México vive su primer día de vacunación masiva contra la covid: “Recibir la dosis nos da mucha esperanza”
El Gobierno de la capital inicia el programa de inmunización para adultos mayores en pleno auge de la pandemia
La espera no ha aplacado la ilusión de María Arreola de ser una de las primeras ciudadanas mexicanas en recibir la vacuna contra la covid. Esta mujer de 61 años ha sido parte de un día histórico: México ha iniciado este lunes su programa de vacunación masiva contra el coronavirus. Arreola ha ido junto a su marido y su cuñada a uno de los centros que ha dispuesto el Gobierno de Ciudad de México para la inmunización. Llegaron...
La espera no ha aplacado la ilusión de María Arreola de ser una de las primeras ciudadanas mexicanas en recibir la vacuna contra la covid. Esta mujer de 61 años ha sido parte de un día histórico: México ha iniciado este lunes su programa de vacunación masiva contra el coronavirus. Arreola ha ido junto a su marido y su cuñada a uno de los centros que ha dispuesto el Gobierno de Ciudad de México para la inmunización. Llegaron a las seis de la mañana y han esperado seis horas hasta ser atendidos. Ni el frío de la madrugada y ni el picor del sol del mediodía les han desanimado. “Recibir la vacuna nos da mucha esperanza”, dice, “hay mucho covid por acá, mucha gente conocida ha muerto”. El titánico operativo del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador para vacunar a 15 millones de adultos mayores ha sido un bombazo de optimismo en un país en el que la pandemia ha dejado 1,9 millones de contagios y más de 174.000 muertes.
Pasadas las diez de la mañana todo parecía encaminarse en la capital mexicana. Escoltados por una decena de agentes de la Guardia Nacional y la Policía, los equipos refrigerantes que contenían las dosis comenzaron a llegar a la mayoría de los puntos de vacunación. Tras inmunizar en enero a unos 620.000 trabajadores sanitarios en todo el país, había llegado el momento de los adultos mayores. La orden del presidente era priorizar las zonas más alejadas. Así lo hizo Ciudad de México, que dispuso 70 centros improvisados en colegios y clínicas a lo ancho de tres de las delegaciones más apartadas. Cada punto estaba equipado con 500 viales para administrar a lo largo del día. Sobre las 14.30, más de 10.000 personas había recibido la vacuna, según ha reportado el Gobierno local.
La ansiedad y el miedo a caer por la covid convirtieron las calles de Magdalena Contreras, una de las zonas beneficiadas, en largas salas de espera. Apenas había pasado un día del aterrizaje de las 870.000 vacunas de AstraZeneca proveniente de la India cuando comenzó a juntarse gente en la puerta de la escuela primaria Francisco Nicodemo. “¿Qué regalan aquí?”, ha gritado un hombre al pasar frente al tumulto. “¡Vacunas!”, ha respondido alegremente un grupo que esperaba a ser atendido. La sensación de que esa inyección es el principio del fin de la pandemia en México planeaba el ambiente. Candelaria, una vecina de 68 años, ha ido con su marido a las cinco de la mañana. Después de seis horas en la fila, se emociona cuando quedan unos pocos delante de ella. “Le tengo un poco de miedo a la vacuna, pero como soy diabética e hipertensa pues si me agarra la covid no sé si lo paso”, cuenta sentada en una silla que le ha prestado un vecino.
Unas 300 personas detrás de ella aguardan su turno a lo largo de cinco cuadras. El proceso es lento. Cada diez minutos, unos policías parados en la puerta dejan pasar a uno. En una hora y media solo han podido vacunar a 31 personas. María Teresa Chávez sale del colegio ya vacunada. “Me han dejado 15 minutos en observación tras inyectarme la vacuna”, explica la mujer de 72 años que va en silla de ruedas. Se siente bien, y un poco más tranquila ahora que le han dado la primera dosis. Como ella, muchos de los que están presentes ni siquiera se han registrado en el portal de vacunación de la Administración federal. Por el contrario, un grupo de trabajadores del Gobierno de la ciudad pasó por su casa el domingo a avisarle que iban a vacunar en su barrio a los mayores de 60 años. “Siempre que hay campañas de vacunación, me vacuno. Esta no iba a ser la excepción”, ríe.
Una funcionaria del Gobierno capitalino se camina las cinco cuadras de espera para avisar a la gente que prepare un papel con su número telefónico, allí le avisarán cuándo deben volver por la segunda dosis. David Segura no creía en el coronavirus, pero este lunes se ha ido a vacunar junto a su esposa. Este hombre de 69 se pasó el año pasado sin usar tapabocas, estaba seguro de que no se iba a contagiar. “Cuando empezamos a ver muchos casos de conocidos me dio miedo y empecé a cuidarme”, comenta. Ahora está convencido de que la salida a la pandemia viene de la mano de las vacunas. “Si hay algo que puede ayudarnos es esto”, dice.
A unos 500 metros de ese colegio, el ambiente en la escuela Alfredo Uruchurtu es similar. Allí el amontonamiento de gente que va a vacunarse se entremezcla con quienes van a hacerse la prueba de covid en un puesto montado por el Gobierno de la ciudad. Alejandra Cruz, de 65, cuenta que ha leído en algunos medios de comunicación que la vacuna no es “totalmente segura”, pero su hermana la ha recibido más temprano en otro barrio y se encuentra bien. “Hay que confiar en las autoridades y si ellos dicen que la vacuna es buena, es buena. No hay mucho más que hacer”, dice con resguardo. Habla y se pone alcohol en gel en las manos, teme contagiarse en el tumulto, pero prefiere quedarse y recibir la inyección “por precaución”.
La acumulación de gente y la falta de distancia entre los que esperan son algunos de los desafíos que plantea el operativo de vacunación masiva. Por eso han divido a los beneficiarios que serán atendidos a lo largo de la semana según la letra con la que inicia el apellido. “No es necesario llegar muy temprano a formarse. Habrá suficientes vacunas para todos”, había solicitado la jefa de Gobierno de la ciudad en Twitter a primera hora este lunes. Otro de los desafíos es mantener abierto el grifo de vacunas que llegan a México. Para Cruz, la idea de que podrían acabarse fue lo que la arrastró a vacunarse este lunes. “Nadie quiere quedarse sin”, concluye.
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