El gesto del Gobierno mexicano hacia las renovables: el gran parque solar del desierto de Sonora
México impulsa la “octava planta fotovoltaica más grande del mundo” tras apostar por los hidrocarburos y frenar la inversión privada en energía. Los expertos cuestionan la viabilidad del proyecto
El Gobierno que soñaba con multiplicar la producción petrolera anuncia ahora “la octava planta solar más grande del mundo”. Con una inversión de 1.685 millones de dólares, la central será propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y del Estado de Sonora, se ha revelado esta semana. Y, lo más importante, tiene el beneplácito del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha cargado en repetidas ocasiones contra las energías renovables. Tras dos años y medio de apuesta decidida por los hidrocarburos y de ...
El Gobierno que soñaba con multiplicar la producción petrolera anuncia ahora “la octava planta solar más grande del mundo”. Con una inversión de 1.685 millones de dólares, la central será propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y del Estado de Sonora, se ha revelado esta semana. Y, lo más importante, tiene el beneplácito del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha cargado en repetidas ocasiones contra las energías renovables. Tras dos años y medio de apuesta decidida por los hidrocarburos y de trabas a la inversión privada en el sector energético, la noticia apunta a un esfuerzo del Ejecutivo por cambiar la narrativa. Con todo, los expertos consultados dudan de la viabilidad del proyecto y de que represente un auténtico giro ambientalista.
La capacidad de 1.000 MW convertiría al parque en el mayor proyecto renovable levantado en México. Supera por mucho los 754 MW de una planta solar de la italiana Enel en el Estado de Coahuila, en su día la más importante del continente americano. También supondría una importante incursión de la CFE a una fuente de energía que apenas ha cultivado. En un país donde el 85% del territorio es “óptimo” para estos proyectos, según la industria, la producción fotovoltaica acumula ya más de 7.000 MW de capacidad instalada. La gran mayoría corresponde a plantas privadas, ya que la CFE solo contaba con 6 MW a diciembre de 2020, según datos de la Secretaría de Energía. La nueva central, de la que el Gobierno estatal tendrá el 46% y la CFE el 54%, engordaría el portafolio renovable de la paraestatal.
Los planes todavía están en pañales y pendientes de los permisos correspondientes, pero el gobernador electo de Sonora, Alfonso Durazo, aseguró el martes disponer ya de un terreno de 2.000 hectáreas en Puerto Peñasco, un municipio costero en el golfo de California donde el desierto se mezcla con las dunas y llega hasta el mar. Durazo, persona cercana al presidente desde su paso por la Secretaría de Seguridad Pública y principal beneficiado del derrame económico que entrañaría el proyecto, ha llevado la voz cantante. Al mismo tiempo, afirma contar con el apoyo de Palacio Nacional, verdadera cocina de la política energética en este sexenio. El gobernador electo se reunió esta semana con el presidente, la segunda vez en un mes, y con funcionarios de la CFE y Hacienda para asentar las bases de la iniciativa.
Las dimensiones y la región escogida han hecho arquear la ceja de algunos analistas. A Sonora le sobran horas de sol -concentra alrededor del 20% de toda la fotovoltaica del país-, pero es una de las zonas con mayor congestión eléctrica, es decir, se produce más de la que se consume y de lo que se es capaz de transportar a otras regiones. Esta combinación deprime los precios en el mercado. La semana pasada las plantas sonorenses vendieron su producción a un precio promedio de hasta 804 pesos/MWh frente a los 1.073 del centro del país o los 1.612 de la península de Yucatán, según los últimos datos del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace).
Aunque Durazo declaró que el proyecto es “obviamente autosustentable”, el experto Víctor Ramírez señala que el exceso de producción le quita viabilidad. “Hay tanta capacidad de generación en el noroeste que si construyes un parque para vender energía el retorno a la inversión sería muy largo, con pocos ingresos”, afirma. “Sonora no es el lugar que necesita más inversión. Es más necesario en Baja California, Yucatán o El Bajío, donde hay un crecimiento constante de demanda y no hay suficiente oferta”, coincide Casiopea Ramírez, vocal de la Asociación Mexicana de Energía Solar.
La viabilidad financiera del proyecto pasa, en cualquier caso, por invertir en infraestructura de transmisión que alivie la congestión y lleve la producción a otros Estados. A principios del sexenio, el Gobierno canceló una licitación para una línea de interconexión de 1.1000 millones de dólares con Baja California. Durazo dijo el martes que se quiere suministrar energía más barata al Estado vecino, pero no queda claro si el presupuesto anunciado para el parque solar retoma la línea cancelada. Fuentes de la CFE aseguran a este periódico que no tienen información sobre el asunto. Para el consultor Pablo Zárate, el Gobierno debe detallar “qué tipo de solución de transmisión se va a ofrecer en paralelo para descongestionar la región”. “Si el proyecto abre la visión de la Administración a reconocer que las renovables no solo son viables sino necesarias, sería algo positivo”, apunta.
Dudas sobre un posible giro ambientalista
El anuncio choca con lo dicho y hecho por este Gobierno en los últimos dos años y medio. Tras la compra en mayo de la refinería de Deer Park en Texas, López Obrador dijo que el petróleo era “el mejor negocio del mundo”. No ha tenido palabras tan entusiastas para las renovables. “El cuento de las energías limpias que se puso de moda”, dijo este miércoles para criticar la reforma energética de su predecesor, que liberalizó el sector y aceleró el auge verde. En marzo del año pasado, durante una visita a Baja California, se detuvo frente a un parque eólico en La Rumorosa. “Miren cómo afecta el paisaje”, señaló en un video colgado en Twitter. “Pueden decir que se genere energía eléctrica, pero muy poco, pero además son negocios privados”.
Más allá del discurso, en los hechos, el Ejecutivo ha querido relegar por ley a las plantas renovables en manos de privados para favorecer a las centrales de la CFE. Una de las razones esgrimidas es el carácter “intermitente” del viento y de la luz solar y el peligro que supone para la estabilidad del sistema, un argumento cuestionado por los expertos debido a los avances tecnológicos recientes. En el plan de negocios para 2021-2025, la eléctrica paraestatal no contemplaba nuevos proyectos renovables en todo el sexenio. De las siete centrales previstas entre 2021 y 2024, seis son ciclos combinados, que funcionan a base de gas natural y vapor de agua, y una es de turbogás.
El escaso interés en el sector demostrado por el Gobierno explica la sorpresa de muchos con el anuncio repentino del parque solar en Sonora. Aunque contradice su discurso sobre los peligros de la “intermitencia”, fuentes de la CFE indican que el proyecto es “una muestra clara” de que están a favor las renovables. La noticia coincide, además, con los planes de la paraestatal para invertir 1.000 millones de dólares en la modernización de 14 hidroeléctricas. Por otro lado, el presidente ha empezado a matizar su apuesta por los hidrocarburos y este año ha reducido la meta de producción petrolera que se había marcado a inicios del sexenio, de unos 2,6 millones de barriles diarios para 2024 a dos millones. Lo ha presentado como un sacrificio ante la necesidad de mitigar el cambio climático, aunque Pemex ya había sido incapaz de cumplir los objetivos en años anteriores.
A pesar de estas señales, los expertos dudan que se esté ante un verdadero despertar ambientalista. “No se acaba de entender qué es lo que motiva el golpe de timón y el nuevo apetito de generar un parque con características muy peculiares”, dice Zárate. “Es una idea que busca cambiar la narrativa del Gobierno, pero me parece más bien un asunto político”, señala Víctor Ramírez. De entrada, la propia Secretaría de Energía ha reconocido en su estrategia anual, publicada a finales de junio, que se quedará cuatro puntos por debajo de la meta del 35% de energías limpias para 2024, el último año del sexenio. Dado por perdido ya el cumplimiento de ese objetivo, la entrada en operación del parque solar, con fecha todavía incierta, puede ayudar a recortar distancias en las metas que siguen.
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