Ska-P: “Si lo nuestro es ser vendidos, yo se lo recomiendo a todo el mundo”
El grupo repasa su trayectoria recién aterrizados en Ciudad de México, con todas las entradas vendidas para un concierto con 18.000 personas y una nueva canción
Quizá ninguna banda de Vallecas llegó nunca tan lejos. De tocar en pequeñas salas del popular barrio madrileño —como la emblemática Hebe— en conciertos atestados de humo, ruido y pelos de colores; a colgar el cartel de sold out este viernes en Ciudad de México, en un recinto con aforo para 18.000 personas. En sus casi 30 años de historia, Ska-P ha roto varios récords impensables para un grupo de chavales de barrio que cantab...
Quizá ninguna banda de Vallecas llegó nunca tan lejos. De tocar en pequeñas salas del popular barrio madrileño —como la emblemática Hebe— en conciertos atestados de humo, ruido y pelos de colores; a colgar el cartel de sold out este viernes en Ciudad de México, en un recinto con aforo para 18.000 personas. En sus casi 30 años de historia, Ska-P ha roto varios récords impensables para un grupo de chavales de barrio que cantaba contra la OTAN, sobre la juventud sin futuro, el orgullo obrero o las intifadas en Palestina. Todo cambió para ellos cuando RCA decidió sacar su segundo trabajo, El vals del obrero (1996), que llegó a ser disco de platino. De ahí a las giras mundiales, la fama, firmar con una discográfica multinacional como Sony —una decisión por la que siempre han sido criticados por un sector de sus fans por “venderse al capitalismo”— y vender más de 1.600.000 discos.
Roberto Gañán, Pulpul, cantante y líder de la banda, recibe a los periodistas en el bar del hotel en el que se alojan en la capital mexicana. Su aspecto es el que ha tenido siempre: camiseta de tirantes que deja ver los tatuajes de los brazos y una cresta que acaba convertida en coletilla. Lo único que ha cambiado es que ahora en el pelo dominan las canas, las resacas se notan más, el jet lag obliga a tomar pastillas para dormir y las fiestas en la Plaza Garibaldi post-concierto están descartadas. A la entrevista se incorpora a los cinco minutos José Miguel Redín, Joxemi, guitarrista original del grupo. Por el vestíbulo ronda el resto de la banda. Acaban de lanzar un nuevo tema y otros tres saldrán en los próximos meses.
Pregunta. Un sector de vuestros fans nunca os ha perdonado fichar por una multinacional...
Pulpul. A mí me hace mucha gracia que cuando pegamos el pelotazo decían ‘ya se han vendido’. ¿Qué es venderse? Venderte es ir a un trabajo por 500 euros al mes, ocho horas al día toda tu puta vida y vender tu tiempo a un hijo de puta que te está explotando. Nosotros hacemos lo que nos da la gana y vivimos de ello de puta madre.
Joxemi. Si lo nuestro es ser vendidos, yo se lo recomiendo a todo el mundo. Ojalá todo el mundo tenga esa suerte de hacer lo que quiere.
Pulpul. El primer disco lo sacó un sello independiente que es el que más nos ha fallado [AZ Récords]. De hecho, ahora no tenemos ni royalties. Entramos a grabar El vals del obrero con dos compañías independientes. Y cuando ya estaba todo grabado se echaron atrás. Nos quedamos con una pella de cuatro millones de las antiguas pesetas con el estudio [más de 24.000 euros]. No teníamos un duro. Y apareció por allí un buscador de una discográfica que nos dijo ‘mañana mismo firmamos’. Era de RCA. ‘Hostia puta tío, que es una puta multi, no es nuestro rollo’. Pero es que era eso o íbamos presos. Tampoco esperábamos el bombazo que tuvo. Firmamos un contrato de tres discos. Pero en la letra pequeñita decía que si vendes 50.000 discos te cogen por los huevos por dos más. Cinco discos son muchos años.
Joxemi. Pero es que quién pensaba que fuéramos a vender 50.000 discos.
Pulpul. Ha habido rifirrafes con ellos. Pero llegamos al acuerdo de que no tocaran la música ni las letras. Y no queríamos sonar en los 40 principales. No sé como funcionará hoy en día, pero antes tenías que poner pasta encima de la mesa para ocupar el número uno. Cuando se acabó el contrato intentaron renovar y no quisimos. Los dos últimos discos los hemos sacado nosotros.
Pregunta. ¿Cómo lleváis que, a pesar de vuestras letras, mucha gente os siga considerando una banda de fiesta?
Pulpul. Lo somos, que no nos quiten nunca la alegría. Nos gusta mucho la fiesta y hemos mamado música de muchas bandas como Mano Negra, que era pachanga pura.
Joxemi. Es que es verdad que lo somos. Tenemos temas cañeros como Intifada o rock melódico como Mis colegas, y luego otros que son puta fiesta.
Pulpul. Yo me acuerdo cuando llevé Cannabis al local de ensayo y Julito [bajista] decía: ‘tío, esto es una puta mierda, no digas cannabis, di por lo menos fúmate un porro’. Y yo, ‘Julito, toca el bajo como tú sabes y vamos a hacer la canción, que suena a gloria’. Y mira, es la que nos ha abierto todo.
Joxemi. Ska-P es un clásico del rock español y en todos los putos pueblicos que la orquesta acabe tocando un tema tuyo junto con Leño, Extremoduro... pues joder, es un honor tío, son esos grupos que escuchábamos nosotros. Y si me pinchas incluso hemos llegado más arriba porque nos pasa eso en muchos países.
Pulpul. Te estás viniendo muy arriba.
Joxemi. ¡Cago en dios! [risas]. Coño, pero es la puta verdad. Vas a Alemania y hay charangas y tocan temas de Ska-P, en Holanda, Italia...
Pregunta. Os baila gente que lo mismo es anarquista, del PP o del PSOE...
Joxemi. Hubo una época en la que que estuvimos de moda, eso es innegable. Entre 1997 y 1999 le gustábamos a todo el mundo, hasta a gente a la que no queríamos gustar, pero, ¿qué vas a hacer? Era una cosa que llevábamos un poco mal.
Pregunta. En 2017, Pipi, miembro original de la banda, fue expulsado del grupo. Con su otra banda, The Locos, fue acusado en Argentina de no pagar a sus músicos y malas condiciones laborales...
Pulpul. Con Pipi se acabó la química. Muchas veces piensan que es algo personal entre él y yo, pero toda la banda le invitamos a salir. No encajaba. Pero no queremos decir nada de esto. Salió y punto.
Joxemi. Yo no quiero que le vaya mal, pero con cada grupo que se ha metido parece que siempre acaba mal. Los hechos hablan de cada persona.
Pregunta. A lo largo de vuestra carrera habéis parado varias veces. ¿Qué os lleva a juntaros de nuevo?
Pulpul. Volvimos por la música. Yo tenía canciones hechas, las iba grabando, nos juntamos a vernos y decidimos hacer un disco nuevo. Hubo una separación fuerte [2005]. El grupo se deshacía. Influían muchas cosas: entre ellas el nacimiento de mi hija. Apenas la veía. Hasta su primer cumpleaños me lo perdí. Me iba a perder el crecimiento de mi hija. Y paramos de verdad.
Joxemi. Bueno, ahí fue una separación más que un parón, yo pensaba que no nos íbamos a juntar más, estuvimos un montón de tiempo que cada uno hacía su vida. Nosotros al principio hacíamos lo que todos los grupos: tocar hasta quemarte. Así casi todos los grupos acaban mal. Nos dimos cuenta de que esa dinámica de parar nos venía bien. Tocar dos años, parar una temporada, tener tiempo para componer.
Pregunta. Pulpul, tú tienes tinnitus [una enfermedad que provoca un zumbido constante en los oídos]. ¿Es compatible con tocar a este nivel?
Pulpul. Tengo tinnitus severo desde hace 30 años, pero desde hace seis ha ido creciendo. Es como una jaula de grillos. Estás en la habitación del hotel, después de un concierto ante 10.000 personas y te están pitando los oídos... esos 200 grillos se han convertido en 200.000. Pastillote, posición fetal en la cama y por favor que se te quite esto, pero tienes otro bolo en dos días. Me asusté mucho, fui a especialistas de todo tipo, y una me dijo: ‘mira, no tiene cura, es un síntoma que produce tu propio cerebro, pero no te tienes que asustar, no te vas a quedar sordo. Cuanto más caso le hagas, más van a pitar. Te pones a leer un libro, a escuchar música, y va a desaparecer’. Joder macho, mano de santo. Al final con los inniers [una especie de auriculares para escuchar la música en los conciertos, en vez de por monitores] y los cuatro consejos que me dio esta chica pues lo llevo.
Pregunta. En casi 30 años, ¿ha cambiado la forma de vivir el grupo?
Joxemi. Irnos 30 días de gira, meterte en el jergón del autobús, viajar toda la noche, llegar a otro pueblo, a otro país, tocar, ducharte en el camerino... fue alucinante, pero era un esfuerzo. Yo tengo 52 tacos y sé que costaría hacer eso. Tu cuerpo ya no se recupera como antes. Menos mal que lo hicimos en su momento. Ahora podemos focalizar toda la energía para el concierto, pero luego ya no va a haber el desmadre que había antes: ir a Garibaldi a emborracharte, hacer el imbécil.
Pulpul. Hacer el imbécil no, nos hemos reído.
Joxemi. Yo hacía el imbécil mucho.
Pulpul. Y lo hacías muy bien, nos reíamos mucho. Pero tenemos 50 años ya, tío. Hombre, alguna puede caer, pero...
Joxemi. Se acabó lo de coger la guitarra y cantar encima de las estatuas y hacer el indio. Ya lo hice.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país