Para que la vivienda sea más asequible y accesible hay que empezar por mejorar los sistemas de autobuses
El Gobierno de Estados Unidos ha comprometido 18 millones de dólares en 16 Estados para ayudar a planificar viviendas y barrios construidos en torno al transporte público. Pero eso solo debe ser un punto de partida y se necesita mucho más compromiso e inversión
Todos sabemos que estar sentados en el tráfico es una enorme pérdida de tiempo y dinero. De hecho, la media de los estadounidenses pasan más de una hora al día al volante, con un total de casi 93.000 millones de horas conduciendo al año. Todo este tiempo en el coche afecta gravemente a nuestra salud mental y física. También es bien sabido que la contaminación de los tubos de escape genera esmog que puede causar problemas de salud importantes como asma y enfermedades pulmonares, por no hablar de las 4,6 toneladas de gases que calientan el planeta que emite un solo coche al año. Por eso no es de extrañar que el clima cada vez más severo que ha sufrido Estados Unidos este año pueda atribuirse, en parte, al impacto de nuestros coches de combustión.
Lo que suele ser menos obvio, pero igual de preocupante, es cómo el último siglo de desarrollo centrado en el automóvil y las autopistas ha contribuido a nuestra actual crisis de vivienda y desigualdad. La expansión urbana ha obligado a las personas con menos recursos a vivir más lejos de los lugares de trabajo y los servicios, lo que ha agravado los problemas de tráfico y de vivienda. Sólo el 15% de las viviendas se consideraban asequibles para el hogar medio en 2023. Mientras tanto, la propiedad de un coche puede añadir más de 10.000 dólares al coste de vida de una familia; al mismo tiempo, muchas personas de bajos ingresos sin coche pueden ver limitadas significativamente sus opciones laborales.
¿Cómo hemos llegado a un punto en el que tantos de nosotros pasamos horas sentados en el coche, consumiendo tiempo y dinero y perjudicando nuestra salud y el medio ambiente? Estados Unidos tiene una larga historia de falta de inversión en sus ciudades y servicios públicos, lo que ha dado lugar a una expansión urbana y suburbana desenfrenada y a pocas opciones de transporte más allá de los costosos vehículos personales. Este legado está además arraigado en desigualdades raciales que siguen empeorando la contaminación atmosférica y la división de los barrios, sobre todo en las comunidades de color.
Aunque no existe una solución milagrosa para resolver estos problemas tan arraigados, debemos empezar por replantear nuestra relación con el transporte. Estados Unidos debe comprometerse a mejorar los sistemas de transporte, que sean fáciles de implantar, rentables, y que apoyen el tipo de barrios en los que la vivienda sea accesible para todos. Como nos ha demostrado el modelo de desarrollo suburbano que se está desmoronando, un futuro más integrador y sostenible pasa por remodelar nuestras ciudades para que sean mucho más transitables a pie, en bicicleta y en transporte público.
Nuestros sistemas de autobuses son una de las piezas más esenciales pero descuidadas de la infraestructura de transporte público de las ciudades. El Autobús de Tránsito Rápido (BRT, por sus siglas en inglés), un tipo de sistema que funciona como un metro a ras de suelo utilizando autobuses, puede transportar a más personas de forma más rápida y fiable que los coches e incluso que los autobuses convencionales. El BRT se ha ido extendiendo por muchos lugares del país y sin duda exige mucha más atención.
En comparación con otros tipos de transporte, como el metro, el BRT puede transportar aproximadamente el mismo número de personas por vehículo con unos costes de construcción y operación mucho menores. En comparación con los automóviles, los sistemas de BRT pueden transportar decenas de miles de pasajeros por hora utilizando el mismo espacio vial que utilizarían unos cientos de personas viajando en vehículos privados. Las características fundamentales del BRT proporcionan un modelo más amplio para mejorar todo el transporte público mediante el uso de elementos como carriles exclusivos, embarque a nivel para la accesibilidad, y cobro de billetes fuera del autobús para hacer los servicios más rápidos y sencillos.
A medida que el concepto de BRT se hace más familiar, algunas ciudades de Estados Unidos se están convirtiendo incluso en líderes del BRT. Desde el primer sistema del país en Pittsburgh (cuyo éxito ha impulsado inversiones más recientes) hasta el debut en 2022 del corredor Van Ness en San Francisco, existe un creciente entusiasmo por el BRT entre las agencias de transporte y los usuarios. Puede y debe ser reconocido como una de las infraestructuras de transporte más rentables y rápidas de implementar que puede contribuir a mejorar la calidad del aire, crear empleo, y llevar a la gente a su destino de forma rápida y asequible.
Sin embargo, nuestros sistemas de transporte sólo pueden ayudar a resolver la crisis de la vivienda si se integran con estrategias de planificación urbana que hagan hincapié en barrios más densos, seguros, limpios, y verdes. Este modelo de desarrollo desvía la atención de los coches y la expansión urbana en favor de viviendas, empleos, y servicios accesibles principalmente a pie, en bicicleta o en vehículos públicos. Las ciudades más densas y centradas en el transporte público hacen que la vivienda sea inclusiva y asequible para un mayor número de hogares medios: según un estudio, los residentes en barrios orientados al transporte público pueden ahorrar más de 1.232 dólares al año en comparación con la propiedad de un coche. Para abordar nuestros problemas de vivienda a gran escala, las ciudades deben garantizar que el transporte esté bien integrado con las redes a pie y en bicicleta, y que las normativas, como las políticas de vivienda basadas en los ingresos, den prioridad a la asequibilidad y la diversidad.
El Gobierno de Estados Unidos incluso ha comprometido recientemente 18 millones de dólares en 16 Estados para ayudar a las comunidades a planificar viviendas y barrios construidos en torno al transporte público. Pero eso no es más que una gota de agua en el mar: se necesita mucho más compromiso y financiamiento para aprovechar el impulso del BRT y garantizar un servicio de alta calidad. Por ejemplo, los organismos municipales que planifican el BRT deben abordar los principales problemas que afectan al número de usuarios, como el hacinamiento y la seguridad pública. Las ciudades con sistemas BRT establecidos deben invertir en la mejora de las operaciones y el mantenimiento. La planificación a largo plazo es crucial para garantizar que el BRT contribuya a estimular el crecimiento económico y un desarrollo inmobiliario y comercial más inteligente.
Los líderes también deben hacer cambios para abordar las barreras burocráticas y de recursos que siguen lastrando el transporte público en todo el país, como los complicados procesos de financiación federal que han retrasado los recientes planes de BRT desde Minneapolis a Austin. Los servicios de transporte público deben centrarse en las zonas en las que ya existen viviendas densas (o en las que se está trabajando) para ayudar a crear el tipo de barrios conectados en los que queremos vivir y trabajar.
Al final, lo que está claro es que la habitabilidad y la sostenibilidad de nuestras ciudades no mejorarán si seguimos construyendo en torno a autopistas cada vez más grandes. Imaginemos que en lugar de pasar horas en el tráfico, pudiéramos tener un viaje rápido en autobús de casa al trabajo por unos pocos dólares ¿Qué haríamos con el tiempo extra y el dinero ahorrado en conducción y embotellamientos? Tenemos que replantearnos urgentemente nuestra dependencia del automóvil y nuestras conexiones con las ciudades para garantizar que todo el mundo tenga lugares accesibles donde vivir y formas viables de desplazarse. Un mejor transporte público y una planificación más sostenible son los cimientos de este futuro mejor.