Ataque terrorista en Europa
La explosión de una potente bomba en el centro de Oslo mató ayer al menos a siete personas y causó heridas a decenas. Poco tiempo después, cuando los vecinos de la capital noruega observaban atónitos los efectos del estallido, un hombre disfrazado de policía acribilló al menos a 10 jóvenes en la pequeña isla de Utoya.
"Parecía un paisaje de guerra". Así describía en la tarde de ayer Einar Hagvaag, periodista del diario noruego Dagbladet, las inmediaciones de la sede del Gobierno en el centro de Oslo tras el ataque terrorista. "La primera planta casi ha desaparecido, los accesos han quedado destruidos", explicaba por teléfono con voz temblorosa.
La confusión rodeaba el bombazo y el posterior tiroteo que ayer estremecieron a Noruega, hasta ahora inmune a los atentados. Las autoridades solo acertaban a facilitar información tardía y a cuentagotas. La reivindicación del ataque por parte de un grupo desconocido, Colaboradores de la Yihad Global, acrecentó las sospechas de la autoría islamista.
Y al día 404 se hizo la luz. La clase política belga ha encontrado la fórmula para intentar salir del empantanamiento institucional en que vive el país desde las elecciones de 13 de junio de 2010. Ocho partidos, cuatro flamencos y cuatro valones, se han puesto de acuerdo para tantear a partir de la segunda quincena de agosto la formación de un Gabinete.
Mientras se espera con expectación el desenlace de este drama político del que depende la estabilidad de la economía mundial, los dos grandes protagonistas, demócratas y republicanos, calibran sus fuerzas, estudian opciones y calculan el precio que habrán de pagar por evitar que el 2 de agosto Estados Unidos se declare en quiebra.
Goran Hadzic, exlíder de los serbios de Croacia acusado de crímenes de guerra y contra la humanidad, fue extraditado ayer a Holanda, sede del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Después de una huida de siete años, ni siquiera recurrió la orden de entrega a la justicia internacional.
No todos los somalíes, de los 1.300 que llega cada día al campo de Dadaab, en Kenia, encuentran la ansiada ayuda para sobrevivir que necesitan. Muchos se encuentran con un obstáculo inesperado: la burocracia y el desbordamiento de los campos de refugiados.
Las manifestaciones contra el régimen de Bachar el Asad lejos de amainar crecen cada viernes en infinidad de ciudades de Siria. Y en Damasco, hasta ahora casi al margen de la rebelión, el ambiente se caldea. No lo ignoran las autoridades, que desplegaron ayer masivamente en varios barrios de la capital al Ejército antes del comienzo del rezo.