Retrato de familia… sin Sheinbaum
Hay mucho simbolismo en lo ocurrido. Era la primera ocasión desde octubre en que coincidirían en público la presidenta y el hijo del expresidente, los rostros públicos del bicéfalo liderazgo morenista
Junio de 2023. Claudia Sheinbaum arriba al Consejo Nacional de Morena realizado en medio de la competencia por la candidatura presidencial de ese partido. En la puerta, la precandidata es recibida con gritos de “Piso parejo”, en reclamo por equidad en la contienda.
La escena provoca un intercambio firme entre la todavía entonces jefa de gobierno capitalino y Alfonso Durazo, gobernador y presidente del Consejo Naci...
Junio de 2023. Claudia Sheinbaum arriba al Consejo Nacional de Morena realizado en medio de la competencia por la candidatura presidencial de ese partido. En la puerta, la precandidata es recibida con gritos de “Piso parejo”, en reclamo por equidad en la contienda.
La escena provoca un intercambio firme entre la todavía entonces jefa de gobierno capitalino y Alfonso Durazo, gobernador y presidente del Consejo Nacional de Morena.
Con el dedo índice de la mano derecha en ristre, sin importarle que a su lado están Gerardo Fernández Noroña y Ricardo Monreal, Sheinbaum reclama con estas palabras a Durazo: “Te juro que ya me cansé. Ya me cansé. Nada más me recibieron así. No se vale”.
En unos cuantos segundos la aspirante demostró su carácter y su decisión. Durazo no sabe qué decir, o qué hacer. Aunque entonces hubo quien quiso usar las imágenes para denostar a Claudia por su carácter, dio muestra de que no tolera discriminación ni descortesías.
Ese episodio resurge veinte meses después, cuando ocurre otra descortesía de miembros de Morena con ella, esta más grave, y más visible en todos sentidos: en la zona VIP del Zócalo algunos están más atentos a una selfie grupal que a la presidenta de la República.
El video del suceso, donde dan la espalda a Sheinbaum, se convirtió en la nota de un mitin que fue convocado para honrar a la mandataria.
Pero no es la primera vez. Hay otro antecedente, en el que coinciden algunos protagonistas del domingo en el Zócalo. Y en una fecha que no podría ser más emblemática: la tarde del 1 de octubre pasado, el día del arranque del sexenio.
En esa ocasión, Sheinbaum salió, como el domingo pasado, del Palacio Nacional, acompañada por su esposo. Y también en esa fecha recorrió las vallas repartiendo saludos, recogiendo parabienes. Vestía el blanco atuendo de su día histórico, portaba la banda presidencial.
Un nutrido grupo de mujeres la esperaba en el templete. Iniciaría la ceremonia con una salutación previa al discurso de la nueva presidenta. Día histórico. ¿Quién se quiere perder un segundo de tan marcada fecha? Algunos invitados especiales se dieron ese lujo.
Cuando la presidenta ya era el centro de rituales de representantes de pueblos originarios, por el lado izquierdo del templete, sin disimulo ni prisa, sin cara de pena por estar irrumpiendo en una ceremonia que ya tenía a su protagonista en plena acción, llegó un grupo de morenistas.
Adán Augusto López y Andrés Manuel López Beltrán iban entre esa veintena de integrantes del régimen que no solo llegaron después que ella, sino que se dieron tiempo de, también entonces, tomarse varias selfies, de no conceder a Sheinbaum todo el protagonismo.
En ceremonias con una jefa de Estado, los invitados deben ocupar su sitio antes de que esta arribe. Nadie es más importante. Nadie puede concentrar más miradas. Ahí sí que el protocolo manda que una vez que arriba la máxima autoridad, todos aguardan, muestran respeto.
Hay mucho simbolismo en lo ocurrido. Era la primera ocasión desde octubre en que coincidirían en público la presidenta y el hijo del expresidente, es decir, los rostros públicos del bicéfalo liderazgo morenista.
También estaba entre el grupo que desdeñó a la presidenta el chiapaneco Manuel Velasco, quien torpedeó su iniciativa en contra del nepotismo. Y el senador más identificado con AMLO, Alejandro Esquer. Cerraban la descortesía Monreal y Adán Augusto: ¿hace falta decir algo sobre lo veleidosos de estos liderazgos?
Sí, Claudia arribó al Zócalo y algunas de las personas más visibles del régimen creyeron que ellos podían ponerse en el objetivo de una cámara fotográfica, que el momento era para ellos, que la presidenta no requería su plena atención, su obligada deferencia y menos el registrar cada uno de sus pasos o actos.
La Ciudad de México y otras poblaciones tuvieron en los últimos días carteles pegados con la imagen de la presidenta. Esas invitaciones al mitin del domingo en el Zócalo son hoy afiches que recordarán que mientras gente viajó kilómetros para verla, otros líderes se entretenían en su ego.
La presidenta que cosecha primeras planas en la prensa mundial por la manera en que ha domado al pendenciero de la Casa Blanca no merece, de prominentes miembros de su movimiento, la disciplina que los colegiales muestran cada lunes en los honores a la bandera.
Así se echa a perder un mitin para mostrar unidad en torno a quien, de todas todas, les ganó la partida. Y si así tratan en público a quien tiene el bastón de mando de su movimiento, y la representación de la jefatura de la nación, cómo se referirán a ella en privado.
Lo que se vivió el domingo exhibe que las costuras de Morena en torno a la solidez del liderazgo interno de Claudia Sheinbaum están flojas. Por qué ocurre eso es materia de otra reflexión, lo de hoy, sin embargo, es preguntarse si, como en junio de 2023, la presidenta ya “se cansó” de esa situación, o si la va a seguir tolerando.
La presidenta de la República los exhibió. Falta ver las consecuencias. Porque el poder es una suma cero. Si esos de la foto no corrigen, solo uno de los bandos ganará. Ella. O ellos. En un retrato en familia debe quedar bien claro en torno a quien se agrupan los demás.