Las remesas a México suben un 7,2% en julio y lanzan un salvavidas en plena crisis
Los envíos de dinero por parte de migrantes aumentan durante los meses de pandemia y van camino de superar el máximo histórico
Las remesas continúan desafiando las proyecciones que auguraban su desplome por la crisis del coronavirus. En julio, el dinero enviado por migrantes a México alcanzó los 3.531 millones de dólares, un aumento de 7,2% respecto al mismo mes del año pasado, según datos publicados este martes por el Banco de México. De marzo, cuando empezó a hacerse notar la pandemia, a julio el volumen fue un 10% mayor al del mismo periodo de 2019. Los envíos van camino de...
Las remesas continúan desafiando las proyecciones que auguraban su desplome por la crisis del coronavirus. En julio, el dinero enviado por migrantes a México alcanzó los 3.531 millones de dólares, un aumento de 7,2% respecto al mismo mes del año pasado, según datos publicados este martes por el Banco de México. De marzo, cuando empezó a hacerse notar la pandemia, a julio el volumen fue un 10% mayor al del mismo periodo de 2019. Los envíos van camino de batir el máximo histórico y suponen un bálsamo para millones de familias en una economía que, según la institución bancaria, puede caer hasta un 12,8% este año, la mayor reducción desde 1932.
A Judith Alonso, dueña de una pequeña panadería en el pueblo de Atlixco, en el Estado de Puebla, la hucha con las remesas que su hijo le mandaba desde Nueva York le ha servido para encajar mejor el golpe. “Me lo he ido gastando poco a poco en cosas para la casa, en alimentación... Siempre hay necesidad y ahorita el trabajo ha bajado un 70%. Esperamos que se componga porque es alarmante”, cuenta. Afortunadamente, la situación financiera de su hijo de 24 años empieza a mejorar. Cuatro meses después de haber perdido su empleo en un restaurante, ha conseguido un trabajo de pizzero. “Las cosas vienen volviendo a la normalidad”, cuenta la madre.
En abril, el Banco Mundial predijo una reducción de 20% en las remesas a escala mundial, la peor en la historia reciente. Pero ya entonces la tendencia en México, el tercer mayor receptor global, apuntaba en otra dirección. Marzo tuvo el mayor incremento; los envíos alcanzaron los 4.044 millones de dólares, un 35% más que en el mismo mes de 2019. Abril, momento del confinamiento más estricto, fue el único desde el inicio de la pandemia con una reducción anual. Desde entonces, los envíos han continuado creciendo, si bien a una tasa menor que la de marzo. En cuanto al crecimiento mes con mes, la cifra de julio muestra una ligera disminución de 0,15% respecto a junio.
La suma de envíos en lo que va de año asciende a 22.817 millones de dólares, unos 2.000 más que durante el mismo periodo de 2019. El presidente Andrés Manuel López Obrador prevé que 2020 cierre con una cosecha de 40.000 millones de dólares, frente a los 36.048 de 2019, el récord hasta ahora. En la misma línea, BBVA, el mayor banco del país, ha estimado llegar a los 39.400 millones, un crecimiento anual de 8.1%, tras predecir una caída del 17% en un inicio. El incremento de las remesas contrasta con su comportamiento durante la crisis de 2009, cuando cayeron un 15% anual debido a la contracción económica en EE UU.
El economista Ignacio Martínez, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ve probable que se cumplan los vaticinios de un máximo histórico gracias al repunte de la actividad en el vecino del norte. “El escenario económico e industrial en EE UU es optimista. El padrón de seguro de desempleo va a la baja y Trump está haciendo un trabajo importante para reactivar la economía de cara a las elecciones presidenciales del 3 de noviembre”, apunta. Un 16% de los migrantes mexicanos trabaja en la construcción, según datos del think-tank Pew Research Center para 2017, un sector que varios Estados consideraron “esencial” y, por tanto, no paró. Otro 5,8% de los migrantes se dedica a trabajos agrícolas, que tampoco se detuvieron pese a la pandemia. La Casa Blanca decidió otorgar cartas de trabajo “esencial” a jornaleros, en su mayoría migrantes sin papeles.
La recuperación del vecino del norte se da mientras el país latinoamericano continúa estancado en una crisis profunda. La informalidad ha aumentado y 11 millones de mexicanos corren el riesgo de caer en la pobreza extrema, según estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social. Además, la emigración mexicana ha vuelto a subir después de años de retroceso. El 78% de los detenidos en julio en la frontera sur de EE UU fueron mexicanos, en su mayoría hombres solos, según reportaron las autoridades fronterizas de ese país.
En este contexto, el economista Carlos Heredia, profesor en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), atribuye el aumento “contraintuitivo” de las remesas a un “grito de auxilio” de las familias de los migrantes. “La crisis en México, que apenas empieza, ha dejado a mucha gente sin medios. No ha habido un solo programa de apoyo a los empleadores. Aunque en Estados Unidos también hay contracción, ha habido más subsidios y acceso a fondos federales y estatales”, apunta.
En medio de indicadores poco alentadores, la fortaleza de los envíos de dinero ha dado el toque de optimismo a las “mañaneras” presidenciales. Pese a no ser producto de la acción gubernamental, López Obrador se ha referido a menudo a estas cifras al defender las medidas tomadas para enfrentar la crisis. “Con el aumento de las remesas que envían nuestros paisanos desde Estados Unidos a sus familiares, con los programas de bienestar y los créditos que estamos otorgando a los de abajo, la pandemia no ha desembocado en hambruna ni en escasez de alimentos ni en asalto”, ha subrayado este martes durante su segundo informe de Gobierno.
Si bien las remesas son un parche importante para tapar agujeros en las cuentas familiares, su contribución al crecimiento es limitado, apuntan los expertos. El Gobierno mexicano no las grava, por lo que no hay un efecto inmediato en las finanzas públicas. “Son fundamentalmente para comer y cubrir necesidad básicas; no necesariamente inciden en la inversión fija bruta o la tasa de crecimiento”, dice Heredia. Martínez coincide: “Es un paliativo que ayuda a subsistir, pero no es una riqueza creada dentro del país y no resuelve el problema estructural de bienestar de la familia”. En Atlixco, Judith Alonso empezará pronto a hacer las compras de cara a las festividades de Día de Muertos. Canela, azúcar y harina para las decenas de panes dulces que espera vender. “Es la mejor época del año para nosotros, pero los clientes nos dicen que el altar no lo van a poner como años atrás. Pensamos que no va a ser lo mismo”.