De la Madrid y los que no entienden que no entienden
Solo por una declaración, independientemente de si tuvo o no buenas intenciones, debería quedar sin futuro su aspiración a la presidencia
Enrique de la Madrid dice que tiene un proyecto. Dice que quiere ser candidato a la presidencia de la República. Que busca ocupar el mismo lugar que su padre hace 40 años. Pero tiene un problema: a diferencia de su tutor, que llegó a permitirse autocríticas así fueran extemporáneas, no entiende que no entiende. Y entre quienes pretenden encabezar la coalición opositora en 2024 no es el único. Hace dos años y medio, De la Madrid publicó en El Universal una propuesta....
Enrique de la Madrid dice que tiene un proyecto. Dice que quiere ser candidato a la presidencia de la República. Que busca ocupar el mismo lugar que su padre hace 40 años. Pero tiene un problema: a diferencia de su tutor, que llegó a permitirse autocríticas así fueran extemporáneas, no entiende que no entiende. Y entre quienes pretenden encabezar la coalición opositora en 2024 no es el único. Hace dos años y medio, De la Madrid publicó en El Universal una propuesta. Adopta un mexicano, se llamaba la columna de abril de 2020, cuando la pandemia por Covid-19 aceleraba su latigazo sobre México.
Si 50 millones de 130 que componen la población mexicana, postulaba en su texto este De la Madrid, están en pobreza “propongo una nueva actitud y una serie de acciones bajo el concepto de ‘Adopta un Mexicano’, en el que nos asumamos corresponsables de la vida de los demás”. Eso, que pudo ser una convocatoria a la filantropía o incluso a cristiana solidaridad, cambia cuando quien la propone es quien es: hijo de un expresidente priísta y alguien que en términos de opinión pública no podría decir que tiene gran carrera propia.
Y cambia mucho más una pandemia después, si en plena carrera sucesoria, quien pensó esa peregrina idea insiste –como lo ha hecho estos días– en que no fue una llamada a misa en su colonia o una propuesta a sus amigos en un retiro de fin de semana, sino parte de su oferta política.
Solo por esa declaración, independientemente de si tuvo o no buenas intenciones, debería quedar sin futuro su aspiración. La filantropía ganará mucho si De la Madrid se emplea a fondo en su idea, si mueve a privilegiados a hacer el bien. Pero, consejo no pedido, debería cambiarle nombre y esencia a su iniciativa: no es adopción lo que necesita ningún mexicano al que históricas condiciones de desventaja, y atroz voracidad de las élites, le han marginado de buena escuela, mejor salud y aún mejores salarios. Lo que cualquier mexicana y mexicano medio requiere es justicia social (algo que al menos en el papel era un dicho bien priísta, debería saberlo De la Madrid) y que no lo chinguen a cada rato, todos los pinches días, los de arriba.
Es de no creerse cómo cada semana figuras políticas y mediáticas se afanan en ganar en ese concurso que podríamos denominar: “Soy lo mejor que le pudo pasar a AMLO”. La propuesta de De la Madrid marca alto en la competencia que hace entendible la necesidad de un López Obrador para rato.
Mucho ayudas, Enrique, si te despides de la carrera presidencial para ver si así en la llamada alianza opositora (que todavía no se reinstala porque oficialmente sus pares no han perdonado al priísta Alejandro “Alito” Moreno) dimensiona que, precisamente, nadie que piense en tutelajes desde el privilegio puede encabezar una opción ganadora en 2024. Y, reitero, De la Madrid no es el único que debería dar un paso al lado.
Vez tras vez, las encuestas muestran en las posiciones más altas los mismos nombres cuando a la gente se le pregunta por figuras de la oposición. Cartuchos quemados la mayoría de ellos, y no pocos emisarios de un pasado que la mayoría sigue sin perdonar. Ustedes saben quienes son. Pero en las listas de esas encuestas ni están todos los que son, ni mucho menos serían buenas opciones electorales muchos de los que sí aparecen.
Frente a esa situación, donde abundan perfiles que puede que hayan ganado visibilidad recientemente (De la Madrid, por ejemplo) o cosechen del conocimiento del público de tiempo atrás (Margarita Zavala, por mencionar a una), la alianza tiene una oportunidad singular: podría tomar la decisión de no atarse al popularómetro, ya que al contrario del oficialismo en su caso popularidad no se traduce en buenas o buenos candidatos.
El fracaso de la alianza está garantizado si copia un método de selección de candidato que hoy forzosamente producirá un perfil a modo del discurso maniqueo de Palacio Nacional.
Esa es la grave responsabilidad que tienen los dirigentes de la oposición (siempre me refiero a PRI, PAN y PRD, pues Movimiento Ciudadano a quererlo o no juega a dividir el voto, y no tanto porque quiera servir a AMLO sino porque quiere servirse a sí mismo antes que a la posibilidad de que con ellos a bordo la oposición se consolide).
Las dirigencias de Acción Nacional, del Revolucionario Institucional y del partido de la Revolución Democrática suelen hacer sumas en abstracto de los porcentajes que supuestamente cada uno de ellos aportaría a una candidatura de alianza. Deberían entonces llevar al máximo su argumento: si es la unión la que les posibilita ser competitivos, entonces han perdido tiempo para definir una candidatura o varias precandidaturas de invernadero que de manera creíble enarbolen propuestas que resuenen en la población porque denotan conocimiento y empatía natural, no fingida o caritativa.
Una candidatura que ha de encontrar el tono y el fondo correctos para conectar con una sociedad que ha sido envenenada por la polarización, una candidatura que entienda por qué el presidente es seguido por la mayoría. Una candidatura que ha de escapar, de manera virtuosa, a ser encasillada en una pugna entre ricos vs pobres, rubios vs morenos, pasado vs presente, magnánimos vs adoptados.
Las encuestas son una herramienta, un insumo para la toma de decisiones, no un oráculo al que deba atarse el destino de una elección crucial como pocas.
Si los perfiles que más suenan no funcionan, porque no tienen el vigor o el honor que se requiere, porque cuando tuvieron poder defraudaron o fueron ese pan blanco de más de lo mismo, entonces quizá queda tiempo para subir a la palestra opositora a otros perfiles. Y decantar pronto para que las veleidades de algunos, o las incapacidades demostradas de otros, ya no roben cámara.
En esa línea, si ahora las pláticas de la oposición con Ricardo Monreal han quedado al descubierto, toca aplicar el mencionado criterio: ¿es alguien que sería creíble y representativo de una opción distinta y necesaria? Si no, la salida es natural; si tuviera viabilidad, entonces ha llegado el momento de las definiciones, dado que la marcha del domingo también será, evidentemente, un gran escaparate para la o los candidatos del presidente.
Si las figuras de la oposición en realidad van por México, pues a su lista actual le sobran tantos nombres como para hacer una selección mexicana de glorias fallidas del pasado y advenedizos sin sustancia.
En la tienda de enfrente hay solo tres corcholatas, ¿qué parte de “con cualquiera de ellas les ponemos una arrastrada en la elección” no entienden los opositores que siguen en una dinámica que solo alimenta egos que en la mayoría de los casos desconocen el territorio y muy lejos están de vivir o siquiera entender las necesidades de la población?
Demasiados opositores que sí quisieran que los partidos coaligados los adoptaran, porque sin esas siglas a nada pueden aspirar O hay cambio de alineación o el domingo será luego recordado como el inicio de la reelección de Morena en la presidencia de la República.