Apoteosis del perfeccionista
Dicen en el Madrid que Cristiano Ronaldo cada día se depila más las cejas, de modo que sus líneas pilíferas se han afinado hasta parecerse mucho al trazo de tinta china con el que el japonés Osamu Tezuka dibujó las de Astroboy. El portugués concibe la vida y el fútbol como un camino de perfeccionamiento continuo en el que cualquier detalle, cualquier pelo fuera de su sitio, puede acarrear desajustes de consecuencias tan impredecibles como desagradables.