Camila Vallejo: “Más que discutir sobre un perro, el asunto está en fortalecer al Estado para enfrentar la criminalidad”

La ministra portavoz sostiene que el Gobierno de Boric espera que la oposición abandone su “posición original” de “atrofiar” a la Administración de izquierdas

Camila Vallejo en el Palacio de La Moneda.Cristóbal Olivares

El Gobierno de Gabriel Boric cruzó en marzo pasado la mitad del mandato y ahora, avanzando en el tercero de los cuatro años, la Administración de izquierdas pone el acento en la economía y en la seguridad, junto con intentar sacar adelante –con mucha dificultad– dos reformas: la de pensiones y el pacto fiscal. Tiene el tiempo en contra: 2024 y 2025 estarán marcados por nuevas elecciones, incluyendo la presidencial el próximo año. Es el contexto en que la ministra portavoz, Camila Vallejo (36 años, Santiago) recibe a EL PAÍS en una oficina en el Palacio de La Moneda, tras unas semanas difíciles...

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El Gobierno de Gabriel Boric cruzó en marzo pasado la mitad del mandato y ahora, avanzando en el tercero de los cuatro años, la Administración de izquierdas pone el acento en la economía y en la seguridad, junto con intentar sacar adelante –con mucha dificultad– dos reformas: la de pensiones y el pacto fiscal. Tiene el tiempo en contra: 2024 y 2025 estarán marcados por nuevas elecciones, incluyendo la presidencial el próximo año. Es el contexto en que la ministra portavoz, Camila Vallejo (36 años, Santiago) recibe a EL PAÍS en una oficina en el Palacio de La Moneda, tras unas semanas difíciles para Chile y el Ejecutivo. La muerte de un soldado conscripto del Ejército y el asesinato de tres carabineros, el crimen de mayor gravedad en este contexto en la historia reciente, mantiene la seguridad pública en el centro del debate político.

En esta conversación, Vallejo insiste en la necesidad de alcanzar acuerdos con una oposición que califica de “obstruccionista” y “sin propuestas”. Aunque el diálogo arranca con una noticia que la ministra quiere destacar: Chile y la UNESCO fueron la semana pasada los anfitriones del Congreso del Día Mundial de la Libertad de Prensa, con la participación de 3.000 personas y 200 ponencias, donde se abordó la desinformación que se propaga en el mundo en relación a la crisis climática. “Se reforzó mucho ese asunto. También el tema que el año pasado tratamos de instalar, un poco contra viento y marea, de la desinformación en plataformas digitales. Destacados líderes internacionales, incluso una premio Nobel de la Paz, señalaban que tenemos un fenómeno que es global y que debemos enfrentarlo con seriedad”, asegura Vallejo, militante comunista, compañera de luchas de Boric desde las protestas universitarias de 2011. “La verdad que es que el balance del encuentro es muy, muy positivo”, agrega.

Camila Vallejo, el 9 de mayo.Cristóbal Olivares

Pregunta. Quedan menos de dos años de Administración y se avecinan elecciones importantes. ¿En qué momento está el Gobierno?

Respuesta. Ya iniciado el tercer año, se trata no solamente de enfrentar las urgencias y las prioridades ciudadanas, sino de concretar compromisos, tener resultados. El esfuerzo del Gobierno está centrado en acelerar las gestiones para apuntalar el crecimiento –que ya se proyecta positivo para este año y para 2025, sobre el 2%, lo decía el FMI– y en la concreción de acuerdos en materia legislativa, donde necesitamos a la oposición, al Parlamento, para destrabar temas tan prioritarios como las pensiones o la mejor distribución de la riqueza para sostener políticas públicas que son demandadas por la ciudadanía. Esto, descontando obviamente la agenda de seguridad, que es parte sustantiva del plan de acción del Gobierno, junto con educación, salud. Nuestro énfasis seguirá siendo profundizar la concreción de estas materias mediante acuerdos.

P. El presidente lleva meses llamando a acuerdos en torno al pacto fiscal y pensiones. ¿Hay un cambio de estrategia considerando que el tiempo apremia?

R. La estrategia es poner la pelota en el piso y decir, ‘ok, ya estamos en la recta final y hay que resolver’. Todo esto no depende exclusivamente del presidente o su equipo. Una parte importante depende de la contraparte. Lo que nosotros esperaríamos es que la oposición deje su posición original, de cuando asumimos, de atrofiar al Gobierno, obstaculizarlo, negarle la sal y el agua. Y pase a ser una oposición más constructiva que plantee propuestas. Hasta la fecha, por ejemplo, la oposición dice no al 6% de seguridad social en pensiones, ni siquiera el 3% [a solidaridad y otro 3% a las cuentas individuales de los trabajadores]. Es solo una negativa. Hoy día avanzamos en que haya un cronograma acotado para resolver las distintas temáticas de la reforma, pero todavía no vemos propuestas.

P. Una de las propuestas de la oposición es fortalecer la Pensión Garantizada Universal (PGU) y defienden que la ciudadanía no quiere que ningún porcentaje de los propuestos (6% o 3%) de su capitalización individual vaya a la seguridad social.

R. Bueno, la ciudadanía también rechaza en un 80% a la oposición, pero no vamos a negar el rol clave que tiene en esta discusión. Dicen que aumentemos todo por PGU, pero no establecen cómo lo financiamos, más bien rechazan la idea de subir los impuestos a la renta, que son a las personas más ricas. Y han dicho incluso que bajemos los impuestos a la empresa, cuando el pacto fiscal ya contempla una rebaja para que esos recursos las compañías lo utilicen en una reinversión productiva, de innovación y desarrollo tecnológico. Es una oposición que todavía carece de propuestas sustantivas para resolver los mismos problemas que ellos dicen que hay que resolver.

P. ¿Por qué cree que en la última encuesta Cadem el presidente Boric bajó seis puntos su aprobación, que se había mantenido en el 30%?

R. Tenemos en general, por parte de la ciudadanía, una valoración más negativa que positiva a los distintos representantes de la política, sea del Ejecutivo como del Parlamento o los partidos. En la Cadem efectivamente es bajo el 30, en la encuesta Criteria sobre el 30, pero miremos el panorama completo. Tenemos una desconfianza y descontento con la capacidad de las instituciones políticas de resolver los problemas de la gente. Y volvemos a la necesidad de los acuerdos, porque hoy día podemos ser nosotros, mañana otro Gobierno, otro Parlamento, oposición-oficialismo se cruzan. Si no lo hacemos, el descontento aumenta y también las soluciones fáciles y autoritarias de aquellas personas que aparecen de la noche a la mañana diciendo: ‘Yo vengo a solucionar todo, cerramos el Parlamento, no tengamos deliberación democrática’. Lo que está en juego, más allá de nosotros, del presidente o de este Gobierno, es la capacidad de una democracia de legitimarse como herramienta de solución a los problemas cotidianos de las personas.

P. Reconocía en una entrevista reciente que habían sido días difíciles para el país y, por ende, para el Gobierno. ¿Cómo le cayó a la izquierda el distanciamiento del presidente del llamado ‘perro matapacos’, uno de los símbolos del estallido social de 2019?

R. Es evidente que la discusión sobre el perro, símbolo del estallido y previo del estallido, es un tema muy anterior a la declaración del presidente. Hace rato se viene tratando de encapsular la discusión de seguridad en torno a símbolos que se levantaron en el estallido, como si fueran el origen de los problemas de criminalidad en nuestro país. Lo que hace el presidente no es crear la discusión, sino que trata de decir ‘ok, esto no puede ser una justificación’. Él nunca festinó con esa figura que representa para distintas personas cosas distintas. Lo importante es que cuando hablemos del estallido, no hablemos solo de la violencia que se vivió ahí y reconozcamos que, incluso la actual oposición, valoraba la manifestación social. Entonces volvamos al tema de fondo. Un tema de fondo es, evidentemente, la seguridad. Y la seguridad, hoy día, está en un punto de máxima preocupación porque la violencia del crimen organizado viene creciendo desde por lo menos el 2018 en nuestro país y lo que tenemos que hacer ahora, más que discutir sobre un perro, es ver cómo seguimos fortaleciendo las capacidades del Estado para enfrentar esa criminalidad. Otro tema de fondo es la distribución de la riqueza. Parte importante para transformar las condiciones de vida es crecer económicamente, pero también distribuir.

Camila Vallejo en Santiago de Chile, este jueves.Cristóbal Olivares

P. ¿A qué se refiere con que desde hace tiempo hay gente que busca encapsular la discusión de seguridad en torno a símbolos como si fueran el origen de la criminalidad?

R. Un símbolo significa algo positivo para algunos, pero también puede significar algo negativo para otros. Y efectivamente el nombre que se le puso al perro es ofensivo, por ejemplo, para probablemente las familias de carabineros, para la propia institución. Para otros significa un momento donde la ciudadanía se expresó, donde reivindicó sus posiciones. Pero es cierto que también hay muchos que utilizan este símbolo como chivo expiatorio para no hablar del origen real de la violencia y criminalidad que estamos viviendo y que responde al crimen organizado, que no se sostiene por símbolos, sino por un negocio del dinero, de la droga, de la trata de personas, de la búsqueda de control territorial. La evidencia da cuenta que el crimen organizado ha ido evolucionando desde antes del estallido.

P. Y en términos más generales, ¿en qué quedó el estallido de 2019? Hay quienes dicen que estamos igual, que fue en vano, o incluso que estamos peor...

R. Podría quedar en nada si nos permitimos olvidarnos de las causas subyacentes de este estallido. Y va a ser pan para hoy y hambre para mañana, porque si no resolvemos los problemas, el malestar solo se va a agudizar. El problema de la falta de oportunidades, de desarrollo de las personas en mayor libertad, mayor seguridad, puede agudizarse. Si queremos que Chile progrese, no hay que olvidar las causas subyacentes del estallido social. Hay que hacerse cargo de ellas. Hemos avanzado, sí. Cuando entramos al Gobierno teníamos un ausentismo escolar brutal, hemos ido recuperando el reingreso al sistema escolar, mejoramos el SIMCE, pero falta. En salud hicimos una mejora de la gestión para disminuir el tiempo en las listas de espera, pero si no tenemos pacto fiscal para financiar mejores condiciones, va a seguir siendo un problema. Con las 40 horas [máximas de trabajo a la semana] vamos avanzando en un cambio transformador en las condiciones de las y los trabajadores. El royalty minero es una forma de recuperar cierto grado de soberanía y descentralización en la distribución de la riqueza. Si vemos todas las necesidades pendientes, decimos, ¿cómo las resolvemos? No hay ningún ejemplo que no cueste recursos, movilizar al Estado y al mundo privado.

P. Cuando cumplieron dos años de Gobierno pusieron mucho énfasis en querer entregar un país más normalizado en materia de seguridad. ¿Cree que hoy está más normalizado?

R. Quiero basarme más en los hechos que en la sensación, porque tenemos una sensación muy grande de inseguridad porque todos los días conocemos hechos violentos. Pero si uno compara lo que teníamos al día uno versus ahora, vemos que las condiciones para trabajar de las y los carabineros son mucho mejores. Tenemos el 50% de la flota vehicular renovada, vamos a terminar con el 100%. Que tengan autos blindados. Por fin tenemos un informe consolidado de las cifras de homicidio que antes estaban dispersas en diferentes instituciones y se contradecían. Ha bajado la tasa de homicidio en 11 regiones. ¿Es mejor que antes? Sí. ¿Es suficiente? No.

P. Claro, preguntaba sobre el término normalizado...

R. Diría más que normalizar en materia seguridad, porque nunca podemos naturalizar ni normalizar la violencia, es lograr frenar el alza. Y ojalá hacerla retroceder.

P. El 27 de abril asesinaron a tres carabineros, un hecho inédito en la historia reciente.

R. Sí, es buen ejemplo ese porque no solo fue terrible el hecho, sino porque se da en un territorio donde se había logrado disminuir la violencia rural y eso se estaba percibiendo por parte de las propias autoridades, la ciudadanía y la misma policía. Se veía una tendencia en la baja que llegaba a más del 30%. Obviamente este hecho generó un antes y un después. Más que decir ‘ok, volvemos al alza’, estamos enfocados en reforzar todas las medidas para volver al escenario de disminución. Necesitamos encontrar a los responsables, juzgarlos, encarcelarlos, sumado a la presencia militar y policial en este despliegue estratégico que hemos diseñado con el Estado de excepción.

P. ¿Qué le parece el liderazgo de Evelyn Matthei?

R. Es representante actualmente de la derecha chilena, y yo lo que esperaría es que cuando entremos en la discusión presidencial, todas las candidaturas puedan expresar su posición y su proyecto de país. Hoy no estamos en ese escenario y no nos corresponde a nosotros hablar de futuras candidaturas o de un determinado liderazgo. Lo que sí esperamos de la oposición en su conjunto es que deje las posiciones más obstruccionistas y tenga liderazgos o posiciones más constructivas. Nos referimos no solo a presentar titulares, porque esos no son soluciones, sino que propuestas concretas. En general, todo el mundo valora a las oposiciones más constructivas que reaccionarias.

P. ¿Y ahí hay algún mea culpa de la oposición que usted ejerció?

R. Yo hice muchas propuestas durante mi periodo legislativo. Las 40 horas fue una oposición muy constructiva. El proyecto de impuestos a los superricos también. Originalmente estuvo en el pacto fiscal, pero la oposición no lo quería y en pos de llegar a acuerdo finalmente se sacó. Nosotros hemos hecho autocríticas en declaraciones, pero mi oposición siempre fue de propuestas.

P. Al presidente se le critica por cambiar de opinión. ¿A usted qué le parece reinventarse durante el mandato?

R. Siempre el arte de gobernar o de hacer política requiere reflexión continua y no solamente creerse dueño de la verdad. Pero si uno se fija, estos llamados cambios de posición tienen mucho que ver con la discusión sobre instrumentos, pero la dirección nunca ha cambiado de nuestro presidente y de nuestro Gobierno. Cuando aplicamos el Estado de excepción en La Araucanía, en un momento dijimos “queremos levantarlo, nos parece inadecuado” y en las circunstancias en las que estábamos dijimos ‘ok, vamos a reponerlo’, pero de una forma distinta, que sea más efectiva. Nos criticaron por el famoso Estado de excepción acotado, pero ocupamos una estrategia distinta en la implementación del instrumento. Y cumplimos en cierto grado el objetivo de bajar la violencia, complementado con el plan buen vivir y con esta mesa transversal por la paz. Entonces sí, uno puede decir que los instrumentos van variando de acuerdo a los contextos, a los escenarios, pero la dirección de nuestro Gobierno sigue siendo la misma. Independientemente de los matices o las reflexiones sobre ciertos instrumentos o tonos, el horizonte sigue siendo claro. Estamos en este proyecto en conjunto pujando, no abandonando.

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