Huachipato en riesgo: con nervios de acero

Pese a ser uno de los candidatos al título, el club que representa a la siderúrgica podría sufrir una cruel paradoja: festejar en medio de la peor crisis productiva de la región del Bío Bío, que dejaría sin trabajos a miles de obreros

Seguidores del Huachipato FC, durante un partido el pasado 2 de septiembre.Huachipato FC

Hace apenas dos años, Huachipato, el club de fútbol que representa a los trabajadores de la siderúrgica más importante de Chile, debió irse a la Segunda División. Un polémico dictamen de la justicia deportiva y una posterior definición en cancha –que provocó un enorme escándalo arbitral– le permitieron mantenerse en la división de honor, pero arrojando un manto de sospehas sobre la influencia de su propietario, Victoriano Cerda, en las decisiones de la Federación chilena.

Hoy, dos años después, Huachi...

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Hace apenas dos años, Huachipato, el club de fútbol que representa a los trabajadores de la siderúrgica más importante de Chile, debió irse a la Segunda División. Un polémico dictamen de la justicia deportiva y una posterior definición en cancha –que provocó un enorme escándalo arbitral– le permitieron mantenerse en la división de honor, pero arrojando un manto de sospehas sobre la influencia de su propietario, Victoriano Cerda, en las decisiones de la Federación chilena.

Hoy, dos años después, Huachipato es uno de los más serios aspirantes al título de campeón, aunque una amenaza empaña la alegría: la empresa está a punto de quebrar, y ha solicitado ayuda al Gobierno de Gabriel Boric para sobrevivir a la crisis que inquieta a más de 20 mil trabajadores de una de las compañías más importantes de Talcahuano, en la región del Bío Bío.

Huachipato es una voz mapuche que significa trampa para cazar aves. Cuando con el impulso del Estado y los privados se creó la Compañía de Aceros del Pacífico, en 1946, se intentó apoyar a la construcción y la infraestructura del país, que demandaba gran cantidad de acero. El club deportivo nació al año siguiente, pero no fue hasta 1967 que logró su ascenso a la división mayor del fútbol.

Pese al nombre con raíz originaria, los símbolos de la institución son réplicas del escudo de los Steelers de Pittsburgh y los colores del Inter de Milán. Huachipato es el único cuadro campeón de la zona sur de Chile, logrando alzar la copa los años 1974 y 2012, zanjando así una vieja disputa con instituciones más representativas como Concepción, Fernández Vial, Naval, Lota Schwager o la más reciente Universidad de Concepción que no alcanzaron ese logro, por lo que el club, pese a tener menos hinchada, es el más poderoso de la región.

Siempre amparado por la empresa, tuvo estadio propio, adecuadas instalaciones, una política de captación de los valores jóvenes y activa representación internacional, con dos Copas Libertadores y cinco Sudamericanas. Todo cambió, sin embargo, cuando la siderúrgica, acogiéndose a la nueva legislación, transformó al club en una sociedad anónima deportiva.

Pese a que en los registros oficiales el Club Deportivo Huachipato, a través de sus socios, sigue teniendo un porcentaje mayoritario de la propiedad, sus verdaderos dueños, como acontece en casi todos los clubes del fútbol chileno, son un misterio. Victoriano Cerda, un empresario vinculado al mundo de las aseguradoras de salud y con empresas dedicadas a la inversión financiera en paraísos fiscales, siempre asumió la representación públicamente y ante la Asociación Nacional, aunque también habría poderosas e influyentes empresas de gestión de futbolistas detrás de la sociedad.

El negocio esencial de los inversionistas es, precisamente, la venta de jugadores, y no ha sido casual que el club transfiera a sus principales figuras. Su comprador preferente de los últimos años ha sido la Universidad de Chile. Y este año, pese a estar disputando el título, no trepidó en vender a su principal figura, Javier Altamirano, a Estudiantes de la Plata.

La emergencia que hoy vive la empresa siderúrgica no golpea directamente al club, que sólo sigue ocupando sus dependencias. Pero la eventual cesantía de miles de trabajadores directos o indirectos, y el eventual efecto dominó que provocaría el cierre de la usina en la región, ponen en alerta a una zona económicamente muy deprimida del país. El factor primordial que esgrimen sus autoridades es que el acero subvencionado chino llega al país con un precio inferior al orden del 40 por ciento, lo que hace inviable la competencia sin protección estatal. Una mesa de trabajo busca soluciones para una situación compleja, que implica decisiones estratégicas para una economía global que se resiste a financiar la iniciativa privada.

Pese a su exitosa campaña de la temporada, las asistencias al estadio (construido totalmente de acero) no superan las cuatro mil personas de promedio. La sobrevivencia está severamente comprometida, en un año generoso en la cancha, pero inquietante en las tribunas.

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