Claudia Ortiz, líder de la oposición a Bukele: “El Salvador está transitando hacia un régimen autoritario”
La diputada retrata en entrevista con EL PAÍS el estado actual de la oposición salvadoreña, denuncia que sufre acoso y relata sus temores por vivir en un país sin garantías judiciales
Claudia Ortiz (San Salvador, 38 años) se ha convertido en la figura política más visible de la oposición a Nayib Bukele en El Salvador. Su capital político está lejos de equipararse con la maquinaria propagandística y la popularidad abrumadora del presidente, pero hoy es la única dirigente que en el país se menciona como una posible opción de una posible era postbukele. El panorama, en cualquier caso, parece lejano. Bukele mantiene bajo su control los tres poderes del Estado, incluida la Asamblea Legislativa, en la que Ortiz es diputada. En 2023, los legisladores alineados con el presidente redujeron el número de escaños de 84 a 60, elevando el umbral de votos necesarios para ocupar un asiento. La maniobra terminó de arrasar a los partidos tradicionales: ARENA, la derecha, quedó reducida a dos diputados, y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que había ocupado la presidencia antes de Bukele, prácticamente desapareció del mapa político.
Ortiz, elegida en las listas de Vamos, una suerte de tercera vía, salió, en cambio, fortalecida. Su caudal de votos creció y en las elecciones de 2024 se convirtió en la opositora más respaldada del país. Aun así, decidió no enfrentarse a Bukele en la contienda presidencial. En esta entrevista con EL PAÍS, realizada por videoconferencia, Ortiz retrata el estado actual de la oposición salvadoreña: denuncia que ni siquiera tienen acceso a información básica, como la agenda de reuniones; admite que sufre acoso y teme vivir en un país sin garantías judiciales; e incluso confiesa que consideraría el exilio si llegase a abandonar la política.
Pregunta. ¿Cómo es ser diputada de oposición en El Salvador?
Respuesta. Es un desafío muy grande. No estamos haciendo política en una situación normal. Hay bloqueo institucional, hay violaciones a mis derechos políticos: no tengo acceso a toda la información necesaria para poder evaluar de la mejor forma las iniciativas de ley, en algunos casos porque son presentadas de forma exprés. No tenemos acceso a las agendas de las reuniones, no sabemos con anticipación qué se va a discutir. Y aun así hemos aprendido a desarrollar algunas habilidades para olfatear y decir ‘bueno, seguramente esto es lo que viene en agenda porque hay señales de eso’. Pero es complejo porque, en la medida en que hago mejor mi trabajo de contarle las costillas al poder, de hacer contraloría, de evidenciar estos esquemas legalizados de corrupción o de denunciar violaciones a derechos humanos, corro más riesgos.
P. ¿A qué riesgos se refiere?
R. Es un todo. Me refiero tanto a que soy víctima constante desde hace años de una maquinaria que genera un discurso de odio hacia mi partido. Desde el más vulgar troll hasta el mismo Diario El Salvador [periódico de propaganda del Gobierno]. En segundo lugar, porque estamos trabajando en un contexto donde no hay ninguna garantía para ningún ciudadano. El hecho de ser parlamentaria hoy por hoy tampoco me implica una protección especial. Desde aquí vemos cómo muchos ciudadanos han optado por el silencio, por el exilio o el autoexilio.
P. Usted ahora goza de fuero político por ser diputada. Si perdiera su curul en las próximas elecciones, ¿consideraría exiliarse del país?
R. Es difícil contestar sin estar en la situación concreta. Lo que puedo decirle es que lo último que quiero es irme de mi país. Pero, evidentemente, después de toda la labor que he hecho, de todas las denuncias, de mi discurso, evidentemente, mientras más hago mi trabajo, más riesgos corro. Y, pues… tendría que evaluar hacerlo. Estoy consciente de que enfrentaría un gran riesgo.
P. ¿No cree que ser oposición en este momento es como jugarle el juego a un Gobierno que le huye al mote de dictadura?
R. Yo creo que hacerle el juego sería ser complaciente con las posiciones del Gobierno, guardar silencio o hablar de cosas intrascendentes. En nuestro partido siempre hay una posición clara y hemos asumido el costo político o el costo de difamación que nos han hecho por tener una posición clara, por ejemplo, con el régimen de excepción y con que existe una mejor manera de brindar seguridad. Ninguna de nuestras posiciones han ido en línea de legitimar lo que se está pasando, sino todo lo contrario: denunciar la falta de democracia y la deriva autoritaria de El Salvador.
P. ¿Por qué es necesario revocar el régimen de excepción?
R. El régimen de excepción no es una política de seguridad. En sentido estricto, es la suspensión de tres garantías constitucionales a toda la población salvadoreña en el territorio nacional. Pero antes del régimen de excepción ya se podía perseguir al crimen. Se podía investigar a los criminales. Se les podía enviar a juicio y darles sentencia.
P. La gente no tiene miedo, sino pavor de que al quitar el régimen de excepción se libere a los pandilleros.
R. Hay que aclarar una cosa importante: el sistema de justicia penal de El Salvador ya ha sufrido tantas reformas que, incluso si se dejara de renovar el régimen de excepción, no habría manera de que las personas que están detenidas salgan libres. Lo que estamos viviendo no nos está llevando a más justicia, nos está llevando a menos justicia.
P. Hemos visto ya en varios casos que se está usando el régimen de excepción para perseguir a disidentes y opositores políticos.
R. El mandato a nivel de instrumentos de derechos humanos dice que si se va a aplicar un régimen de excepción tiene que estar limitado exclusivamente a la necesidad de restablecer el orden público. Entonces, que se le aplique el régimen de excepción y que no se le garanticen sus derechos constitucionales a Ruth López, a Enrique Anaya, al pastor José Ángel, a Alejandro Enrique y a otros es un exceso porque el régimen de excepción está limitado para ser aplicado específicamente a pandilleros.
P. ¿Usted considera que El Salvador es ya una dictadura?
R. El Salvador está transitando hacia un régimen autoritario, porque todas las señales están ahí. Hay concentración de poder, hay limitación de la libertad de expresión, de la libertad de prensa. No hay una división real de los poderes del Estado. No hay una contraloría real entre poderes del estado. Y creo que de las cosas más graves es que no existe ninguna institución en El Salvador que vele por los derechos de los ciudadanos. La vía electoral está sumamente comprometida... Eso configura los elementos de un sistema político autoritario.
P. ¿Eso es una dictadura?
R. Es lo mismo decir un régimen autoritario que una dictadura. Es una dictadura, lo que pasa es que está en proceso de evolución. Tal vez no sea algo consolidado totalmente, pero es un régimen autoritario que, en el fondo, es lo mismo que una dictadura. Lo que pasa es que todavía existen espacios donde la gente puede luchar para revertir eso. Algunas personas dicen que murió la democracia, pero derrotarnos y dar todo por perdido sí es hacerle el juego al autoritarismo. A mí me parece que decir ´bueno, ya no hay nada que hacer’ es seguirle el juego. Como líder política y que mi rol no es ser pesimista, sino alimentar la esperanza.
P. Hace unas semanas, usted presentó una demanda de inconstitucionalidad en contra de la reelección indefinida de Bukele a una Corte Suprema de Justicia controlada por Bukele. ¿No cree que esto, lejos de funcionar, le puede traer más riesgos?
R. Riesgos asumo todos los días. Pero esa demanda era algo que había que hacer porque sienta un precedente.
P. ¿Usted quiere gobernar El Salvador?
R. Correcto.
P. ¿Quiere ser presidenta?
R. Me parece que todo político, todo proyecto político, líder de proyecto político, si se involucra en esta actividad, lo hace para poder llegar al poder. Porque queremos poner en la práctica los ideales y la visión de país que se ha construido, que se tiene.
P. En las elecciones pasadas había una fuerte expectativa de que usted iba a ser candidata presidencial. ¿Se lo propusieron? Y s fue así, ¿por qué no aceptó?
R. Sí me lo propusieron. Y no acepté porque la visión estratégica que teníamos como proyecto político en ese momento específicamente era la Asamblea Legislativa.
P: ¿Tiene pensado participar como candidata a la Presidencia en 2027?
R. No lo tengo definido por el momento. Esa decisión la vamos a tomar como partido con una mirada estratégica pensando en qué es lo mejor para la gente para el país. No sabemos todavía en qué modalidad (alcalde, diputado o presidencial). Lo que tenemos definido es que vamos a participar.