Columna

Zozobra en el Banxico

La tardanza de la ratificación de Herrera al frente del banco central ha suscitado expresiones de extrañeza. Es un ruido innecesario, han dicho esta semana en diferentes reuniones expertos en las finanzas mexicanas

Herrera, en entrevista con EL PAÍS, en julio.Gladys Serrano

Los tiempos del señor presidente son un misterio. Cuando rompió con su primer secretario de Hacienda, Andrés Manuel López Obrador decidió informar de inmediato de la renuncia de Carlos Urzúa. No le importó que fuera a mitad de semana, ni que los mercados pudieran tomarse a mal que antes de cumplir un año su gobierno cambiara de titular de finanzas. Pero eso fue en 2019. En 2021, en cambio, el mandatario dilata la ratificación de Arturo Herrera en Banco de México, tardanza que ya genera rumores y zozobra.

El martes López Obrador dio a conocer su terna para elegir a un ministro más de la ...

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Los tiempos del señor presidente son un misterio. Cuando rompió con su primer secretario de Hacienda, Andrés Manuel López Obrador decidió informar de inmediato de la renuncia de Carlos Urzúa. No le importó que fuera a mitad de semana, ni que los mercados pudieran tomarse a mal que antes de cumplir un año su gobierno cambiara de titular de finanzas. Pero eso fue en 2019. En 2021, en cambio, el mandatario dilata la ratificación de Arturo Herrera en Banco de México, tardanza que ya genera rumores y zozobra.

El martes López Obrador dio a conocer su terna para elegir a un ministro más de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los nombres no sorprendieron. Cuadros que cumplen el perfil, sobre todo si entendemos por perfil más que los formalismos legales, la cercanía con Palacio Nacional. Sin embargo, algo se echó en falta al conocerse esa noticia. Parecía la ocasión ideal para cerrar el ciclo de los grandes nombramientos para este año, para relanzar un trámite iniciado en julio pasado, uno que daría certidumbre al Banxico.

Lo que AMLO desaprovechó el martes fue la reactivación de su solicitud del 13 de julio, cuando pidió al Congreso de la Unión nombrar al que hasta entonces era su secretario de Hacienda como gobernador del banco central, cargo que se renueva el último día de 2021 cuando concluye su ciclo Alejandro Díaz de León. Más de cuatro meses después, el nombramiento no ha sido ratificado y por ello esta semana se desataron rumores que podrían afectar a la economía mexicana, y a la institución que es vista como su pilar.

Arturo Herrera ha sido colaborador del presidente López Obrador desde que éste fue jefe de Gobierno (2000-2005) de la capital mexicana. Su carrera despegó en marzo de 2004, cuando sustituyó a Gustavo Ponce en la secretaría de finanzas del entonces Distrito Federal. Ponce fue depuesto y apresado luego de que se divulgaran videos en donde se le veía apostando altas sumas en Las Vegas, imágenes que ponían en entredicho el discurso de austeridad y honestidad de Andrés Manuel.

Luego de ese paso por la administración capitalina, y tras la derrota de AMLO en la elección de 2006, Herrera –egresado de El Colegio de México-- hizo carrera en Washington en el Banco Mundial, experiencia que cerró cuando mudó su residencia de regreso a la capital mexicana semanas antes de julio de 2018, cuando el triunfo de López Obrador en las presidenciales era un hecho cantado por toda la opinión pública. Uno de sus primeros encargos fue redactar el mensaje a los inversionistas extranjeros para el día despúes de la victoria de Andrés Manuel.

Herrera entró al gobierno federal como subsecretario (viceministro) de Hacienda, y de nueva cuenta ascendió con prontitud: el secretario Urzúa renunció en julio de 2019 en protesta por la imposición de “funcionarios que no tienen conocimiento de la hacienda pública” y “porque se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”.

Hidalguense de nacimiento, una vez más Herrera entró al quite y duraría en el cargo dos años. En el verano López Obrador hizo varios cambios en su gabinete, entre ellos incorporó a su consejero económico de largo tiempo Rogelio Ramírez de la O como nuevo titular de Hacienda, y pidió a los legisladores ratificar a Herrera como gobernador del Banco de México para iniciar funciones el 1 de enero de 2022.

En la carta del 13 de julio el presidente de la República argumentaba la solicitud en que “los miembros de la Junta de Gobierno deberán ser personas que reúnan, entre otros requisitos, gozar de reconocida competencia en materia monetaria, así como haber ocupado cargos de alto nivel en el sistema financiero mexicano”.

Parecía que el cambio transitaría sin turbulencias. El presidente ponía a uno de los suyos en la posición más importante del gobierno monetario de México, pero a uno que los mercados conocen, a uno que capoteó la peor crisis económica, por la pandemia, desde 1929, a uno que es parte de la ortodoxia lopezobradorista en las finanzas.

El de Herrera sería el cuarto nombramiento de AMLO en el banco central, antes de él llegaron tres subgobernadores: Gerardo Esquivel (2019), Jonathan Heath (2019) y Galia Borja (2021). La junta está compuesta por el gobernador y cuatro subgobernadores.

La actuación de los nominados por López Obrador en las discusiones y resoluciones del Banxico si bien ha provocado una discusión más animada dentro de la institución, ha estado en línea con la ortodoxia, lo que parecía haber disipado temores de que un presidente tan arrebatado como éste trataría de injerir en la política monetaria.

En el caso del nominado a gobernador, la tardanza de la ratificación ha suscitado expresiones de extrañeza. Es un ruido innecesario, han dicho esta semana en diferentes reuniones expertos en las finanzas mexicanas.

En una conferencia del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, llevada a cabo en Cancún, el economista de Bank of America Carlos Capistrán señaló el jueves que una de las cosas que hacen más difícil las inversiones en México es el ruido innecesario que hay en el ambiente, y puso como ejemplos la mera existencia de la iniciativa de reforma eléctrica que pretende AMLO, y el que Herrera no haya sido ratificado.

“(Tenemos que) que disminuir el ruido”, dijo Capistrán en un panel del IMEF. “La reforma eléctrica, ¿sí?, ¿no? ¿Saben en qué me pasé toda mi mañana? Estoy desde la 6 de la mañana en Bloomberg con los inversionistas de Nueva York y de Boston, ¿saben en qué nos pasamos toda la mañana en la pregunta sobre México? ‘Oye están los rumores de qué está pasando con Herrera y la ratificación para Banxico, porque ya tiene que entrar el primero de enero y no ha sido ratificado por el Senado, qué está pasando’; ya hay muchísimos rumores en el mercado, ¿de verdad eso es en lo que queremos? Que ya lo ratifique el Senado y acabamos con esta incertidumbre”.

Ese mismo día, el economista Alonso Cervera dijo algo similar: “Cuándo se va a analizar y a votar? Esperemos que esta no sea una fuente de incertidumbre adicional en lo que resta del 2021″, publicó en su cuenta de twitter.

En su discurso inaugural de gobierno, López Obrador declaró que respetaría la autonomía del banco central. “Reitero también que se respetará la autonomía del Banco de México. Estamos elaborando el presupuesto del año próximo y gracias a los ahorros que obtendremos con el combate a la corrupción y con la aplicación de las medidas de austeridad”, señaló el 1 de diciembre de 2018.

El uso por parte de AMLO de la palabra “reitero” no resultaba casual. Desde que compitió inicialmente por la presidencia, en 2006, el empresariado y los mercados han manifestado sus reservas sobre si el tabasqueño intentaría tripular las decisiones de órganos autónomos, reguladores e incluso de otros poderes. Por tanto, él declaraba en sentido contrario.

A punto de cumplirse tres años de ese discurso, el récord hasta ahora es mixto tirando a malo. Con diferentes maniobras ha desfondado a entidades reguladoras del sector energético, mantiene un acoso activo en contra del árbitro electoral, desdeña a los institutos para la transparencia o la competencia –dice que fueron inventos de los corruptos para guardar las apariencias y seguir robando--, y refuta ruidosamente decisiones del Poder Judicial. Pero puede decirse que con el Banxico no se había metido.

Todo el episodio de la tardanza de la ratificación de Herrera al frente de la entidad que desde los noventa es vista como una piedra angular de la estabilidad económica del país provoca dos interrogantes.

La primera es por qué ha dejado desprotegido y por tanto tiempo a un colaborador que durante dos décadas se ha mostrado leal con el proyecto del hoy presidente. Porque la tardanza en la ratificación se ha traducido este mismo viernes en ataques al exfuncionario desde publicaciones incrustadas en el aparato paramediático del morenismo.

La segunda cuestión, sin embargo, va mucho más allá de los costos en el plano personal de un economista a la espera de la ratificación. Si los rumores alcanzan un nivel de reverberación notable, las inversiones –como alertaba Capistrán-- pero también la credibilidad del propio Banxico comenzarían a resentir las consecuencias.

En el entramado institucional mexicano, desde su última gran reforma en los años noventa el Banco de México fue dotado de una robusta autonomía y solidez técnica. Se pretendía con ello conjurar graves pecados de gobiernos estatistas que asumieron que el banco central estaba obligado a financiar los proyectos gubernamentales. Desde entonces, la autonomía de Banxico ha mostrado su valía, sobre todo en crisis como la del 2009 y la consustancial a la pandemia misma.

El entorno ecónomico mexicano a finales de 2021 se ha impregnado de nerviosismo por las altas tasas de inflación registradas en los últimos meses. El banco ha iniciado un ciclo de alzas en la tasa de interés de referencia. Y todo indica que el aumento de precios no dará tregua en los próximos meses. Es ahí donde los mexicanos saben que el Banco de México operará con sus propias herramientas para hacer frente a la situación.

Pero en tiempos recientes, la dinámica del banco central no ha estado exenta de coqueteos del gobierno por hacerse de más recursos. De hecho, hace un par de meses López Obrador hizo que el Banxico le pasara fondos extraordinarios, resultado  de haber recibido éste derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional. Esa maniobra fue legal, pero surgió unilateralmente de la administración lopezobradorista.

El domingo pasado el gobierno federal logró la aprobación del presupuesto para 2022 sin que la oposición pudiera hacerle un solo cambio. Ni el más mínimo. Y será cuestión de días para que el Senado tramite sin fatigas la elección de quien ocupará la vacante que en unos días habrá en la Suprema Corte por el fin del periodo del ministro Fernando Franco.

La ratificación de Herrera podría ser un trámite más de un legislativo en el que –de no requerirse mayorías constitucionales-- las fuerzas oficiales se imponen con facilidad. Pero los tiempos del señor presidente son caprichosos.

Los cálculos políticos que podrían haber retrasado este nombramiento son incompatibles con el deber de un gobierno de dar señales de certidumbre en el manejo de la economía.

El motivo presidencial que, deliberada o accidentalmente, haya dilatado esta decisión debería tomar en cuenta que además de la selección de un buen gobernador para el Banxico, lo esencial es que en esa designación AMLO honre la promesa del día de su toma de posesión, y que sus actos reflejen un respeto por la autonomía del banco central, y que ese respeto se traduzca en un compromiso de no olvidar que la función del Banco de México no es la de financiar a los gobiernos.

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