¿Existió la reunión de López Obrador con un narcotraficante?
Regresar 18 años atrás a hurgar en los recuerdos es un ejercicio interesante, pero quizá sea inútil. Mi conclusión es que no pudo haber ocurrido
Noticias recientes me han llevado a escarbar en la memoria de tiempos pasados y coberturas lejanas. Hace poco, reportajes sobre investigaciones de Estados Unidos a presuntos vínculos entre las campañas del presidente, Andrés Manuel López Obrador, y el Cártel de Sinaloa me transportaron 18 años atrás.
Ahora, un pasaje en el nuevo libro de la periodist...
Noticias recientes me han llevado a escarbar en la memoria de tiempos pasados y coberturas lejanas. Hace poco, reportajes sobre investigaciones de Estados Unidos a presuntos vínculos entre las campañas del presidente, Andrés Manuel López Obrador, y el Cártel de Sinaloa me transportaron 18 años atrás.
Ahora, un pasaje en el nuevo libro de la periodista Anabel Hernández que examina esos nexos y que revela una supuesta reunión de López Obrador con el narcotraficante Sergio Villarreal Barragán, “El Grande”, me regresó a esos recuerdos para ubicar en qué momento se dio, el 15 de junio de 2006 en la ciudad de Gómez Palacio, Durango.
Mi conclusión es que no pudo haber ocurrido.
Hago una aclaración: en el libro aparecen detalles sobre dinero proveniente del narcotráfico que llegó a la campaña de López Obrador en 2006 y que están fuera de duda.
Por una parte, los vínculos entre El Grande y el empresario Francisco “Pancho” León, que fue candidato al Senado de la misma coalición encabezada por el PRD que postuló a López Obrador a la presidencia, y que desapareció meses después. Por el otro, la presencia de Jaime Meraz, líder de taxistas, exdirigente local del PRD, vinculado con el tráfico de drogas, que fue asesinado semanas antes de la desaparición de Pancho León.
Pero el libro expone, con base solamente en un testigo anónimo, que López Obrador y El Grande se vieron en un motel de Gómez Palacio el 15 de junio de 2006 para que el jefe de operaciones del Cártel de Sinaloa en La Laguna le entregara una maleta con medio millón de pesos al candidato presidencial.
El encuentro me pareció extraño. No por los detalles del lugar y la geografía de Gómez Palacio, accesibles a cualquiera que haya pasado por ahí, sino por el tiempo. Haciendo memoria sobre la cobertura de la gira de López Obrador ese día, simplemente no había tiempo para una escapada clandestina.
Recuerdo bien esa gira. Era la última de López Obrador a La Laguna, para un magno cierre en el lecho seco del Río Nazas, en los límites de Torreón y Gómez Palacio, en el corazón de la Comarca Lagunera. Más de 30.000 personas fueron acarreadas en decenas de camiones. La Arrolladora Banda Limón amenizó el evento. El derroche era la marca de Pancho León, que había puesto 10 camionetas Hummer pintadas con el amarillo del PRD y que no se separó del candidato en el templete.
En ese entonces era director editorial de El Siglo de Torreón y ese día estuve detrás de López Obrador y de algunos cercanos para que me diera una entrevista. Ya tenía una pactada para el día siguiente con Felipe Calderón, que estaría de visita en La Laguna.
En su libro, Anabel Hernández no especifica la hora de la supuesta reunión de López Obrador con El Grande, en la que también habrían participado Pancho León y el general Audomaro Martínez, entonces encargado de seguridad del candidato. Me picó la curiosidad de reconstruir la visita del entonces candidato y escarbé los recuerdos de ese día.
López Obrador llegó la tarde del jueves 15 de junio al aeropuerto de Torreón y se fue directo al evento en el lecho del río. En el trayecto fue seguido por simpatizantes hasta que llegó al templete. No había manera de un desvío a un motel para recibir una maleta de dólares.
Abajo del templete conversé con Manuel Camacho Solís, con quien había tratado en los días previos para la entrevista. Me dijo que del evento se irían al hotel, que podía buscarlo allá, de modo que al bajar López Obrador del templete me adelanté al hotel.
Según una investigación del gobierno de Estados Unidos publicada en febrero, al terminar ese evento López Obrador habría recibido una llamada de Édgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”, que en ese entonces todavía trabajaba con El Grande para los hermanos Beltrán Leyva.
Eran cerca de las ocho de la noche cuando llegó el candidato. Era el hotel Fiesta Inn del centro comercial Galerías, a 11 kilómetros del motel de la supuesta reunión con El Grande. De nuevo, no había tiempo.
Saludé a López Obrador en el vestíbulo, pero me negó la entrevista. Me regresé al periódico a escribir la crónica (que aparece citada como fuente en el libro). Supe luego que el candidato había cenado en el hotel con familiares de uno de sus amigos más cercanos. Al día siguiente López Obrador dejó La Laguna.
El único indicio de la hora en que la reunión con El Grande pudo haber ocurrido es cuando Hernández menciona que ya estaba cerrada una agencia donde El Grande ofreció comprar una Suburban para llevarse el medio millón de dólares a la Ciudad de México. Eso pondría la reunión después de las 6 ó 7 de la tarde. A esas horas, el candidato estaba en el templete. De ahí se fue directo al hotel.
A menos que López Obrador hubiera salido furtivamente a medianoche del hotel y recorrer 11 kilómetros para verse con El Grande, simplemente no hay una ventana de tiempo en esa gira del 15 a Torreón y Gómez Palacio para que el candidato se diera una escapada.
La reunión se sostiene sólo en el dicho de un testigo, identificado como T5, pero no aparece, por ejemplo, en las investigaciones del gobierno de Estados Unidos que se basan en testimonios de El Grande.
Sin embargo, la postulación de Pancho León como candidato del PRD en 2006 y la presencia de Jaime Meraz en esa campaña del PRD ese 2006 arroja fuertes indicios sobre nexos con el crimen organizado, considerando que antes de un año León fue desaparecido y Meraz fue asesinado. Fueron también las primeras señales de la narcoviolencia en La Laguna.
Regresar 18 años atrás a hurgar en los recuerdos es un ejercicio interesante, pero a final de cuentas quizá será inútil. Quienes creen que las campañas de López Obrador fueron infiltradas por el narco tomarán como verosímil una reunión con un narcotraficante. Quienes piensan que el presidente nunca se prestaría a eso, jamás lo creerán.
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