Las denuncias más graves que realizó la Policía Municipal durante tres años y medio sobre las irregularidades de la discoteca Balcón de Rosales cayeron en saco roto. El lugar en el que unos porteros reventaron el corazón a un chaval de 18 años el sábado se escapó de la ley por un absurdo administrativo.
A los 33 años de la muerte del dictador Francisco Franco, Madrid sigue jalonado por hitos monumentales referidos a personas o hechos vinculados al golpe militar que desencadenó la Guerra Civil y aupó al poder su régimen. Hasta 194 calles de la ciudad mantienen los nombres más significados del levantamiento contra la legalidad republicana o unidos a su dictadura entre 1936 y 1975.
Un vecino del distrito de Chamartín, Antonio M. C., de 62 años, se encuentra en estado muy grave tras haber recibido un disparo de escopeta en el vientre. La víctima acababa de salir del banco y sus dos atacantes le siguieron hasta su domicilio, donde se colaron y le intentaron arrebatar el dinero que llevaba.
Los compañeros de Álvaro Ussía cerraron ayer con la delegada del Gobierno, Soledad Mestre, su ronda de reuniones con responsables políticos, informa Javier S. del Moral. Mestre les garantizó ayer la unidad de los políticos y les ofreció un plan específico de seguridad en las discotecas. "Colaboraremos con el resto de administraciones para mejorar cualquier aspecto jurídico, penal y policial que sea necesario", explicó.
Los que triunfaron ayer fueron los quiosqueros de Madrid. Tres años les ha costado cambiar la ordenanza municipal que regulaba un sector que aglutina en este momento a 900 quioscos en la capital. Llegaron a ser 1.300 hace 20 años, y eran 1.100 hace un año.
A casi 70 años del fin de la Guerra Civil, Madrid y algunos edificios institucionales conservan todavía, visibles, 194 placas de calles y un puñado de insignias urbanas, vinculadas directamente a la versión franquista de la contienda entre españoles. Se refieren a figuras y hechos del bando sublevado contra el Gobierno legítimo de la Segunda República y del régimen dictatorial consecutivo.
ABEL GRAU | Madrid
Una exposición rememora el hundimiento del 'Titanic' en 1912