El 8M de frente a la primera presidenta en México

Ambas candidatas se valen de la retórica feminista: ¿cómo piensan hacer frente a las luchas que a ellas les permiten hoy contender al máximo puesto de poder en el país?

Una mujer grita arengas en con un megáfono, este viernes 8 de marzo.Toya Sarno Jordan (REUTERS)

Estamos en la antesala de las primeras elecciones que llevarán a una mujer a la Presidencia en México. Es algo histórico, inédito en nuestro país. Algo impensable al comienzo del siglo XX. Sin embargo, las mujeres antes de la Revolución ya se organizaban en contra del gobierno totalitario de Porfirio Díaz. La gran mayoría de ellas eran muy jóvenes ―habían nacido durante la dictadura de Díaz―, y junto a sus compañeros anarquis...

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Estamos en la antesala de las primeras elecciones que llevarán a una mujer a la Presidencia en México. Es algo histórico, inédito en nuestro país. Algo impensable al comienzo del siglo XX. Sin embargo, las mujeres antes de la Revolución ya se organizaban en contra del gobierno totalitario de Porfirio Díaz. La gran mayoría de ellas eran muy jóvenes ―habían nacido durante la dictadura de Díaz―, y junto a sus compañeros anarquistas y revolucionarios, se rebelaron en contra de los abusos de poder del régimen totalitario en el que vivían. Organizaban mítines, redactaban anónimamente en las imprentas clandestinas, hacían pancartas. Se organizaban las mujeres anarquistas, al grado que el Estado hizo una división para ellas en la Cárcel de Belén ―la primera cárcel moderna en México con la que, además, se inauguró el sistema penitenciario― y ellas, las “Mujeres de mala conducta” tenían su propia división allí. Para esas mujeres rebeldes, las mujeres de mala conducta, era inimaginable el sufragio femenino.

Después de la Revolución, con el antecedente del logrado sufragio femenino en Estados Unidos en 1920, el tema se puso sobre la mesa varias décadas antes de que se consiguiera en México. Finalmente, en 1953 fue posible gracias a la incansable lucha dirigida de Elvia Carrillo Puerto para cambiar el decreto en la Constitución que permitió finalmente el derecho al voto de las mujeres. A partir de entonces, muchas de nuestras abuelas y bisabuelas ejercieron el voto por primera vez, entonces sin siquiera soñar que sería posible que algún día pudieran votar por una mujer. Hoy ambas candidatas han sido víctimas de numerosas violencias políticas de género. Vemos varias expresiones de odio en contra de sus cuerpos, en contra de sus formaciones, sus contextos, en contra de sus relaciones y sus respectivos pasados. Ambas conocen de cerca y en primera persona varias de las exigencias por los derechos este 8M. Ahora que arrancaron campaña y vienen los debates presidenciales, es importante conocer sus posturas con relación al aborto, a las políticas públicas en contra de los feminicidios, en contra de las múltiples violencias de género, su apoyo a las madres buscadoras y a favor de la comunidad LGBTIQ+. Ambas candidatas se valen de la retórica feminista: ¿cómo piensan hacer frente a las luchas que a ellas les permiten hoy contender al máximo puesto de poder en el país?

No es poca cosa que en México vayamos a tener una presidenta antes que en Estados Unidos, ese constante referente. Más ahora, que en un contexto más amplio, peligra la derecha en algunas partes del continente. En Estados Unidos estos temas se vulneran especialmente ante el posible regreso de Trump. La línea que los republicanos han sostenido en favor del veto federal al derecho a la interrupción del embarazo supone, además, un desastre en los estados demócratas y aún no es claro el panorama. Se suma el reciente dictamen en Alabama que dice que los embriones congelados son niños. Este fallo judicial pone en un frágil predicamento a los tratamientos de fertilidad en Estados Unidos. Estos son algunos ejemplos de los muchos los peligros que supondría la vuelta de la derecha, pues en este tipo de regímenes abusivos los derechos de las mujeres son siempre los primeros en ser vulnerados. Por ejemplo, el caso de la ultraderecha en Argentina.

El 8M más sensible, el más furioso en el continente, posiblemente sea en Buenos Aires, porque será la primera vez que el Gobierno de Milei tendrá un enfrentamiento político de esta magnitud: la política se hará en las calles por las mujeres. Sobre todo ahora y a pesar del protocolo antimarcha vigente en Argentina. Uno de sus lemas para convocar es “esta vez hay que estar”. Mientras que en México este 8M ocurre en temporada de campañas electorales, la marcha multitudinaria señalará a las candidatas lo importante que es atender las demandas de las mujeres.

En Argentina, la marcha tiene varias capas que la encienden. El 6 de marzo, dos días antes del 8M, Milei dijo en ante un auditorio de estudiantes de bachillerato que para él el aborto es un asesinato agravado por el vínculo y que él mismo puede demostrarlo desde una perspectiva matemática, filosófica y liberal. Al final del 2020 las mujeres argentinas ganaron la ley que aprobó la interrupción voluntaria del embarazo y Milei calificó al Senado como “asesinos de pañuelos verdes”, el emblema de la marea verde que se extendió por toda América Latina como un símbolo unificador que pintará distintas marchas este día. El proyecto de Estado de Milei, con una depresión económica que va por encima del 250% de inflación y que afecta profundamente a los cuidados domésticos sostenidos por mujeres, eliminó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Además de que recientemente, en un desplante delirante como de Dr. Evil, prohibió el lenguaje inclusivo en la Administración Pública ―controlar el lenguaje, una de las fantasías fascistas―, además de haber presentado ya un proyecto de ley para tipificar el aborto como un delito. La protesta en Argentina sentará un precedente de lucha ante los abusos de poder de su actual gobierno. En días recientes ha habido tres asambleas multitudinarias previas al 8M en Buenos Aires en las que se han debatido el comunicado que leerán. ¡A escucharlas!

Esta misma semana, el 4 de marzo, Francia hizo historia elevando a la Constitución el derecho de las mujeres a disponer de sus cuerpos. La acción gozó de un consenso amplio, mucho más allá de las ideologías partidistas, como debería ser en todas partes. El aplauso largo, unánime y muy emotivo, iluminándonos con la pantalla del celular, ante la enmienda en la Constitución para blindar el derecho al aborto, sentó un precedente al resto del mundo. Como lo dijo Mathilde Panot ese día histórico: “Es una promesa para las mujeres que luchan por todo el mundo por el derecho a disponer de su cuerpo en Argentina, en Estados Unidos, en Andorra, en Italia, en Hungría, en Polonia.” Países en los que peligra este derecho básico. El logro “se lo debemos a la libertad de las mujeres”, dijo un líder parlamentario. De este lado del charco, anhelamos un día como esos.

En México probablemente sea el primer 8M de grandes dimensiones después de la pandemia y de frente a la primera presidenta. Las calles están a reventar de jacarandas, los días soleados y los flyers de los diversos contingentes circulan por todas partes. Aquellas mujeres de mala conducta, las mujeres anarquistas que fueron parte del movimiento de rebeldía magonista y que en una enorme pancarta declararon muerta la Constitución que permitía un régimen abusivo y totalitarista, abrieron las puertas grandes a la Revolución y, eventualmente, a la Constitución de 1917, y, si me apuran, a que estas marchas para exigir nuestros derechos sean posibles.

Los tiempos han cambiado y no estaría de más que hicieran enmiendas a la Constitución que nombren ese presente en femenino, por ejemplo, el Capítulo III de la Constitución que contiene todo lo relacionado al Poder Ejecutivo está redactado en masculino ―al ciudadano mexicano, al hijo de padres mexicanos, al hombre― y el lenguaje en la Administración Pública sí importa y también se hace política desde ahí (aunque sea con ejemplos desafortunados, como en el caso de Milei que con un gesto chiquito, como alguien cantándole une mesque perede en le pered, puede desestabilizarlo, ser un gesto político, subversivo y de protesta). Como los tiempos lo demandan, que la redacción contemple también los artículos femeninos que en 1917 parecían imposibles, pero hoy son una realidad. Y en el contexto internacional ―Francia como un ejemplo, Argentina como una llamada de alerta― que ambas candidatas estén atentas a las exigencias de las mujeres en las calles. Así como sus candidaturas amplían el horizonte y hacen más elástica una Constitución soñada por las mujeres de mala conducta, que tengan presente que sus luchas, las de las mujeres de mala conducta, hoy también les permiten aspirar el más alto cargo de decisión que puede tener un país. Que escuchen ahora que por primera vez serán juez y parte, como quien dice.

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