“Esto fue un asesinato”: una mujer muere tras una cesárea mal practicada en Chiapas
El viudo de Lorena de Jesús Padilla asegura que su esposa falleció debido a una serie de omisiones y errores de los médicos que la atendieron
Lorena de Jesús Padilla sonreía con su bebé en brazos a fines de 2021. La joven pasaba las tardes jugando con su hija en el municipio Villa las Rosas, en el Estado de Chiapas. Pese a su felicidad por tener a la pequeña Anayanci Jhoselin, un dolor en su abdomen eclipsaba su alegría. Después de una travesía de estudios, análisis y cirugías, Lorena descubriría que esos malestares eran provocados por una gasa alojada en su interior desde que le practicaron su cesárea —en junio de ese año— y que contaminó sus intestinos. Las complicaciones derivadas de esa negligencia le ocasionaron la muerte el pa...
Lorena de Jesús Padilla sonreía con su bebé en brazos a fines de 2021. La joven pasaba las tardes jugando con su hija en el municipio Villa las Rosas, en el Estado de Chiapas. Pese a su felicidad por tener a la pequeña Anayanci Jhoselin, un dolor en su abdomen eclipsaba su alegría. Después de una travesía de estudios, análisis y cirugías, Lorena descubriría que esos malestares eran provocados por una gasa alojada en su interior desde que le practicaron su cesárea —en junio de ese año— y que contaminó sus intestinos. Las complicaciones derivadas de esa negligencia le ocasionaron la muerte el pasado 13 de febrero. Ahora, su viudo, Hugo Sántis Hernández, busca alzar la voz sobre la cadena de negligencias y omisiones médicas que contribuyeron a la muerte de su mujer. En medio de su dolor, el padre de Anayanci desea que nadie sufra la tragedia que lo ha marcado a él y a su hija de ocho meses.
En 2018, Hugo y Lorena decidieron vivir juntos luego de meses de noviazgo. Él combinaba sus actividades en el campo y en la construcción mientras la joven, de 20 años, cuidada de su hogar en Villa las Rosas, municipio de unos 29.000 habitantes. Tres años más tarde la joven pareja recibió con alegría la confirmación de que estaban esperando a su primer bebé. “Era una emoción para ambos, no solo para ella”, dice su pareja. Hugo asegura que el embarazo de su mujer transcurrió sin sobresaltos y con apenas los signos característicos de cualquier gestación.
Las dificultades aparecieron a medida que se aproximaba la fecha del parto, en junio pasado y en plena pandemia. Los dolores se agudizaban en el cuerpo de Lorena, pero los médicos no autorizaban su ingreso bajo el argumento de que “no estaba lista”. Después de una semana de idas y venidas al hospital, de valoraciones distintos acordes al doctor en turno, la pareja decidió viajar al municipio de Comitán para buscar un lugar en el Hospital de la Mujer. Desgraciadamente, cuenta Hugo, en ese entonces el centro de salud estaba rebasado por otras pacientes por lo que se vieron forzados a regresar a su comunidad.
En Villa las Rosas y tras un puñado de visitas al hospital municipal, la pareja finalmente consiguió su traslado de emergencia a un centro médico en San Cristóbal de las Casas. El esposo de Lorena relata que unas horas más tarde le informaron de que tenían que practicarle una cesárea a su esposa. “Nosotros le rezamos a Dios para pedirle que no pasara nada malo”, dice. Ese día, 21 de junio, por la tarde, nació su pequeña Anayanci Jhoselin.
Los primeros dolores de Lorena aparecieron un par de meses después de parir, en septiembre: un reiterado dolor en el lado izquierdo de su abdomen. “Ella me decía que sentía algo adentro. En ese momento le hicimos un ultrasonido en un hospital particular, nos dijeron que podía ser un gas retenido y nos dieron medicamento, se fue el dolor por un tiempo, pero en octubre le volvió a molestar, los dolores ya eran más intensos”, detalla Sántis Hernández.
Los dolores continuaban así que la trataron para gastritis, luego los doctores apuntaron a un problema del apéndice, pero los antibióticos y analgésicos solo calmaban por un tiempo las dolencias. “Llegó un punto donde mi esposa ya no aguantaba el dolor y empezó a vomitar y a vomitar”, cuenta Sántis Hernández. Ante la urgencia, volvieron al Hospital de la Mujer en Comitán, donde volvieron a cambiar el diagnóstico, ahora, por un posible problema de la vesícula biliar. En ese entonces, la joven pareja enfrentaba además de la angustia emocional un adeudo de unos 7.000 pesos debido a los costes de medicamentos y traslados, por lo que tuvieron que volver al centro médico de Villa las Rosas.
A pesar de los dolores, de las horas en hospitales y la confusión de los diagnósticos que apuntaban a todas direcciones y a la vez a ninguna, Lorena nunca dejó de luchar. “Su niña era su motivación, le hacía la lucha para comer, aunque luego lo vomitaba ella seguía comiendo para no bajar más de peso”, recuerda ahora su viudo.
La salud de Lorena empeoró justo en la noche de Navidad, por lo que sus padres y hermanos decidieron llevarla a un hospital privado. En ese lugar, tras más análisis y un par de falsas alarmas ante un supuesto embarazo e inclusive un tumor, los doctores le notificaron que debían practicarle una cirugía para descubrir la causa del mal. El procedimiento quirúrgico implicó el gasto de 30.000 pesos, una cifra que lograron reunir con el apoyo de familiares. Con la cirugía se descubrió, finalmente, que una compresa estaba adherida a sus intestinos, lo que a su vez había generado una grave infección. “Le dejaron una telita en su interior cuando le practicaron la cesárea y eso provocó que el intestino se le pegara. Eso hacía que no pasara bien el alimento y no fuera al baño”, precisa Hugo.
Aunque los doctores reconocieron en ese momento que la intoxicación era severa, debido al tiempo que había transcurrido ese material en el interior de Lorena, el pronóstico era favorable. Los vómitos continuaban, pero los doctores aseguraron que era parte de la desintoxicación. Desgraciadamente, después de salir del hospital la salud de la joven madre empeoró por lo que tuvieron que llevarla de emergencia al centro de salud pública una vez más y de ahí fue canalizada al hospital de Las Culturas en San Cristóbal de Las Casas. “Ahí, tras cuatro o cinco días en observación, nos dicen que tenía mucha infección en el estómago, que tendrían que hacer otra cirugía, porque nadie entendía de dónde provenía esa infección tan fuerte que tenía. Desgraciadamente, mi esposa no sale bien y queda unos cinco días en terapia intensiva”, menciona su viudo.
Lorena logró salir una vez más de ese trance. En enero ya mostraba signos de una leve mejoría en su salud: hablaba y comenzó a comer. Sin embargo, a principios de febrero el fallo en un cateterismo desencadenó una crisis cardiaca que encendió de nuevo todas las alarmas. “Le voy a echar ganas por la niña, vas a ver que sí” le alcanzó a decir Lorena a Hugo antes de que los doctores le sacarán de la habitación. Desde ese momento su mujer ya no recuperó la conciencia. A pesar de los rezos de Hugo y de toda su familia, la joven chiapaneca 20 años perdió la vida el 13 de febrero. Los doctores solo le expresaron que su esposa “estaba muy mal”. En el certificado de defunción la causa de la muerte se explica como un choque séptico.
A menos de un mes de la partida de su esposa, Hugo navega entre el dolor y el encono. “Lamentablemente, como uno vive en la pobreza, no haya el dinero para moverse. No, no tengo palabras para explicar todo lo que siento, pero sí, sinceramente, tengo coraje, remordimiento de que no pueden hacer nada, ¿por qué dejé que esa doctora le hiciera eso? [el cateterismo] que la llevó al paro”, reflexiona. Esta semana ha presentado ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos una queja por el rosario de fallas y negligencias del personal médico que atendió a su esposa y aún está evaluando si presentará una denuncia penal contra los doctores implicados.
Cuando Hugo habla de lo mucho que su hija extrañara a su madre se le quiebra la voz. El joven tiene claro que ahora solo le interesa cuidar a su bebé y hacer justicia, lograr que no ocurra ninguna negligencia similar. “Realmente Lorena ya estaba bien, de un día a otro, al otro día ya estaba mal, eso es lo que me llena de coraje y sí quisiera hacer justicia. Siento que esto fue realmente un asesinato porque es un daño provocado, para eso estudian los doctores, para eso le dan esa plaza médica”, reclama su viudo aún con el coraje hecho nudo en la garganta.
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