El polémico debate sobre la tarifa del Metro golpea la campaña de Taboada en Ciudad de México

La propuesta de cambiar los precios según la distancia del viaje sirve de combustible para Morena, que les acusa de “clasistas”. Desde el equipo del panista aseguran que no buscan subir el precio, sino beneficiar a los trayectos más cortos

Santiago Taboada en Ciudad de México, el 29 de abril.Victoria Valtierra Ruvalcaba (Cuartoscuro)

Un error de cálculo ha asaltado esta semana a la campaña opositora en Ciudad de México. La alianza del PRI, PAN y PRD se ha metido en un embrollo con uno de los asuntos que más afecta a los capitalinos: el precio del pasaje del Metro. El equipo de la coalición Va por la CDMX presentó una iniciativa en el Congreso local para revisar “sistemáticamente” la tarifa del servicio y con él desató la polémica. En una campaña ajustada, con encuestas que han ido cerrando la brecha entre la puntera, Clara Brugada, y el número dos, Santiago Taboada, Morena aprovechó para sacar la munición. Les acusó de estar preparando una subida de tarifas encubierta, de ser una medida “clasista” e incluso llamó a conferencia de prensa para exprimir el tema. El candidato opositor intentó amortizar el impacto y salió a negar todo con palabras que dejaron más dudas que respuestas. Desde su equipo insisten en descartar la subida. Pero a menos de tres semanas de la elección, el polémico debate amenaza con enquistarse para la campaña del panista.

El proyecto de ley se presentó con el visto bueno de Taboada a inicios de mayo, cerca del aniversario de la tragedia de la Línea 12, que dejó 26 muertos. Buscaba poner el foco en un tema que aún lastima la imagen de la Administración de Morena. El documento pasó desapercibido por varios días, hasta que en el partido guinda encontraron un polémico artículo. “El Sistema revisará sistemáticamente la tarifa por la prestación del servicio de transporte de pasajeros y aplicará tarifas preferenciales, diferenciadas y especiales, considerando las condiciones particulares de grupos específicos de usuarios, así como de la distancia de los viajes”. Decididos a sacar provecho, los miembros de la campaña puntera salieron rápidamente al ataque. Acusaron al panista de impulsar un tarifazo y de “cargarle la mano a los que menos tienen”. Brugada fue la que calificó a su principal rival en la elección de “clasista”.

Un ataúd junto a arreglos florales en un acto conmemorativo a las víctimas del accidente, el 3 de mayo en una estación de la Línea 12.Mario Guzmán (EFE)

El daño estaba hecho. El Metro es un transporte que usan a diario tres millones de personas, principalmente de la clase media y baja. Algunas líneas están diseñadas para conectar las zonas obreras alejadas de la metrópolis con aquellos puntos más neurálgicos. En la ciudad de habla hispana más grande del mundo, miles de trabajadores gastan horas de su día para ir a trabajar y volver a su casa. No es atípico encontrar historias de aquellos que pasan dos o tres horas —si no más— movilizándose para llegar a una oficina en un barrio acomodado del centro. Abrir un debate como este en plena recta final de la campaña es una apuesta arriesgada. Los movimientos del candidatos panista, incluida la rectificación, hacen pensar al menos en un error de cálculo.

Taboada intentó enterrar el asunto con la afirmación de que, de ganar el próximo 2 de junio, la tarifa del Metro no superará los cinco pesos, el precio actual. Pero defendió el boleto diferenciado para aquellos que hagan menos tiempo de viaje en el transporte público. “Lo importante es que quien tenga trayectos más cortos pague menos, me parece que es una buena propuesta”, señaló. Federico Döring, el coordinador de campaña, explica a este periódico que con el fin del boleto impreso, una medida reciente que tomó la Administración actual, se ahorra un dinero que ellos quieren usar en subsidiar a los viajeros locales que vayan a lugares cercanos. Döring ha querido patear la pelota a sus contrincantes, y ha dicho que si la propuesta viniera de Morena, no habría tal escándalo. “Nosotros también tenemos derecho a plantear beneficios para la gente”.

César Cravioto, portavoz de la campaña de Brugada, asegura que Taboada “es un bribón”. “Lo agarramos con las manos en la masa. Ahora resulta que quiere bajar la tarifa y no subirla”, ríe por teléfono. El vocero dice que, si la intención siempre fue reducir el precio del boleto, por qué nunca lo mencionan en la iniciativa presentada. “No hay ni media palabra de exención de pagos”. Del polémico artículo, agrega, le preocupan tres términos: la revisión sistemática, “porque cada día puede subir”; que sea tarifa diferenciada, porque quieren aplicar una especie de “análisis socioeconómico” a la gente; y la distancia de los viajes, porque buscan “cobrarle más a los que viven más lejos”. El político reclama el ataque al “programa social” más grande de Ciudad de México, que es el subsidio al Metro. “Son abusivos, pensaron que la gente no se iba a dar cuenta”.

Hay muchas ciudades en el mundo que tienen tarifas diferenciadas en el transporte por distancia o nivel adquisitivo. Hay otras, como algunas latinoamericanas, que en lugar de perjudicar al que más viaja cada día, lo benefician con mayores descuentos. Pero el debate sobre el precio del viaje toca otro punto sensible. El Metro no solo es el transporte público que eligen cientos de miles de chilangos al día, sino el que necesitan para moverse aquellos también trabajadores que llegan del Estado de México, gobernado actualmente por Morena. Consultado sobre por qué no beneficiar a aquellos viajeros que vienen desde más lejos, Döring responde: “No debería el Gobierno [capitalino] ofrecerle ese apoyo a quienes no viven en la ciudad, no se lo queremos dar a aquellos que no viven aquí”.

El equipo de Taboada no comparte en todo caso que el trasfondo de la polémica sea un error de cálculo. Para ellos, este debate ha sido producto de “las patrañas de Morena”. Una jugada sucia que le hicieron para manchar su imagen, cuando lo único que buscaban era beneficiar a un puñado de usuarios con un boleto más barato. Una estrategia, sin embargo, que nunca anunciaron con bombos y platillos. A pesar de los votos que una iniciativa así podría sumar, y no restar.

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