López Obrador: esfuerzos, resultados, gestión o persona
La alta aprobación del presidente puede explicarse, entre otras razones, por la disociación entre el desempeño de la Administración y evaluación de las cualidades personales del mandatario
La alta aprobación del presidente, Andrés Manuel López Obrador, puede explicarse, entre otras razones, por dos fenómenos relacionados. Primero, la disociación entre los resultados de la presente Administración y la evaluación de las cualidades personales del mandatario. Y segundo, la valoración del esfuerzo realizado para lograr objetivos sin tomar en cuenta los resultados.
Sobre el primer fenómeno basta observar la distancia que hay en la evaluación de su ...
La alta aprobación del presidente, Andrés Manuel López Obrador, puede explicarse, entre otras razones, por dos fenómenos relacionados. Primero, la disociación entre los resultados de la presente Administración y la evaluación de las cualidades personales del mandatario. Y segundo, la valoración del esfuerzo realizado para lograr objetivos sin tomar en cuenta los resultados.
Sobre el primer fenómeno basta observar la distancia que hay en la evaluación de su aprobación personal y la de rubros específicos como el combate al narcotráfico o el combate a la delincuencia. Entre estas dos evaluaciones hay más de 30 puntos porcentuales de distancia. Cuando se cuestiona a la ciudadanía sobre cómo ve la gestión del Gobierno federal, la conversación termina frecuentemente en la evaluación de las cualidades del presidente.
Nuestra forma convencional de medir el capital político del presidente es la conocida pregunta de Gallup que se aplica en Estados Unidos desde la década de 1930: “En general, ¿usted aprueba o desaprueba la forma en que está haciendo su trabajo el presidente …?”. Esta pregunta si bien tiene la intención de medir la gestión o el desempeño del presidente, al parecer mide hoy día sus cualidades personales.
Entre más avanza el sexenio parece que al presidente se le evalúa más por su esfuerzo que por sus resultados. Este fenómeno ya lo hemos visto en otras Administraciones como la del expresidente Vicente Fox. No se cuestionan las intenciones, se explican las dificultades para conseguir los objetivos y frecuentemente entre esas dificultades se mencionan los problemas que heredó o la gente de la que se rodea.
El hecho de que la aprobación presidencial sea estable y siga relativamente alta no significa que otras variables se mantengan estables. Por ejemplo, la expectativa general sobre el futuro del país ha caído sustancialmente. La respuesta a la pregunta de si vamos por el camino correcto o el camino equivocado ha variado mucho. La idea de que vamos por el camino correcto ha caído desde el inicio de la Administración a la fecha. La proporción de los que creen que vamos por el camino equivocado es casi de la misma magnitud de los que creen que vamos por el camino correcto.
Un elemento fundamental en el que se sustenta la alta aprobación de la Administración actual es el referente que tiene el ciudadano. Los niveles de aprobación del expresidente Enrique Peña Nieto fueron tan bajos y su recuerdo tan negativo, que, en la comparación, esta sigue siendo mucho mejor Administración. Esa ventaja relativa sigue funcionando a favor del presidente.
Sin embargo, el tiempo transcurre y el día de la evaluación final se acerca. Ante la pregunta de si ya es momento de evaluar al presidente o todavía tiene tiempo, la distancia entre ambas opciones se va acortando. Mientras en 2019 la distancia era de más de 50 puntos, en el promedio de lo que va del año solo hay 10 puntos de distancia. Sólo un poco más de la mitad de la población (54%) cree que aún tiene tiempo, mientras poco menos de la mitad (44%) dice que ya es momento de evaluarlo. Si lo comparamos con Peña Nieto, observamos que su crédito le duro muy poco. Para el verano de 2014, es decir, antes de la primera mitad de su Administración, la ciudadanía pensaba que ya era tiempo de evaluarlo.
Ahora bien, el que ya sea tiempo de evaluar al actual presidente no significa que el resultado cambie sustancialmente o tenga que ser negativo. De hecho, si comparamos cómo se ha comportado su aprobación, en relación con la tendencia en la opinión de que se le va acabando el tiempo, vemos que se mueven de manera independiente.
Finalmente, otras variables en las que vemos movimiento constant
e son las relacionadas con aspectos específicos del Gobierno. Durante la actual gestión del presidente los rubros que han estado consistentemente abajo, como el combate a la inseguridad o al narcotráfico, no se han movido de sus posiciones y son, por mucho, las peor evaluadas. Sin embargo, los rubros mejor evaluados han cambiado en el tiempo. Hoy día estas evaluaciones se parecen más a las de Gobiernos anteriores donde la educación suele ser el rubro mejor calificado.
En resumen, el presidente López Obrador llega con buenos números en lo referente a su evaluación personal, pero no necesariamente en lo referente a la evaluación de su Administración. Y estos números parecen calificar más los planes y las intenciones que propiamente los resultados.
Francisco Abundis es director de la consultora Parametría.
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