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El joven encapuchado que llevó la violencia de los foros ‘incels’ al CCH Sur de Ciudad de México

El asesinato de un alumno en la UNAM por un joven de 19 años que compartió ideas extremistas apunta a una imitación de los tiroteos escolares estadounidenses

La violencia dejó en luto esta semana al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la Universidad Nacional Autónoma de México, al sur de la capital. Jesús Israel, un estudiante de 16 años, fue asesinado por un compañero que entró al plantel encapuchado y armado con un cuchillo. En el ataque también resultó herido un trabajador de 65 años que trató de detenerlo. El agresor, identificado como Lex Ashton, de 19 años, no solo dejó una escena de violencia, sino también una serie de publicaciones en las redes sociales donde se describía como un joven atrapado en la soledad y el resentimiento, en foros de incels, conocidos por sus discurso extremistas. Además, Ashton actuó con una conducta similar a la de los tiroteos escolares de Estados Unidos.

Horas antes del ataque, un perfil de Facebook bajo el nombre de Lex Ashton difundió imágenes de un joven encapuchado, con una mascarilla de calavera, sudadera negra con la palabra bloodbath, que se traduce como baño de sangre, y fotografías de cuchillos, gas pimienta y una guadaña. La vestimenta coincide con la que llevaba el atacante en los videos que recorren las redes sociales. La Fiscalía capitalina investiga a Ashton, quien permanece hospitalizado porque se fracturó ambas piernas al lanzarse de un edificio en su intento de escapar.

En una de sus publicaciones, el mismo perfil redactó en inglés: “Escoria como yo tiene la misión de recoger la basura”. Estudiantes del CCH han difundido otro mensaje de la cuenta Lex Ashton dentro de un grupo de Facebook, donde hombres discuten cómo combatir la crisis de la masculinidad ante la supuesta feminización del mundo. Allí, hablaba de quitarse la vida y realizar un acto que llamara la atención pública: “Ya estoy harto de este mundo, nunca en mi vida he recibido el amor de una mujer y la neta me duele, me duele saber que los chads pueden disfrutar de las foids y yo no. Yo ya lo he perdido todo, no tengo trabajo ni familia ni amigos, no tengo motivos para seguir con vida. Pero saben qué, no pienso irme solo, voy a retribuir a todas esas malditas y todos lo van a ver en las noticias”.

Los incels o célibes involuntarios, son comunidades en línea donde los usuarios difunden discursos de odio. En esos espacios, ya conocidos por ser frecuentados por agresores, se utiliza un lenguaje particular. Los chads son hombres atractivos y populares que representan el “éxito” masculino, mientras foids, es un término despectivo para deshumanizar a las mujeres.

El ataque de Ashton, con la publicación y su aparente deseo de cometer un acto que se hiciera conocido, recuerda a los patrones de agresores en tiroteos escolares de Estados Unidos, donde muchos de los atacantes deciden tomar armas y atacar, motivados por el racismo o el machismo que expresan en diversos foros en línea.

Aunque en México no existe el mismo historial de masacres estudiantiles que en Estados Unidos, sí hay algunos antecedentes. En 2017, un estudiante de secundaria en Monterrey disparó contra sus compañeros y una maestra y se suicidó después de haber publicado su plan en el grupo de Facebook Legión Holk. En 2020, otro adolescente de Torreón asesinó a una profesora e hirió a otras seis personas con una pistola. En este y otros planteles de la máxima casa de estudios, se han registrado episodios de violencia entre alumnos y enfrentamientos de grupos porriles, pero no un ataque con estas características.

Carlos Contreras, sociólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana, se refiere como copycat a la conducta de imitar a otros agresores. El experto explica que la adolescencia es una etapa de búsqueda de identidad, y cuando los jóvenes no encuentran soporte en la familia o la escuela, se refugian en grupos que pueden reforzar conductas negativas. “Somos seres sociales, si no hay una red positiva, nos volcamos hacia la que sí nos acepta, aunque sea violenta”, detalla.

Para Contreras, la pandemia agravó los problemas de salud mental en la juventud, y aunque hoy se habla más de la depresión o la ansiedad, el tema se trivaliza en memes. “Parecería que todo el mundo está deprimido o disociado, pero en realidad pocos reciben atención profesional”, explica. Por ello, plantea que México necesita políticas públicas específicas para medir y atender la salud mental de los estudiantes. “Los jóvenes copian los modelos que circulan en medios y redes. Buscan pertenecer, ser reconocidos. Y si los referentes de prestigio social son violentos, ese es el camino que algunos reproducen”, denuncia.

“La UNAM está de luto”, ha dicho esta tarde el rector de la UNAM, Leonardo Lomelí, quien ha dicho estar convencido de que estas actitudes se pueden evitar “si se detecta a tiempo los problemas y se actúa en consecuencia”. Lomelí ha asegurado que la universidad “redoblará esfuerzos” para hacer de los planteles educativos, espacios seguros y libres de violencia.

Más allá de las víctimas directas, los estudiantes quedan marcados por hechos de violencia como el ataque en el CCH Sur, advierte el sociólogo. “La comunidad está lastimada, está dolida, pasmada de lo que sucedió. Aunque no todos los alumnos resulten heridos, sí quedan con una huella emocional. Son efectos de un trauma colectivo”, subraya Contreras.

Contreras rechaza la idea de que los jóvenes inventen una realidad violenta. “No es que normalicen la violencia, es que viven en un entorno donde la violencia es cotidiana. Lo anormal sería que no la asumieran como parte de su día a día”, afirma. El desafío, concluye, no es negar esa realidad, sino transformarla, promoviendo modelos positivos y diseñando políticas que atiendan la salud mental de los estudiantes.

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