Los hispanos de Florida, ante la legalización del porte abierto de armas: “Parece el lejano Oeste”
A finales de septiembre, el Estado comenzó a permitir que las personas carguen fusiles en público
Cuando Osvaldo Pérez, un cubano retirado que vive en Miami desde niño, vio a un hombre bajarse de un auto con una pistola en la cintura cerca de su apartamento en Miami Beach, se sobresaltó. “Parecía que estaba en el lejano Oeste”, cuenta Pérez, de 67 años. Él se enteró por un vecino a quien contó lo sucedido que, desde finales del mes pasado, en Florida se permite el porte de armas a la vista en plena calle. En el Estado ya estaba permitido portar armas mientras se mantuvieran dentro del carro o en otro sitio fuera de la vista pública, pero un tribunal declaró inconstitucional un fallo de 1987 que prohibía el porte abierto, y ahora se puede andar con pistolas en la cintura o fusiles y metralletas al hombro, salvo en lugares donde esté expresamente prohibido, como negocios o propiedades privadas que deciden si lo permiten o no.
La práctica ya era legal en otros 46 Estados del país. Pero en el sur de Florida, donde viven importantes diásporas de países latinoamericanos, portar armas en público —salvo por parte de la policía— se asocia con el crimen, las pandillas o grupos paramilitares. Por eso ha generado una especial controversia, incluso entre quienes apoyan el derecho a la tenencia de armas que establece la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense.
“Es cuestión de la cultura nuestra, porque no hemos sido expuestos a la tenencia o el porte de armas. La cultura americana es diferente”, dice Sigfrido Varela, un dominicano de 55 años radicado en Miami hace más de dos décadas que trabaja como instructor de armas de fuego. “En Florida, tenemos mucha población de diferentes países latinoamericanos, donde típicamente solo las personas que tienen alguna relación con la policía o las fuerzas armadas” andan con armas a la vista. En República Dominicana, por ejemplo, andar con un arma así expuesta sería un shock”, apunta.
En Miami, en las últimas semanas las imágenes en redes sociales de personas en moto con un fusil a la espalda, o en bicicleta con una metralleta al hombro —o la noticia de que una popular cadena de supermercados local permitiría entrar con armas a la vista en sus establecimientos— han generado un intenso debate.
Ileana Álvarez, una cubana de 62 años residente de Fort Myers, en la costa oeste de la península, dice que le parece “una locura” que las personas anden por la calle portando armas porque “a cualquiera se le escapa un tiro”. La mujer, que vive en el sur de Florida hace 25 años, hace énfasis en que en un país “donde hay muertes en los colegios y tanta violencia con armas, es más peligroso todavía”.
Esa es la opinión que encontró Kelly Drane, directora de investigaciones de Giffords, una organización enfocada en la prevención de la violencia con armas, en un estudio sobre cómo perciben los hispanos residentes de Florida la violencia armada, las políticas sobre el uso de armas, y cómo su contexto cultural influye en esas percepciones, a raíz de una ley que aprobó el Estado en 2023 que permite el porte de armas ocultas sin necesidad de tener un permiso.
La investigación, publicada el año pasado, encontró que la violencia con armas es una preocupación “sustancial” entre los hispanos de la región, en particular por la seguridad de la familia y los niños. Los participantes en la muestra, que incluyó personas de Venezuela, Cuba, Colombia y otras diásporas, mostró un rechazo abrumador a la ley de portar armas ocultas sin permiso, y algunos señalaron que en Florida, donde “es algo común sacar un arma durante un altercado”, el hecho de que más personas porten armas genera más intimidación y, a su vez, más violencia.
“Imagino que, para la comunidad hispana en Florida, las preocupaciones que tenían sobre el porte de armas sin permiso se han amplificado ahora con el porte abierto”, dijo Drane.
La mayoría de los encuestados indicó que no hay suficiente información sobre el tema en español, que es el idioma primario en más del 22% de los hogares del Estado y en más del 66% en Miami-Dade. El 26% de los residentes de Florida se identifican como hispanos o latinos, según cifras oficiales.
El tema es polémico incluso entre quienes están a favor del porte de armas. Michael Ferrer, de 30 años, nacido en Miami de padres hispanos, dice que tiene licencia para portar armas desde los 21 y está “completamente en contra” de la ley de porte abierto.
“No me gusta que la gente pueda caminar con fusiles AR-15 colgados del cuerpo, mostrando sus armas al costado de la cadera. Hay muchos tiroteos masivos, hay mucha gente desequilibrada. Miami es una ciudad muy grande donde pasan muchas cosas, puede haber furia al volante. Siento que ahora es más fácil para un criminal cometer un delito, porque ahora se permite que la gente ande por ahí mostrando sus armas”, señaló. “Siento que va a causar más problemas, que va a haber más delitos, que veas a alguien y, automáticamente, pienses: ‘esa persona no anda en nada bueno’”, señala Ferrer.
La policía de Miami-Dade no respondió a preguntas sobre si ha habido algún cambio en los índices de criminalidad desde que se permite el porte abierto de armas. La oficina de Miami de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) tampoco respondió.
Otros creen que es cuestión de acostumbrarse. Varela, el instructor, dice que hay otros Estados con una población de latinos extensa, como Texas, donde se permite el porte abierto, que se han adaptado. “Es una cuestión que tenemos que aprender. En este país eso es así, y no nos compete a nosotros venir de fuera a cambiar”, agrega.
En los 16 años que lleva en el negocio, dice que le ha dado clases de cómo usar un arma a más de 5.000 personas, en su mayoría residentes en el sur de la Florida, incluyendo algunos inmigrantes que llevan poco tiempo en el país. También dice que “no es aconsejable” andar con el arma a la vista porque “en una situación donde temes por tu vida, pierdes el elemento sorpresa”, y que si alguien va a cometer un delito, no va a llevar el arma expuesta. “No tiene sentido”.
Peter Domínguez, propietario de una tienda de armas en el suroeste de Miami, dice que no ha visto a nadie con un arma en la calle, y que las personas publicando en las redes sociales solo están tratando de llamar la atención. “[Hay] muchas personas de países donde han visto casos de violencia y relacionan el arma con la violencia, pero en este país es algo normal en muchos Estados. No tiene nada que ver”, indica.
Según Drane, la investigadora, la posesión de armas entre los inmigrantes puede estar asociada con la asimilación cultural —como adoptar comportamientos de otras personas—, pero también cree que “hay un instinto de protección”.
“Sin alejarnos demasiado de lo que encontramos en el informe, pienso que en un momento en que las personas hispanas se sienten preocupadas por su seguridad por otras razones, como temor a algunas medidas represivas sobre inmigración y a otras formas de perfilamiento racial y prejuicio que están ocurriendo en nuestro país, eso influye”, agregó.