Manolo Jiménez, el delfín del PRI en Coahuila que se mira en el espejo de Peña Nieto
Joven, apuesto, siempre arreglado, el abanderado de la alianza opositora busca retener el poder en el Estado evocando el recuerdo del expresidente cuando era candidato
Sus contrincantes le llaman “el peñanietito”. El candidato priista a la gubernatura de Coahuila evoca algo de aquel líder del PRI que ganó las presidenciales de 2012. Joven, apuesto, siempre arreglado, con una esposa simpática y carismática. Manolo Jiménez le recuerda a más de uno al Enrique Peña Nieto de hace una década. Muy popular entre las mujeres, principalmente las señoras, el líder de las encuestas para las elecciones en la entidad norteña apuntala sus posibilidades sobre la buena imagen que ha dejado como presidente municipal de Saltillo, entre 2017 y 2021, y el encanto que despierta e...
Sus contrincantes le llaman “el peñanietito”. El candidato priista a la gubernatura de Coahuila evoca algo de aquel líder del PRI que ganó las presidenciales de 2012. Joven, apuesto, siempre arreglado, con una esposa simpática y carismática. Manolo Jiménez le recuerda a más de uno al Enrique Peña Nieto de hace una década. Muy popular entre las mujeres, principalmente las señoras, el líder de las encuestas para las elecciones en la entidad norteña apuntala sus posibilidades sobre la buena imagen que ha dejado como presidente municipal de Saltillo, entre 2017 y 2021, y el encanto que despierta en el público. Con todas las predicciones a su favor, Jiménez buscará el próximo 4 de junio retener el Estado en manos del tricolor, que lleva casi un siglo gobernando la entidad.
Si el PRI fuera un lugar hoy, sería Coahuila. El Estado norteño se ha vuelto el guardián de las victorias y los males del tricolor; y el próximo domingo puede convertirse en su último bastión —junto a la plaza de Durango, conquistada el año pasado— en México. Para conservar la entidad bajo el control de la oposición a Morena, tanto el PRI como al PAN y el PRD, han escogido a Jiménez como abanderado y han montado un esquema de campaña que ya han utilizado en el pasado. Un rostro juvenil que pocas veces se sale del guion, y que es ya conocido por los coahuilenses, porque hasta hace unos meses era el secretario de Inclusión y Desarrollo Social del actual Gobierno estatal, encabezado por Miguel Ángel Riquelme. Como le decían a Peña Nieto hace 10 años, Manolo es ahora el candidato joven para una esperanza vieja.
Tecnócrata de formación, Jiménez tiene un currículum que con una lectura deja claro que no solo apuesta por ser un galán. Estudió en el Tecnológico de Monterrey Ingeniería industrial y en sistemas y una maestría en Administración Pública. De acuerdo con su semblanza, al terminar la universidad realizó diplomados en Estados Unidos y España. A sus 38 años, además de sus cargos en la función pública, ha trabajado en la iniciativa privada, principalmente en el área de la construcción, donde su familia ha consolidado sus negocios y su riqueza. Esto le ha cobrado acusaciones de sus contrincantes durante la campaña, por supuestamente manejar su propio cártel inmobiliario y facilitar permisos de construcción a las empresas familiares.
Jiménez ha sido siempre un personaje cercano a los empresarios, algo que genera simpatía en la base panista que le ha adoptado como candidato. Por eso, su campaña no ha perdido de vista la necesidad de acrecentar la actividad económica en la región, que ahora se centra principalmente en la industria, la agricultura, la ganadería y la minería. Por la frontera que comparte Coahuila con Estados Unidos, su propuesta ha estado enfocada hacia el nearshoring, la ola de relocalización de las empresas que buscan ubicar sus operaciones cerca del territorio estadounidense por unos costos menores a los que tendrían en sus países de origen. “Vamos a traer a Tesla”, prometía hacía unos días el candidato, promoviendo la ilusión con la suerte de su vecino, Nuevo León, que será residencia de una planta de la empresa de Elon Musk. “Sus hijos van a producir coches eléctricos”, auguraba ante la gente en Saltillo.
El eje de su campaña, sin embargo, ha sido la seguridad. Incluso decidió llevarlo como lema en el nombre de la coalición, la Alianza Ciudadana por la Seguridad. El PRI de Riquelme lleva tiempo haciendo promoción bajo la idea de que Coahuila es un Estado “blindado” que no tiene los índices de violencia de sus vecinos Zacatecas, Tamaulipas o Chihuahua. Jiménez ha aprovechado esos números para prometer una política de continuidad, y amenazar con que la llegada de Morena puede significar el aumento de la inseguridad y la entrada de los cárteles. Sus críticos le rebaten con acusaciones de que existe un acuerdo entre delincuencia organizada y el Gobierno estatal que mantiene los crímenes por debajo que otros Estados. Acusan además al PRI de manejar un “cartel de cristal” desde la policía estatal.
Los señalamientos no han mermado la popularidad de Jiménez. Por estos días, en la agenda atascada de eventos que tenía el candidato, todos buscaban sacarse una foto con él. La gente se le lanzaba encima en cuanto le veía y tener un minuto a solas con el priista parecía misión imposible. Acercarse a menos de un metro se presentaba como una batalla con sus seguidores. En cada mitin, hablaba menos de 15 minutos, y luego pasaba una hora y media recorriendo los 20 o 30 metros que alejaban el escenario de su coche. Jiménez se tomaba todo ese tiempo en atender las peticiones de sus votantes, saludarles y sacarse selfies hasta el hartazgo.
Los mítines que organizó el PRI en Coahuila también evocaban el esquema de campaña de Peña Nieto, que luego usaron otros candidatos como Alfredo del Mazo para la gubernatura del Estado de México en 2017 o José Antonio Meade a la presidencia de la República en 2018. Escenarios de 360 grados, una actitud cercana a la gente y discursos muy pensados. En el caso de Jiménez, pasó días repitiendo con argumentos trillados, pero bien estructurados, una serie de propuestas de su equipo de campaña que van desde el blindaje del Estado hasta apoyos a las mujeres o la conformación de consejos ciudadanos que estén involucrados con la operación del Gobierno.
Es la primera vez en la historia que el PRI se presenta en alianza con el PAN en Coahuila. Hasta ahora siempre habían sido los mayores rivales por la gubernatura estatal. Pero la política nacional ha mellado la situación local, y se ha vuelto un factor determinante para las elecciones de 2023. Los comicios estatales se convirtieron en un termómetro de lo que pueda pasar en las urnas el año siguiente. Ante el avance de Morena en el país, los partidos de la oposición federal decidieron aliarse y aupar a Jiménez.
Un indicador del peso que tiene el escenario nacional ha sido la retórica del candidato priista, que casi no se ha detenido en sus oponentes locales. La mayoría de su campaña ha estado pensada en buscar un voto castigo hacia la Administración de Andrés Manuel López Obrador. Unos 15 días antes de las elecciones, Jiménez se rodeaba de deportistas y artistas en un evento donde reprochó “la mentada de madre” del Gobierno federal a chicas de la selección mexicana de nado sincronizado, que después de salir campeonas del mundo reclamaron la falta de apoyos económicos.
Tras finalizar ese mitin, el candidato pasó más de una hora atendiendo a la gente. Grupos de mujeres que habían ido al evento se le lanzaban encima con cartas para darle y celulares para sacarse fotos. Un entusiasmo que Jiménez ha sabido capitalizar adonde ha ido. El retrato del heredero de Peña Nieto podía verse horas antes, en un barrio popular de Saltillo, al que asistió acompañado de un séquito de hombres de camisa blanca y cabello engominado, perfumados con alguna marca europea y perfectamente enfundados en sus jeans. Allí, un grupo de señoras se peleó por sacar a bailar a Manolo una cumbia. Hicieron cola y él, con el ritmo enardecido, rio y bailó hasta que todas las cámaras registraron la escena.
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