México: un equipo con poco presente y menos futuro

El entrenador Gerardo ‘El Tata’ Martino decidió prescindir de los jóvenes y convocó a un plantel veterano y más bien obsoleto

Jugadores de la selección mexicana, durante un entrenamiento en Qatar.José Méndez (EFE)

No, no jugamos como nunca y perdimos como siempre (tal es el chiste que acompaña, como una sombra y desde hace tantos años que parecen ya una eternidad, a la selección mexicana de futbol). Perdimos y además jugamos mal. México sumó, con la derrota 2-0 ante Argentina, cuatro partidos mundialistas sin anotar gol. Tres de ellos han sido caídas (ante Suecia y Brasil, en Rusia 2018, y la de Argentina de este sábado en Qatar) y el otro un empate tibio, en el que estuvimos más ...

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No, no jugamos como nunca y perdimos como siempre (tal es el chiste que acompaña, como una sombra y desde hace tantos años que parecen ya una eternidad, a la selección mexicana de futbol). Perdimos y además jugamos mal. México sumó, con la derrota 2-0 ante Argentina, cuatro partidos mundialistas sin anotar gol. Tres de ellos han sido caídas (ante Suecia y Brasil, en Rusia 2018, y la de Argentina de este sábado en Qatar) y el otro un empate tibio, en el que estuvimos más cerca de ser vencidos que otra cosa, ante Polonia, que estuvo a un tiro penal errado de Lewandowski de salirse con los tres puntos. No damos una. O damos, sí, pero solo pena.

Esta selección parece estarse quedando sin presente y tampoco es que se le vea demasiado futuro. Esa quizá sea la peor herencia que dejará este malhadado mundial. El entrenador Gerardo El Tata Martino decidió prescindir de los jóvenes y convocó a un plantel veterano y más bien obsoleto, el segundo más añoso de entre todos los participantes del torneo. No podrá construirse nada sobre él de cara al porvenir. En los próximos meses y años tendrán que salir del equipo los perpetuos Guardado, Moreno, Herrera, Jiménez, y quizá hasta Ochoa, por la simple razón de que llevan demasiado tiempo enfundados en una camiseta a la que no han llevado a ninguna parte y ya no están a la altura de las necesidades mínimas de un seleccionado nacional.

Pero el problema es que en la selección de Martino tampoco se cuenta con promesas que tomen naturalmente sus puestos y a las que se haya preparado deliberadamente para eso. El Tata se dejó en casita a Santiago Giménez, Diego Láinez o Carlos Acevedo, por mencionar solamente a tres que llegaron a formar parte del proceso premundialista y que, al menos, no tienen cuatro o cinco mundiales a las espaldas. En el equipo del entrenador argentino no existe ningún equivalente mexicano a los Pedri y Gavi de España, al Julián Álvarez de Argentina, al Vini Jr brasileño. Y no solo por la calidad (que no es poco motivo para jalarse los pelos) sino, en especial, por la edad. En casi todas las selecciones están convocados y en acción chicos muy jóvenes que se están curtiendo en Qatar para ser las estrellas de sus países en el corto plazo o que lo son ya. Somos, ahí, una mala excepción a la generalidad. Privamos de la experiencia de la mayor competencia de este deporte a quienes, en un par de años, tendrán que estar a cargo de nuestra suerte en el campo de juego.

El México de Martino aún tiene vida matemática en la copa del mundo. Si derrota (con muchos goles de por medio, esos que tantísimo le cuesta anotar) a Arabia Saudita y se combina un resultado favorable en el Argentina-Polonia, podría darse una carambola que nos mande a nuestros acostumbrados octavos de final. Ahí nos veríamos las caras ante una Francia que parece haber recuperado galones y brillo y que muy probablemente nos pasaría por encima. Pero ese, con todo y sus ribetes siniestros, es el mejor de los escenarios. El más probable es que no seamos capaces de clasificarnos y el peor es que ni siquiera consigamos marcar un gol.

Resulta muy complicado ser optimista. México la tiene muy difícil para clasificarse en su grupo. Pero, sin duda, la tiene mucho más difícil porque, salvo milagro ante Arabia y quizá ni siquiera así, el Tata Martino se irá sin dejar otra cosa que tierra quemada y quien quiera que ocupe su lugar tendrá que comenzar la renovación y reconstrucción a marchas forzadas y desde cero.

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