Pedro Joaquín Coldwell: “Todos los signos vitales del PRI están a la baja”

El exdirigente del partido confía en que las autoridades electorales anulen la reelección de Alito Moreno, al que critica por sus prácticas “estalinistas” en su intento por purgar a sus críticos

Pedro Joaquín Coldwell, en su despacho en Ciudad de México, en agosto de 2024.Aggi Garduño

Los cambios en la dirección del Partido Revolucionario Institucional (PRI) han provocado una ola de descontento y críticas internas. Alejandro Alito Moreno fue reelecto en la presidencia de la histórica agrupación política, por cuatro años más, agravando la crisis y la resaca que dejó la elección del 2 de junio, que redujo al máximo...

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Los cambios en la dirección del Partido Revolucionario Institucional (PRI) han provocado una ola de descontento y críticas internas. Alejandro Alito Moreno fue reelecto en la presidencia de la histórica agrupación política, por cuatro años más, agravando la crisis y la resaca que dejó la elección del 2 de junio, que redujo al máximo la presencia del partido en el mapa político. Después de ser la fuerza política más poderosa, ahora está en riesgo de desaparecer. Los sucesos que han ocurrido en cadena. “Tienen el sello del estudiante porro que alguna vez fue Alejandro Moreno”, dice Pedro Joaquín Coldwell (Cozumel, 74 años). El exdirigente del PRI (2011-2012) en la época en la que parecía haber una luz al fondo del túnel por el triunfo de Enrique Peña Nieto en la elección presidencial se ha sumado a la pelea para recuperar el partido en el que ha militado por más de 50 años.

El secretario de Energía en el Gobierno de Peña Nieto está dispuesto a dar la última batalla antes de que se recrudezca la crisis. Define las acciones del dirigente de stalinistas. El priista califica de vileza el trato de Alito al veterano Manlio Fabio Beltrones, a quien ha expulsado de la bancada en el Senado. A Coldwell, exgobernador de Quintana Roo, no lo amedrenta las amenazas de expulsión. Por lo pronto los descalificativos de Moreno le sacan más de una sonrisa. Coldwell divide su vida entre su Cozumel natal y la ajetreada Ciudad de México. Recibe a EL PAÍS en la sala de su casa en la capital del país.

Ve un partido moribundo, en extrema gravedad. La única vía que ve es que el Tribunal Electoral declare la ilegalidad de las jugadas de Alito, que accionó al día siguiente de la elección presidencial. “Preparó su reelección”, dice, violando todos los reglamentos, incluida la paridad de género. Urge a restablecer la legalidad en el partido o, de lo contrario, dice, Alito será el sepulturero del PRI.

Pregunta. ¿A que se ha dedicado este tiempo?

Respuesta. A actividades privadas que había descuidado por estar en la vida pública y también me he dedicado a mi familia. Divido mi tiempo entre Ciudad de México y Cozumel, de donde soy originario y donde mi padre me heredó unas empresas familiares que me reclamaban tiempo.

P. ¿Por qué puso distancia del partido?

R. Asistí a algunos eventos del partido pero los expresidentes no tenemos una función específica.

P. ¿Por qué no se fortaleció este bloque de expresidentes que pidieron la renuncia de Moreno?

R. Las acciones legales que se emprendieron no fueron resueltas, aunado a la agresividad del presidente un grupo de políticos importantes optaron por renunciar al partido. Otro factor fueron las elecciones. Consideramos que la prioridad era la candidata de la coalición y nuestros candidatos. Eran tiempos para estar en la elección y no para la discusión y la deliberación al interior del partido. No nos rendimos, hicimos una pausa.

P. ¿Confiaron en la palabra de Moreno de que no buscaría la reelección?

R. Había un gran escepticismo respecto. Más que aceptarlo, vino el proceso electoral. Considerábamos que si nos dedicábamos a combatir a la dirigencia nacional en medio de un proceso electoral estaríamos perjudicando los resultados electorales.

P. ¿Advirtieron la intención del dirigente de buscar su reelección o por qué lo comprometieron?

R. Se advertía la intención. No le creímos que se iba en agosto de 2023, sabíamos que quería quedarse al proceso electoral. Hacer negociaciones, incluir a sus incondicionales en las listas plurinominales del Congreso, en los congresos estatales y las otras candidaturas. Pensábamos que buscaría ser el líder de la bancada y dejar a un incondicional en la presidencia del partido. Pero me llevé una sorpresa, no tiene ninguna inhibición democrática. Modificó los estatutos de manera arbitraria e ilegal para reelegirse y dejó la puerta abierta para dos periodos más. Sus instintos autocráticos fueron mayores de lo que calculé.

P. ¿Cuál es su diagnóstico del partido?

R. Si comparara al PRI con una persona viva, diría que todos sus signos vitales están a la baja y está en una situación de extrema gravedad. Pasó de 22 gubernaturas a dos. Hay una deserción muy importante de militantes que la dirigencia trata de encubrir con expulsiones. Cada día es un partido menos atractivo para los jóvenes, ha cerrado las puertas a otras corrientes para poner el partido en manos de una sola persona. Es un agandalle del PRI. Se va a volver un partido de pequeños caciques diseminados por el país y un cacique mayor, el dirigente nacional. Los jóvenes buscarán otras opciones, las puertas del PRI se cerraron.

P. ¿Se siente responsable del descrédito del partido, incluso de las derrotas electorales?

R. Ese saco no me lo pongo. Cuando fui presidente del CEN ganamos con un trabajo de equipo, de inclusión. Es absurdo que le eche la culpa a otros, lleva cinco años dirigiendo, tiene toda la responsabilidad de los resultados electorales. Si tuviera un poco de ética democrática hubiera renunciado al día siguiente de la elección.

P. ¿Qué futuro tiene el PRI en caso de que las autoridades electorales validen la reelección?

R. Sería extremadamente grave. Las leyes ad hominem pervierten la democracia, la degradan. La ratificación de los estatutos, de la asamblea sería un golpe mortal para el PRI, también para la democracia mexicana. En este país al que le costó tanto tiempo y trabajo construir instituciones democráticas, en este momento crucial no se salvaguarden los principios democráticos.

P. ¿Hay dilación de las autoridades electorales?

R. Me resultó inexplicable la actitud de la presidenta de la sala superior del Tribunal Electoral [Mónica Soto] de rasurar la ponencia del magistrado Reyes Rodríguez. Da la impresión de que tres magistrados apostaron no por la justicia, no por la apertura democrática, sino por el congelamiento del caso.

P. ¿Por qué no encararon a Alito en la asamblea del partido?

R. Porque la asamblea es ilegal. Nuestra presencia hubiera convalidado esta ilegalidad, nos hubiéramos hecho cómplices de su juego tenebroso. El 3 de junio ya se habían recibido en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) solicitudes inducidas por la propia dirigencia nacional pidiendo la asamblea. Veo un PRI que más que por las elecciones del 2 de junio la dirigencia estaba preparando su reelección. Hacer una asamblea nacional es muy compleja, implicó tiempo de preparación.

P. ¿A qué atribuye el apoyo que le dan a Alito priistas cercanos a ustedes como Rubén Moreira, Carolina Viggiano o Manuel Añorve?

R. Habría que preguntárselo a ellos. Yo le haría una pregunta a Carolina [Viggiano], de quien tengo una buena impresión. Cómo es que aceptó ser secretaria general cuando una de las violaciones importantes que se han cometido es al principio de paridad de género. La alternancia entre mujer y varón. Moreno había cumplido un período y un año de prórroga, le corresponde ahora a una mujer presidir el partido. Es una pena que Carolina haya aceptado ir como secretaria general cuando tenía el derecho a ir como presidenta.

P. ¿Consideran que con la expulsión de Manlio Fabio Beltrones ha iniciado una purga o venganza contra ustedes?

R. Me parece una vileza. Es un atropello que no se merece Manlio Fabio Beltrones. Podemos tener opiniones distintas, pero hay algo que no le podemos regatear a Manlio, ha sido leal al partido toda su vida política y es un legislador eficaz y experimentado. Es seguramente el legislador más preparado de la escuálida bancada en el Senado. Es como si el Inter de Miami expulsara a [Lionel] Messi. Pierde un senador, pierde un voto, pierde presencia. Pierde un senador que no se mide por sus votos, sino por lo que pesa, sabe y conoce. Que haga este este tipo de agresiones en lugar de abrirse, es una actitud porril, no es la actitud de un dirigente político, maduro e inteligente.

P. ¿Qué hizo mal el PRI en el sexenio de Peña Nieto ara volver a perder el Gobierno?

R. Hubo avances muy importantes que no pudimos comunicar adecuadamente con la gente. Y hubo un alejamiento de las sensibilidades sociales. Hubo más administración que política y me hago copartícipe de ello.

P. ¿El PRI está en su lecho de muerte?

R. Depende. Su suerte se juega en los próximos meses. Si se logran resoluciones legales que salvaguarden los derechos políticos que se han agraviado durante este proceso de la asamblea, si se protege la democracia interna por parte del INE y el TRIFE, se puede abrir el camino a una dirigencia interina que convoque a una elección genuina de nuevos dirigentes nacionales, directa a las bases; limpia y transparente. Se tiene que reinventar el partido. Si no se sigue ese camino el PRI tendrá una baja considerable en las elecciones del 2027 y estará en riesgo de perder su registro en 2030.

P. ¿Ha considerado la creación de un nuevo partido con la disidencia priista si los tribunales le dan la razón a Moreno?

R. No, no me lo he planteado hasta ahora. Quisiera un nuevo partido sobre los cimientos del PRI.

P. ¿Cambiarle el nombre?

R. Si en una asamblea genuinamente democrática se determina que se tiene que cambiar el nombre, sí. Siempre y cuando no solo sea semántico, que venga acompañado de cambios de fondo. Cambio de nombre para hacer gatopardismo, no. Pero sobre las bases del PRI.

P. ¿A quién ve con la capacidad y las credenciales para darle aire fresco al partido?

R. Tendría que surgir de una convocatoria a una elección de consulta a las bases, una elección de fondo, democrática. Ganando a pulso los votos de los militantes. Hay varios cuadros que podrían hacerlo, pero no quisiera dar nombres porque parecería que estoy haciendo campaña para alguno de mis amigos o políticos de mi predilección.

P. ¿Ve algún trasfondo en la apertura que ha anunciado Moreno para dialogar con la presidenta electa?

R. Moreno nos ha demostrado que es capaz de colgarse de cualquier clavito con tal de no caerse y retener el PRI con todo y prerrogativas y plurinominales por ocho años más. El PRI debe ser una oposición responsable. Ser firmes y no dejar pasar iniciativas que dañen al país pero tampoco tener temor para apoyar acciones que beneficien a la gente. Pero no hacer pactos en lo oscurito para mantener una camarilla dentro del partido.

P. ¿Va esperar su expulsión del PRI, renunciará antes o defenderá su militancia?

R. Cuando habla de expulsarnos porque disentimos con él, se tropieza con sus propios pies. Lo que dibuja es que más que estar dirigiendo al PRI de México del siglo XXI, está dirigiendo al Partido Comunista de la Unión Soviética y aplicando purgas estalinistas. Es el típico sátrapa que está aplicando purgas porque no tiene la madurez, ni el talante democrático para dialogar con quienes piensan diversos de él, ni para pactar acuerdos.

P. Como ejecutor de la reforma energética en el sexenio pasado y a semanas de que concluya este ¿Cómo califica los avances en la materia y cómo ve el futuro?

R. Las metas de la política energética de este sexenio no se cumplieron. El dogma ideológico prevaleció sobre la realidad y la construcción de políticas públicas sensatas y eficaces. La nueva administración debe hacer modificaciones a la política energética. La realidad se la va a imponer. Se requieren miles de millones de pesos de inversión. Si queremos llevar electricidad limpia, a precios accesibles a todos los mexicanos, estas modificaciones tienen que hacerse. Menos rigidez dogmática en la política energética.

P. ¿Ve apertura y voluntad?

R. Confío. Sheinbaum trae formación, sabe de las energías renovables. Todos estos elementos, la globalización, los avances tecnológicos, obligan a dejar atrás los viejos dogmas con que la izquierda ha visto al sector energético y tener políticas de mayor apertura y mayor flexibilidad.

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