El cartel de Sinaloa irrumpe a las puertas de la Ciudad de México
Un operativo para desmantelar una célula vinculada a los hijos de ‘El Chapo’ en la entrada sur de la capital resucita el temor de la presencia del narco en el corazón financiero y político del país
El cruce de balazos entre la policía de la Ciudad de México y presuntos narcos del cartel de Sinaloa este martes ha resucitado los peores temores de la presencia del narco en el corazón financiero y político del país. Un grupo de agentes de inteligencia de la policía local dieron con la guarida de una célula delictiva vinculada a los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, pidieron refuerzos al Ejército, y una de las entradas del sur de la capital se convirtió en un hormiguero de agentes armados hasta los dientes. La operación acabó con 14 presuntos delincuentes detenidos, droga y armas de gr...
El cruce de balazos entre la policía de la Ciudad de México y presuntos narcos del cartel de Sinaloa este martes ha resucitado los peores temores de la presencia del narco en el corazón financiero y político del país. Un grupo de agentes de inteligencia de la policía local dieron con la guarida de una célula delictiva vinculada a los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, pidieron refuerzos al Ejército, y una de las entradas del sur de la capital se convirtió en un hormiguero de agentes armados hasta los dientes. La operación acabó con 14 presuntos delincuentes detenidos, droga y armas de grueso calibre incautadas. Y con la sensación, nada nueva, de que en México no hay un lugar a salvo del poder de los cárteles de la droga.
El jefe de la policía local, Omar García Harfuch, convertido desde hace tres años en el zar de la lucha contra el crimen organizado en la capital, que soportó un fuerte ataque en su contra de uno de los grandes, el cartel Jalisco Nueva Generación, en 2020, ha repetido que “siempre ha habido presencia del cartel de Sinaloa y otros carteles” en la ciudad. No se trata solo de grupos de narcomenudistas, que se cuentan por decenas, ni de cárteles regionales con mucho poder local, como Unión Tepito. También los dos más poderosos del país —Jalisco y Sinaloa— han extendido sus tentáculos desde hace años.
El operativo del martes, que comenzó alrededor de las 14.30 horas y sirvió también para rescatar de manera fortuita a cuatro personas secuestradas, una de ellas que llevaba más de 20 días ahí, buscaba dar con una célula que se encargaba de almacenar kilos de cocaína en la capital. Según informó Harfuch en una conferencia de prensa en junio, tras otro golpe al narco con 300 kilos de cocaína incautada en 10 locales, los carteles “no están buscando un control territorial de la zona, no están establecidos como una estructura delictiva. Ellos lo que buscan son zonas de confort, bodegas, casas donde puedan pasar desapercibidos”, señaló.
El poder del cartel de Sinaloa no es nuevo en la capital. El centro político y financiero del país lo es también para los jefes de la droga, ha sido el refugio y lugar de residencia de algunos de ellos y también el punto donde se han hecho los negocios. En mayo de 2017 fue detenido en uno de los barrios de moda de la capital quien fuera la mano derecha de El Chapo, Dámaso López, alias El Licenciado.
Y desde 2007 hay informes de la Procuraduría de Justicia (Fiscalía) de la Ciudad de México de la presencia de cárteles de Tijuana, Colima, Juárez, Sinaloa, Golfo y Oaxaca, en la capital. En ese año, el narco arrojó dos cabezas cercenadas en el toldo de una camioneta en una colonia pegada al Aeropuerto Internacional Benito Juárez. Eran las de Gerardo Santos Iglesias y Carlos Tapia Rosillo, empleados de la empresa Jet Service, una compañía que gestionaba servicios de almacenamiento y administración para la aerolínea Lufthansa. Tres días antes, agentes de la Policía federal y de la Administración General de Aduanas descubrieron media tonelada de cocaína procedente de Colombia en los almacenes de la empresa.
Los carteles siempre estuvieron presentes en la ciudad pero con unas cuotas de poder pactadas con el narco local. Unos venden la droga al mercado más grande del país, se calcula que oscila entre los 20 millones de habitantes entre la capital y el Estado de México; y otros, operan de formas distintas, con la mira puesta en el tráfico internacional de droga.
Y aunque la presencia de jefes del narco del cartel de Sinaloa pueda parecer inocua, pues no se observan los duros enfrentamientos de otras partes del país —escenas de terror a unos kilómetros, en Michoacán, Guanajuato, Jalisco o los Estados de la frontera norte—, Harfuch ha reconocido que el tipo de armamento que manejan es lo suficientemente potente como para que toda la ciudadanía esté expuesta. En el operativo del martes, los criminales que aparentemente no esperaban la emboscada, estaban armados como para una guerra. La policía se incautó de 10 armas largas, granadas de 40 milímetros, más de 70 cargadores y un fusil Barret de calibre 50 como el que el cartel Jalisco usó en 2015 para derribar un helicóptero militar.
La operación se saldó sin muertos, de momento. Un policía local se encuentra grave en un hospital tras haber recibido un disparo en el cráneo. Los otros tres que lo acompañaban y que fueron los primeros en dar con los criminales, han resultado ilesos. Y esta es la principal diferencia entre un operativo civil con los que se observan en el resto del país contra el narco, donde a menudo por cada soldado muerto hay al menos un presunto criminal acribillado, según lo que ha reconocido la Secretaría de la Defensa. Una tasa que llegó a escalar a ocho por cada militar muerto durante la época de la guerra contra el narco que emprendió Felipe Calderón (entre 2006 y 2012), según un informe elaborado por el CIDE.
La célula desmantelada este martes llevaba más de dos meses operando al sur de la ciudad, según ha informado Harfuch. Algunas denuncias ciudadanas, además del seguimiento de los vehículos después del decomiso de 32 paquetes de cocaína en una camioneta abandonada en la delegación Benito Juárez unos días antes, los llevó hasta este punto en el kilómetro 28 de la carretera federal que une la Ciudad de México con Cuernavaca, a la altura del municipio de San Miguel Topilejo, en la delegación de Tlalpan.
Pero además de la presencia del cartel de Sinaloa en la capital, que continúa pese al golpe a la célula, se han hecho fuertes desde hace años otras mafias locales. En un informe de febrero presentado por el analista de seguridad, Eduardo Guerrero, y director de la consultora Lantia, experta en el mapeo de la violencia en el país, mencionó que existen al menos tres bandas que mantienen el control territorial de la droga en la ciudad.
La Unión Tepito, cuyo fundador según las autoridades es Óscar Flores Lunares, ahora en prisión, tiene presencia en 13 alcaldías de la Ciudad de México. La organización se ha erigido como la más poderosa, con alianzas con otros grupos delictivos dentro y fuera de la ciudad. Está aliada con Los Canchola, otro grupo criminal liderado por Lenin Canchola, con poder en siete alcaldías. Y se encuentra enfrentado con Los Rodolfos, encabezados por Julio César Rodríguez, con presencia en otras ocho alcaldías. Guerrero señaló que pese a la detención de algunos líderes, estos siguen operando desde la cárcel.
Las colonias más conflictivas por presencia y operación de la delincuencia organizada son la Morelos, Rosario, San Juan de Aragón y San Lorenzo Tezonco que se ubican en las alcaldías Cuauhtémoc, Azcapotzalco, Gustavo A. Madero e Iztapalapa, respectivamente.
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