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Historia de una ruptura: así se deterioraron las relaciones diplomáticas entre Perú y México

El encono entre las dos naciones, que lanzaron juntas la Alianza del Pacífico, se ha agravado desde el apoyo de López Obrador y Sheinbaum a Pedro Castillo

Guardia policial en la embajade de México en Perú, en Lima, el 3 de noviembre.Foto: Martin Mejia (AP) | Vídeo: EPV

Las relaciones diplomáticas entre Perú y México se deterioraron hasta la ruptura en solo 34 meses tras doscientos años de comunión. Los gobernantes de ambos países se han lanzado dardos públicamente, retirado —y expulsado— a sus embajadores, y se han ausentado —o dejado sin invitación— a citas de envergadura como la toma de posesión de Claudia Sheinbaum o la cumbre Asia Pacífico (APEC) de 2024 realizada en Lima. No existe una postal de cordialidad entre las autoridades de ambos países. Los peruanos necesitan, desde el año pasado, un visado para ingresar a territorio mexicano. Por poco sucede lo mismo a la inversa, pero el Gobierno peruano decidió recular por cuestiones económicas.

La cuerda no ha dejado de tensarse desde que México se convirtió en el gran escudo de Pedro Castillo en la región. El país le otorgó a la esposa e hijos del expresidente el asilo después de que este fuera encarcelado por su autogolpe fallido de diciembre de 2022. Los mandatarios mexicanos, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, no han dejado de clamar por la inocencia de Castillo y de exigir su liberación, incluso al punto de sostener reuniones con sus abogados. A la par, no han cesado sus cuestionamientos a sus homólogos peruanos, a quienes han desconocido.

Ambas naciones, cunas de dos civilizaciones milenarias, se han enfrascado en un conflicto ideológico que la diplomacia no ha sido capaz de enfriar. El Congreso peruano ha declarado persona non grata a López Obrador en mayo de 2023 y a Sheinbaum la tarde de este jueves. Las relaciones diplomáticas, que habían quedado reducidas a encargados de negocio, acaban de romperse esta semana tras un anuncio expreso de la Cancillería peruana.

El 2012 luce lejano. México y Perú impulsaron entonces la creación de la Alianza del Pacífico junto a Chile y Colombia. En 2023 hubo que cederle la presidencia provisional a Chile por el repudio del Ejecutivo de López Obrador al Gobierno de Dina Boluarte. Fue gracias a ese puente diplomático que Perú recibió la presidencia pro-témpore. No habría podido llevarse a cabo de otra manera.

La larga tradición de México de conceder asilos a perseguidos políticos ha sido nuevamente el motivo de ruptura. México otorgó el beneficio a Betssy Chávez, la exprimera ministra de Pedro Castillo, acusada de haber tramado el quiebre democrático. “Los procedimientos legales contra ella han estado llenos de irregularidades”, señaló este martes Pablo Monroy, director general para América Latina de la Cancillería mexicana y embajador mexicano Lima hasta que fue expulsado en 2022.

Este jueves, mientras el Congreso declaraba a Sheinbaum persona non grata, en una de las salas del Poder Judicial entraba en la recta final el juicio de Castillo por su fallido autogolpe. La Fiscalía ha ratificado su acusación, por la que solicita 34 años de cárcel para el exmandatario y 25 años para Betssy Chávez en caso de que se les condene por rebelión. Su pena solo podría reducirse si el juez opta por el delito de conspiración. “Ya vamos a llegar a 80 sesiones sin que el fiscal me diga dónde están las armas”, ironizó Pedro Castillo en la última audiencia. La defensa del expresidente ha sido la misma desde el inicio: el delito de rebelión no existe porque no se consumó. No hubo muertos y nadie se levantó en armas.

Para el Gobierno mexicano, Castillo y Chávez son víctimas de un acoso injusto y de una hostilidad hacia políticos de izquierdas. El Gobierno peruano, en cambio, cree que se trata de una “inaceptable injerencia” que merece la ruptura de las relaciones. Una medida inédita en Torre Tagle, la sede de la cancillería peruana, que no reaccionó así en los años noventa cuando Colombia asiló al expresidente Alan García, ni tampoco cuando Alberto Fujimori se refugió en Japón después de renunciar por fax en el 2000. En los últimos tiempos no elevó la voz cuando la exprimera dama Nadine Heredia se refugió en la embajada de Brasil en Lima, ni tampoco cuando Eliane Karp, también exprimera dama, viajó a Israel para escapar de la justicia.

“El presidente peruano, elegido por nadie, pretende dar lecciones de democracia a México”, ha señalado el diario mexicano La Jornada, simpatizante con el oficialismo. Y es que efectivamente, José Jerí, con apenas semanas en el cargo, es un presidente interino que no resultó victorioso en las urnas. Reemplazó a Dina Boluarte, tras su vacancia, por presidir el Congreso. Ni siquiera obtuvo una curul con el voto popular. Ingresó a la Cámara como suplente.

Acusado de violación sexual a inicios de años, Jerí ha optado por imitar el modo Bukele: se ha mostrado drástico con los presos, visitando penales en camisa blanca y patrullado Lima en helicóptero. Ha intentado conectar con las masas, cargando a divinidades populares como el Señor de los Milagros, vestido con una túnica morada; felicitando a Universitario de Deportes, el último campeón del fútbol peruano, pero sobre todo registrando cada uno de sus pasos en las redes sociales. Si Dina Boluarte eliminó su cuenta de X una vez que asumió el poder, Jerí la usa con frecuencia, respondiendo a sus detractores, pero sin otorgar entrevistas. Un show sin interrupciones que ya cuenta con un manifestante asesinado por la represión.

Plantarse frente al Gobierno mexicano por haber concedido el asilo a Chávez va en sintonía con su accionar. Para el internacionalista Óscar Vidarte, incumplir nuestros compromisos internacionales solo abona al caos. “Hacernos respetar violando el derecho internacional; ser firmes rompiendo relaciones diplomáticas. Así de básicos son algunos de nuestros políticos. Y creen que decir esto es defender a México”, sostiene.

En junio de 2023, Betssy Chávez fue detenida durante una transmisión en vivo en TikTok. Prácticamente guio a la Policía con su transmisión. Aquella vez dijo que la prisión no suponía ningún estigma para ella, porque líderes como Nelson Mandela y José Mujica habían pasado algunas temporadas tras los barrotes. “Si quieren hacerme presidenciable, ya saben adónde mandarme”, retó a sus adversarios. Hoy sigue a la espera del salvoconducto para no ser procesada en el Perú. En tanto, las relaciones entre dos países, catalogados como hermanos, se sigue resquebrajando. La única posibilidad a la vista para resanarse: el cambio de mando que habrá en el país sudamericano en 2026.

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