Los asistentes que no pudieron ingresar al concierto convocaron a una tertulia a las afueras del Estadio. Emilio EspejelLa policía tuvo que llegar a reforzar los accesos. Emilio EspejelEste es el primero de dos conciertos que Bad Bunny ofrece en la capital mexicana. Emilio Espejel
Los sospechosos habituales arruinaron la noche a cientos de personas: Ticketmaster, la empresa proveedora de los boletos, y Ocesa, encargada de la logística del concierto. A algunos se les frustró más que la noche. Perdieron el sueño de ver al artista del momento.Emilio EspejelEl estacionamiento principal del Azteca.Emilio EspejelEl descontrol a la hora del ingreso comenzó desde temprano, cuando a la gente se le daban indicaciones contradictorias. Emilio Espejel
Jóvenes discuten con la policía por el ingreso que les ha sido negado. Emilio EspejelUn joven muestra en su celular el interior del Estadio Azteca, que se encontraba vacío minutos antes del inicio del concierto. Emilio EspejelLos asistentes acamparon desde el miércoles en las puerta del Estadio. Emilio EspejelUna de las seguidoras de Bad Bunny que ha logrado ingresar a la fila. Emilio EspejelLos pretendidos festejos afuera del Azteca sucedieron de una manera contradictoria. Los gritos de “¡portazo, portazo!” y los chiflidos contra los policías eran acallados por quienes intentaban dilucidar qué canción estaba cantando ahora Bad Bunny.Emilio EspejelVarias fiestas a las orillas del Azteca se habían organizado a través de Facebook y grupos de Telegram entre quienes no lograron comprar boleto en los 10 meses previos al concierto.Emilio Espejel
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