Charles Kimber, portavoz de la forestal Arauco: “El clima para el inversionista en Chile hoy no es el adecuado”

El gerente de Personas y Sustentabilidad se refiere a Sucuriú, la millonaria inversión que la firma hará en Brasil. Señala a los incendios y a la violencia en Macrozona sur entre los factores que no permiten realizar “proyectos grandes” en el país

Charles Kimber, portavoz de la forestal Arauco en Santiago (Chile). El 4 de octubre de 2024.Cristobal Venegas

Hace un par de semanas Empresas Copec informó la inversión más grande de la historia de su filial Arauco, la forestal, por 4.600 millones de dólares. El montante se utilizará para construir una planta de celulosa del proyecto Sucuriú en el estado brasileño de Mato Grosso del Sur que tiene previsto ponerse en marcha el segundo semestre de 2027. Charles Kimber, gerente de Personas y Sustentabilidad de Arauco, explica que no evaluaron hacerlo en Chile porque no tienen la capacidad de poder plantar la cantidad necesaria de árboles y el precio de la tierra está cada vez más alto. “No existe el espacio”, afirma en su oficina en el barrio residencial de El Golf, en la zona oriente de Santiago. En esta entrevista aborda la “debilitada” industria forestal chilena y cómo ha impactado la violencia y el crimen organizado, entre otros, a la inversión en La Araucanía y alrededores, zona histórica del reclamo de tierras ancestrales del pueblo mapuche, donde el conflicto se ha complejizado en los últimos años con delitos como el robo de madera y el narcotráfico.

Pregunta. ¿Por qué decidieron hacer la mayor inversión de su historia en Brasil?

Respuesta. Brasil es el principal productor del mundo de fibra corta, que en los últimos 25 años ha ido creciendo en cuanto a producción, aceptación y adecuación de los clientes para usarla más que fibra larga. La celulosa, los papeles se hacen en base a unas combinaciones de fibras largas con fibras cortas. Por lo tanto, estar en Brasil, donde están nuestros principales competidores, las plantas de mayor tamaño y más eficientes, es una buena manera de proyectarnos en el largo plazo. También tenemos que estar diversificados geográficamente. No podemos tener todos los huevos en una sola canasta. Tenemos fábricas de celulosas en Chile, Argentina, Uruguay y ahora Brasil.

P. ¿Cuánto tardó en materializarse el proyecto desde que pidieron el primer permiso?

R. Comenzamos plantando árboles hace 10 años pensando en tener una planta de celulosa y hace dos años nos acercamos al gobierno del Estado Mato Grosso del Sur. Inicialmente era una planta de 2,5 millones de toneladas y ahora estamos invirtiendo para una de 3,5 millones. Firmamos con el gobierno de Mato Grosso del Sur un acuerdo de entendimiento para indicar nuestro interés e iniciar el proceso de obtención de los permisos ambientales, industriales y así poder construir la fábrica y obtener nuestro permiso de operación. El estudio de impacto ambiental fue aprobado en 14 meses.

P. Hasta que esté operativa serán cinco años desde el primer permiso. ¿Cuánto habría tardado en Chile?

R. Como referencia, el proyecto MAPA, que hasta ahora ha sido la inversión más grande que ha hecho Arauco en su historia, de 3.000 millones de dólares, fueron 10 años. Tuvimos una pandemia en el medio que nos hizo demorar un año. Y Sucuriú es más grande.

P. A raíz del proyecto Sucuriú, el seremi de Economía de la región Biobío, Javier Sepúlveda, dijo que esperarían que “esos esfuerzos que hacen las empresas fuera de Chile también se hagan en el territorio que las vio nacer” ¿Qué responde?

R. Arauco tiene activos por aproximadamente 18.000 millones de dólares, un 70% están en Chile. Acabamos de concluir el proyecto más grande de la historia de nuestra compañía y forestal de la historia de Chile, que fue MAPA. Está operando desde hace 18 meses. Hace tres meses anunciamos la inversión en una planta de OSB, que es un material de construcción para la industria de construcción en Cholguán. Tenemos aprobado un estudio de impacto ambiental para un parque eólico al sur de Arauco, que sería una inversión de unos 250 millones de dólares. Ese proyecto se judicializó producto del reclamo de comunidades en contra del sistema de evaluación ambiental. El Comité de Ministros falló en enero a favor de la empresa, pero todavía estamos esperando que se redacte el acuerdo de la Comisión de Ministros. Esta es una empresa chilena y el compromiso con Chile se mantiene intacto, pero aparecen oportunidades en el mundo.

P. Para el 2025, de la torta de inversión que tienen presupuestada, ¿qué tajada se queda en Chile?

R. Con Sucuriú ahora aprobado, un 50% de los poco más de dos mil millones de dólares irá al proyecto y unos 500 millones se invertirán en proyectos varios en Chile. El resto, otros 500 millones aproximadamete va an Argentina, Brasil, México y Estados Unidos.

P. ¿Cómo ha variado esa inversión en los últimos cinco años?

R. Decrece [la inversión] porque MAPA fue muy importante, se comió una buena parte de los últimos cinco años. Pero en temas de madera tenemos proyectos de crecimiento en Chile, como la planta OSB y a fines de 2022 iniciamos la planta Highland, de materiales de construcción. También estamos siempre haciendo inversiones en nuestras plantas. Celulosa Arauco también requiere de inversiones de capital para modernizar equipos, mantenciones, pero fábricas nuevas de [gran] tamaño no, porque no tenemos la fibra disponible. En Chile los incendios, el robo de madera, las usurpaciones, la violencia y la falta de incentivos para plantar ha hecho que la oferta de bosque haya bajado de 2,4 millones de hectáreas a un poco menos de dos millones de hectáreas en los últimos ocho años. Esa baja disponibilidad de fibra no permite que se puedan hacer proyectos grandes como sí se están haciendo en otros países. Hemos sufrido una inestabilidad en los últimos 10 años en Chile que ha hecho que en este sector no se invierta. Las empresas grandes sí lo hacen, pero no los particulares, los pequeños y los medianos.

P. De esos cinco puntos que dice que han mermado la industria, ¿cuál es el que afecta cada vez más?

R. Los incendios son un tema de tremenda preocupación. Ahí lo importante es el trabajo colaborativo de alto nivel entre distintas organizaciones, tanto empresas forestales con sus brigadas y equipamiento, como el sector público, Conaf, las autoridades locales, regionales, bomberos y así. Hay un trabajo diseñado que se implementó muy bien el año pasado. El robo de madera ha bajado sustancialmente los dos últimos años por una buena acción de los organismos de investigaciones: Carabineros, fuerza pública, fiscales y los jueces. Hay mucha gente ya procesada por robo de madera.

Charles Kimber, portavoz de la forestal Arauco.Cristobal Venegas

P. ¿Esa baja se le atribuye a la gestión de este Gobierno?

R. Sin duda hay un reconocimiento al trabajo que se ha hecho durante este Gobierno para bajar. La actividad criminal y de reivindicación de tierras también han ido disminuyendo. No solamente hay que controlar, vigilar, estar protegiendo, sino que también hay que ofrecer caminos alternativos, y a medida de que el Estado se involucre más directamente para encontrarlos, es una cosa positiva. Pero sigue habiendo zonas, especialmente en el sur del Biobío, la Araucanía y de la provincia de Arauco, donde no se puede operar porque hay grupos que están muy relacionados con el crimen organizado, que mantienen una soberanía. Es difícil no solo operar, sino que transitar.

P. ¿Cómo describe la salud de la industria forestal chilena?

R. Está debilitada, en particular, en dos áreas: en el desarrollo de plantaciones para futuras industrializaciones y en cuanto a la pequeña y mediana industria. Ellos en general no han invertido aguas arriba en cuanto a bosques. Siempre han comprado bosques y troncos, materia prima de terceros y hoy esa industria, la de la oferta de materia prima, se ha reducido.

P. La Comisión de Economía de la Cámara de Diputados despachó el proyecto de ley marco de autorizaciones sectoriales, conocido como ‘permisología’, que hoy está en manos de la Comisión de Hacienda. ¿Qué le parece hasta ahora?

R. Que en Chile sigue demorándose mucho la obtención de los permisos ambientales. No estamos con un alto estándar que cuide y proteja el medio ambiente y a la vez permita el desarrollo y acelere iniciativas productivas. Una ecuación que parece ser antagónica, en muchos lugares del mundo no lo es. Un buen ejemplo de eso es Brasil, Estados Unidos, Uruguay, donde hemos hecho inversiones y la autoridad ambiental y las autoridades sectoriale, trabajan con el interés de que se hagan los proyectos con el debido cuidado y resguardo de las condiciones ambientales, como también sociales y económicas.

P. ¿Cree que el proyecto de ley de ‘permisología’ no apunta a lograr eso?

R. No, yo creo que no apunta a eso, no está dicho con esa claridad. Lamentablemente, en Chile hemos generado una cultura donde la parte regulatoria de los permisos ambientales desconfía de la actividad productiva y económica. Sin duda el privado tiene que hacer su trabajo lo suficientemente bien para generar esa confianza, pero acá nos tenemos que poner de acuerdo rápido porque en otros lugares estamos compitiendo contra gente que sí lo ha logrado.

P. ¿Piensa que si se aprueba la ley de permisología no va a haber el cambio que requiere Chile?

R. Puede ser que la ley marco de autorizaciones sectoriales sea una condición necesaria, pero no suficiente. Se requiere de un respaldo explícito de que el desarrollo económico y el crecimiento es importante. Eso no se escucha. Estamos todavía con dos bandos distintos. Tienes a la CPC, la Sofofa, y a otros que dicen eso. Y por el lado el Gobierno y el regulador de los servicios que dicen que están mejorando sus sistemas y la permisología para que los proyectos puedan avanzar.

P. ¿Qué se necesita?

R. Una convicción de que el crecimiento económico y la inversión es importante para el país. Eso requiere de una condición necesaria que disminuya la permisología, pero también de que haya una voluntad política, que estemos promocionando, que estemos todos trabajando en la dirección de hacer que entren más inversiones y que inversionistas que ya están aumenten sus inversiones. También está la inseguridad y los cinco temas mencionados anteriormente en nuestro caso particular, pero el clima para el inversionista en Chile hoy no es el adecuado. Y, por lo tanto, es necesario que mejore la permisología, pero no es suficiente.

P. ¿Por qué no es el clima adecuado?

R. Está fuertemente el tema de inseguridad. Pero cuando tengo cinco o seis frentes en que no están muy claros ninguno, tengo una tormenta perfecta para ahuyentar a los inversionistas. Necesitamos seguridad, que las instituciones funcionen bien, que tanto la derecha como la izquierda se ordenen. Necesitamos bajar los escándalos, tener certeza en materia de permisología, trámites más rápidos. Que todos funcionemos mejor, un Estado que funcione mejor. Una combinación de estas cosas nos está impidiendo ser lo suficientemente atractivos como para atraer a inversionistas.

P. Las cifras de inversión extranjera no han sido negativas en los últimos años.

R. No han sido negativas, pero están básicamente orientadas a dos sectores: la minería y la energía. Y Chile tiene que desarrollar más conocimiento, más habilidades productivas en muchos sectores. La energía es esencial para el desarrollo del país, pero estamos con un problema muy importante en cuanto a transmisión y vemos que cuando tenemos desastres naturales, también hay de distribución. El cobre también es muy importante, pero hay que diversificar la producción. En cuestiones de litio nos hemos quedado atrás. La industria forestal es un muy buen ejemplo, una en la cual no se ha podido invertir en los últimos años. La forestación ha decrecido. Hay que fomentar un ecosistema de emprendimiento y de crecimiento económico. Y necesitamos crecer más rápido, estamos creciendo a cifras muy mediocres.


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