La licencia de conducir para los indocumentados se suma a la falacia sobre el fraude electoral

En más de la mitad de los Estados los migrantes deben decidir entre superar el miedo a ser detenidos por conducir ilegalmente o no acudir a trabajar ni llevar a los niños a la escuela o el médico

Ciudadanos protestan para que un proyecto de ley permita que todos los conductores de Pensilvania obtengan un permiso de conducir independientemente de su situación migratoria, en 2021.SOPA Images (SOPA Images/LightRocket via Gett)

Evitar un supuesto fraude electoral ha sido un discurso recurrente de los republicanos para anular votos que, según ellos, habrían emitido migrantes sin estatus de ciudadanos. A pesar de que es un supuesto que la realidad desmiente, es también una de las razones que esgrimen quienes se oponen a conceder una licencia de conducir a los migrantes indocumentados. En un país donde no existe una tarjeta de identidad federal, este permiso cubre esa función y se acepta para acudir a ejercer el derecho al voto en los Estados que requieren identificación antes de votar. Los defensores del derecho a la licencia para los migrantes argumentan que el supuesto fraude no se cometería porque para votar es obligatorio registrarse, algo reservado solo para los ciudadanos, y los permisos de conducir que se conceden a los indocumentados suelen tener un distintivo que los anula como forma de identificación federal, necesaria también para embarcar a un avión, entrar a un edificio federal o usar en un tribunal.

En general, las licencias para conducir son de dos tipos: las que sirven como identificación real y las que no, como son las reservadas a los migrantes indocumentados. Además, acudir a las urnas y que el migrante se arriesgue a revelar que es un indocumentado no parece una opción muy atractiva. “Nunca se me ocurriría votar. Definitivamente, es un riesgo alto”, afirma Claudia Rosales, directora del Centro de Trabajadores de Pioneer Valley, en Massachusetts.

Salvadoreña de 36 años, Rosales es uno de los migrantes beneficiados por la reciente ley de ese Estado que permite que los indocumentados obtengan una licencia de conducir. Ella llegó al país hace 14 años y el permiso le ha cambiado la vida. “No podía llevar a mis hijos a la escuela, al médico, ir al trabajo. Hubo ocasiones que no fui a trabajar porque tenía miedo de que me quitaran el coche”, recuerda. Dos veces le pasó. Una de ellas viajaba con su bebé cuando la paró la policía y le pidió el permiso de conducir que no tenía. Le quitaron el coche y la dejaron tirada en la carretera con el bebé. Tuvo que pedir ayuda a un amigo para que recuperara el vehículo, tras previo pago de la multa. Y tuvo suerte. Al menos no le preguntaron por su documentación, como le pasó a un conocido que pasó por la misma situación y acabó deportado.

“Cualquier arresto puede acabar en las manos de las agencias migratorias y hemos visto muchísima gente que termina deportada simplemente por conducir sin licencia”, afirma Laura Rotolo, abogada de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) de Massachusetts, quien participó en la defensa para conseguir el derecho en ese Estado, una lucha que llevó 20 años.

Rosales pasó seis años trabajando en el campo y ahora se dedica a ayudar a los migrantes indocumentados como ella, el grupo demográfico más vulnerable y objetivo de la amenaza de una deportación masiva si el candidato republicano Donald Trump sale vencedor de las elecciones.

La etiqueta de “indocumentados”, sin embargo, no es muy rigurosa, pues la mayoría tienen documentos, solo que de otros países que no son Estados Unidos. Para obtener la licencia de conducir deben presentar algún tipo de documentación, como un certificado de nacimiento o un pasaporte de su país y un certificado de residentes, que puede ser un recibo de algún servicio contratado, como la electricidad o el agua.

Rotolo explica que con la concesión del permiso sin importar el estatus migratorio aumenta la seguridad. “Los que tienen licencia han aprobado dos exámenes, uno escrito y uno práctico, conocen las reglas, conocen los símbolos de la calle, las rutas y han comprobado que pueden conducir y que también están en el sistema. Si hay un accidente, la policía los puede identificar”, explica. “Muchos departamentos de la policía lo apoyaron porque para ellos es mucho más conveniente que no estén conduciendo ilegalmente”, añade. Además, pueden contratar un seguro de accidentes, que es obligatorio, pero no se puede obtener sin la licencia. Rosales cuenta que durante seis años se sentó al volante sin el permiso, con un seguro a nombre de un amigo y el miedo a que la detuvieran.

Wisconsin, uno de los siete Estados clave en las elecciones, pertenece al grupo de los que no lo permiten. Erin Barbato, directora del Curso de Justicia para Inmigrantes de la Universidad de Derecho de Wisconsin asegura que con el documento “evitarían el contacto con las autoridades en relación a la licencia de conducir”. “Debido a que el transporte público no está disponible en todo el Estado, muchos inmigrantes indocumentados, especialmente en áreas rurales, deben conducir para llegar a sus lugares de trabajo”, explica. Recientemente, el Gobierno del demócrata Tony Evers pidió conceder las licencias a los inmigrantes indocumentados, un intento que la legislatura estatal, controlada por los republicanos, ha paralizado.

En la actualidad hay 19 Estados más el Distrito de Columbia que tienen una legislación que contempla ese derecho. Las características y requisitos son diferentes entre ellos, pues la reglamentación sobre el permiso de conducir es competencia estatal, y son los gobernados por demócratas los que tienden a apoyarlo.

Tim Walz, entre sus defensores

Uno de sus defensores es precisamente el gobernador de Minnesota y candidato a la vicepresidencia, Tim Walz, que lo aprobó el año pasado en su Estado. “Estoy orgulloso de poder finalmente convertirlo en ley, haciendo que nuestras carreteras sean más seguras y acercándonos a nuestro objetivo de hacer de Minnesota el mejor Estado para formar una familia para todos”, afirmó en esa ocasión.

Otros Estados, que ya contaban con algún tipo de permiso, han suavizado las condiciones para facilitarlo. Desde marzo del próximo año, los migrantes indocumentados que viven en Colorado ya no tendrán que esperar dos años como residentes para solicitarlo, según la ley aprobada en junio. Tampoco será necesario que presente un número de la seguridad social ni que justifiquen haber realizado la declaración de impuestos.

En Illinois, el cambio ha sido para que las licencias de conducir, que desde 2013 se permitían a los indocumentados, sirvan como identificación, equiparándolas con las del resto de los ciudadanos. Con la desaparición del rectángulo morado con la inscripción TVDL (Licencia de conducir temporal para visitantes, por sus siglas en inglés) abrir una cuenta en el banco, por ejemplo, ya no les estará vetado. Además, elimina el estigma de ser “indocumentado”, como dejaba entrever la tarjeta anterior.

Aunque las legislaciones se aprobaron con el objetivo de aumentar la seguridad en las carreteras hay estudios que prueban otros beneficios. Una investigación de la Universidad de Washington en St. Louis muestra que, indirectamente, estas leyes favorecen la salud de las madres inmigrantes y sus bebés. Publicado por el Diario de la Salud y el Comportamiento Social, el estudio reveló que la posibilidad de obtener una licencia de conducir tiene un efecto positivo en el peso de los recién nacidos de madres migrantes mexicanas y centroamericanas, un factor determinante del desarrollo de los niños y de la salud a largo plazo. Asimismo, mostró un descenso en el nacimiento de bebés prematuros entre 2008 y 2021 en los Estados que han aprobado la legislación en comparación con los que no lo han hecho. La tensión y el miedo causados por ser detenidas y, en último caso, deportadas, aumentaba el estrés de las madres hasta provocar el parto prematuro.

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