 fans. Martínez lo recuerda perfectamente, y también la sorpresa que le causó ver el Paseo inundado de seguidores que traían su propia música, su comida... Solo la también cantante mexicana Selena Quintanilla rompió el récord del charro, con 4.500 personas en su inauguración en noviembre de 2017, cuando habían pasado 22 años desde su muerte. A partir del segundo año del fallecimiento se puede otorgar una estrella a título póstumo.

Después, la estrella se queda ahí para siempre. No hay que pagar una tasa anual ni nada similar. Por el momento, la Cámara nunca ha retirado ninguna, aunque hay ciertas voces críticas que exigen quitar la de Donald Trump. Ana Martínez se muestra discreta al respecto, pero deja entrever que sería precipitado tomar una decisión así, pese a que hay grupos de presión por parte de la ciudad de Los Ángeles, que tiene mucho poder, que lo llevan pidiendo algunos años. De hecho, el ayuntamiento es uno de los principales interlocutores de la Cámara de Comercio. Tienen responsabilidades compartidas, como en cuanto a la limpieza o a dónde colocar las estrellas, por ejemplo: se evita que pasen por paradas de autobús, por ejemplo. El cartel de Hollywood es también compartido. Cuenta Martínez que está muy protegido y que es difícil hacer eventos o intervenciones en él, que solo lo mantienen al día y lo pintan cada tanto de blanco. Con la nueva alcaldesa, Karen Bass, la protección es aun mayor. Como ejemplo: no se puede llegar caminando hasta él, y ni siquiera se puede iluminar por las noches, algo de lo que se sorprenden muchos turistas. Los vecinos de esos barrios tienen miedo de que las calles se saturen o de sufrir incendios o accidentes y que los servicios de emergencia no puedan acceder.

Ana Martínez, vicepresidenta de la Cámara de Comercio de Hollywood, en el Paseo de la Fama, en abril de 2024.M. P.

A sus 62 años poco queda de aquella proverbial timidez que en sus inicios acosaba a Martínez, cuyos comienzos fueron trabajando en McDonalds y tiendas de ropa para pasar por una beca en televisión, en El Precio Justo. Después vio un anuncio en Variety por el que buscaban recepcionista en la Cámara. “Era muy tímida, acababa de salir de la universidad. Dos años después la anterior productora se fue y me propusieron postularme al puesto... Pensé que no, pero mira...”, comenta, aun sorprendida por los avatares de la vida, que la hacen cruzarse cada 10 días con algunos de los personajes más famosos del mundo y convertirse en una de las mujeres y de las latinas más poderosas de la industria del entretenimiento global. Ella, que durante años no ha querido ni tener una asistente (”he tenido una chica trabajando a tiempo parcial dos años... la tecnología me cuesta”, reconoce) y que reconoce que a sus hijas, hoy veinteañeras, les daba cierta vergüenza explicar ante sus amigas a qué se dedicaba su madre, sigue soñando con estrellas. ¿Quién le gustaría que la tuviera? “Adele”, suelta sin dudar. “Y Taylor Swift, también”. Y Julia Roberts, por favor.

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