La marcha contra la reforma electoral devuelve el optimismo a la alianza opositora
PAN, PRI y PRD consideran un éxito el saldo de la primera movilización de envergadura contra el Gobierno y buscan capitalizar la protesta reanimando una coalición que lleva dos meses congelada
La marcha contra la reforma electoral de López Obrador ha llenado de optimismo a la oposición. La protesta del domingo pasado concentró por primera vez al abanico de sectores críticos al Gobierno, desde organizaciones civiles o empresariales a los principales partidos rivales. Todos consideran un éxito la movilización y ahora buscan la manera de capitalizarla. Incluso el jefe de la bancada morenista en el Senado, Ricardo Monreal, sumido en una batalla subterránea en su par...
La marcha contra la reforma electoral de López Obrador ha llenado de optimismo a la oposición. La protesta del domingo pasado concentró por primera vez al abanico de sectores críticos al Gobierno, desde organizaciones civiles o empresariales a los principales partidos rivales. Todos consideran un éxito la movilización y ahora buscan la manera de capitalizarla. Incluso el jefe de la bancada morenista en el Senado, Ricardo Monreal, sumido en una batalla subterránea en su partido, ha aprovechado para escalar su pulso deslizando el rechazo a la iniciativa presidencial. Con esta inercia han vuelto también las negociaciones para resucitar Va por México. La alianza opositora (PAN, PRI y PRD) llevaba en estado de hibernación desde el pacto del PRI con Morena que permitió en septiembre la aprobación del blindaje del ejército. El histórico partido mexicano parece que ha vuelto a cambiar su estrategia tras la marcha del domingo. De su postura definitiva depende la resurrección del todos contra Morena.
Los movimientos para resucitar la alianza comenzaron en la Cámara de diputados. El coordinador de la bancada de diputados del PRD, Luis Espinoza, se mostró esta semana muy optimista, minimizando las turbulencias por las que ha pasado últimamente la coalición. Espinoza anunció también que han regresado las reuniones con los jefes de bancada del PAN, Jorge Romero, y del PRI, Rubén Moreira, hombre de confianza del presidente del partido, Alejandro Moreno. Una señal de acercamiento con la dirigencia priista, a quien el resto de socios había apartado de la ecuación tras el viraje a favor de Morena. “El PRI no traiciona a nadie, solo tenemos diferencias”, dijo Moreira en defensa de los vaivenes de su formación durante una rueda de prensa conjunta. Desde el PRD, el partido de la izquierda tradicional mexicana, el más pequeño y necesitado de sumar fuerzas, confían en que es posible reanimar el frente común.
El tono del PRD contrasta en todo caso con la cautela del PAN. “Todavía es pronto para decir que hemos resucitado la alianza. Falta que el PRI mande un mensaje claro y lo mantenga”, apuntan fuentes del partido. Durante las últimas semanas, Moreno ha ido dando unas declaraciones calculadamente ambiguas sobre la reforma electoral, mensajes que igual valen para congraciarse con la oposición que para seguir agarrado de la mano del Gobierno. “El PRI no va a apoyar jamás nada que atente contra el INE y el Tribunal Electoral”, dijo el lunes después de la marcha. La negociación de la iniciativa presidencial lleva dos semanas abierta en las comisiones de la Cámara alta con todos los partidos de la oposición, salvo Movimiento Ciudadano, dialogando con Morena.
El 23 de este mes es la fecha límite para cerrar un texto de consenso. Antes del domingo parecía posible un acuerdo, inaugurando la vía del pacto con la oposición para las grandes reformas de López Obrador. Tras la marcha del fin de semana, los incentivos han cambiado. PAN, PRD y MC han solicitado que se vote ya el proyecto legislativo del gobierno, conscientes de que, al calor de las protestas, pueden vender el bloqueo parlamentario como una victoria ante su electorado. “Vamos a votar en contra de la reforma laboral”, repiten desde la formación conservadora.
Ante el nuevo impulso de la oposición, López Obrador ya ha lanzado un plan alternativo para sacar adelante sus planes. Siguiendo la ruta de otras grandes reformas, como la del mercado eléctrico, el presidente anunció que si no puede cambiar la Constitución porque no cuenta con el apoyo de la oposición, rodeará los obstáculos aprobando un paquete de leyes secundarias, para las que Morena cuenta con una mayoría suficiente, que cambiarán el mapa electoral. Y para contrarrestar el músculo mostrado en las calles por la oposición, el presidente anunció otra marcha encabezada por él mismo. El plan b de López Obrador ya ha servido de momento para volver a retratar las ambigüedades del PRI. Preguntado si su partido apoyaría ese nuevo escenario, Moreira se limitó a responder que “ahorita estamos con esto. Hay que esperar a que llegue”.
Los incentivos para reagruparse de nuevo también han llegado por otras vías. Una reciente encuesta de El Financiero coloca como ganador de las elecciones del año que viene en el Estado de México a un hipotético candidato de la alianza opositora por encima la favorita, la exsecretaria de Educación Delfina Gómez. Se trata de uno de los pocos estudios demoscópicos que arrojan este resultado. De hecho, la oposición solo sale ganadora en caso de presentar un candidato común. La preferencia de los encuestados al ser preguntados por nombre y apellidos se decanta por Gómez, muy por encima de las apuestas de los tres partidos de la oposición por separado.
La postulación de un candidato de consenso tanto en el Estado de México como en Coahuila, los dos Estados en liza en 2023, sigue de momento en el aire después del amago de ruptura con el PRI. Durante estos casi dos meses, las negociaciones habían continuado pero directamente con las dirigencias estatales, bordeando así a la presidencia del PRI. Este jueves, sin embargo, los representantes de los tres partidos en el Estado de México anunciaron formalmente que presentarán un candidato único.
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