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El secretario de Marina, sobre la corrupción de huachicol en la Armada: “Hubiera sido imperdonable callar”

Sheinbaum afianza su discurso de defensa de la soberanía en el desfile militar de la Independencia: “Ninguna injerencia es posible en nuestra patria”

Claudia Sheinbaum y Raymundo Pedro Morales durante el desfile militar.Foto: Rodrigo Oropeza | Vídeo: Reuters

Día de recados en Ciudad de México, en el preámbulo del tradicional desfile militar del 16 de septiembre. El almirante Raymundo Pedro Morales, secretario de Marina, ha mandado un sorprendente mensaje contra la corrupción. Sin dar rodeos, el jefe naval ha abordado el escándalo que afecta a la Armada, los vínculos de altos mandos de la dependencia con una red de huachicol fiscal, la introducción masiva de combustibles al país, bajo fracciones arancelarias falsas, para ahorrarse miles de millones en impuestos. “Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido imperdonable callarlo. El mal tuvo un fin determinante, en la Marina no encontró lugar ni abrigo”, ha dicho Morales. “Fuimos nosotros mismos quienes dimos el golpe de timón, porque la lucha contra la corrupción y la impunidad son parte central de la transformación”, ha añadido.

Ha sido una mañana templada en el centro de la capital, somnolienta y contenta tras una noche de fiesta. A primera hora, el Zócalo aparecía despejado, como si anoche no se hubieran juntado allí más de 200.000 personas, según el Gobierno, para conmemorar el grito de independencia. Miles de militares han llegado a la Plaza de la Constitución desde la madrugada, para participar en el desfile militar, el primero que comanda una mujer, la presidenta Claudia Sheinbaum. Pero la noticia ha estado a la izquierda de la mandataria, al otro lado de su esposo, en la figura del secretario Morales, que ha sido el primero en hablar, antes que Sheinbaum y que el general Ricardo Trevilla, secretario de la Defensa Nacional.

“Hemos actuado con una sola brújula, la honestidad y la transparencia. Como la institución más querida del país, hemos trazado solo un rumbo a seguir. Por lo que cualquier desafío recibe de nosotros todo el peso de nuestra honestidad y una frontal respuesta a nuestro pueblo”, ha dicho el jefe naval. “Pase lo que pase, duela lo que duela, se trate de quien se trate, porque el amor al pueblo solo puede corresponderse con ese tipo de sentimiento. Nuestra lealtad nos sostiene”, ha insistido, antes de dejar el atril sobre el templete, y volver a su lugar.

Sheinbaum ha cerrado la tanda de discursos con una nueva reivindicación de la soberanía nacional, abundando en el contenido del grito de independencia. La mandataria ha dicho: “Hoy, con gran entereza, es claro que nuestro pueblo conoce su fuerza e historia, y por eso ninguna injerencia es posible en nuestra patria”. Siempre sutil, ningún nombre se ha colado en sus palabras, aunque algunos de los destinatarios parecían claros, ninguno tanto como su homólogo estadounidense, el republicano Donald Trump, fuente de amenazas contra México desde enero. “México será siempre símbolo de paz y fraternidad, comprometido con la cooperación, el respeto mutuo y la defensa indiscutible de la autodeterminación de los pueblos”, ha dicho Sheinbaum.

Algunas ausencias en el templete, gestos de algunos de los presentes, han dibujado una voluntad de conciliación, de equilibrio. Así ha podido leerse, por ejemplo, el vacío que ha dejado el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, alejado hoy de los reflectores: como un intento de equilibrio. El protagonismo del funcionario en los primeros meses de Gobierno de Sheinbaum, su poder creciente, ha opacado el de los jefes de Ejército y Armada. Hoy, Harfuch les ha dado su espacio. Fuentes del ejecutivo que ha consultado EL PAÍS señalan, sin embargo, motivos distintos. Objetivo de un atentado que casi acaba con su vida hace unos años, Harfuch no ha estado expuesto en el templete por motivos de seguridad.

En el catálogo de presencias, había algunas atractivas para el ojo interesado. La presidenta de la mesa de la Cámara de Diputados, Kenia López Rabadán, del conservador Acción Nacional, se ha sentado junto al ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar. Este vez, Aguilar ha aplaudido la presentación de su vecina, tras el desaire del otro día, en la ceremonia de conmemoración de los Niños Héroes, cuando el ministro evitó hacerlo, situación que alimentaba la idea de que el oficialismo trasciende los límites del Ejecutivo. “Lo del otro día fue una distracción”, ha dicho Aguilar.

Terminados los discursos, los aplausos en el templete, el repaso a quién estaba y quién no, ha llegado el turno del desfile, momento esperado por los miles de vecinos de la capital y alrededores, que se han dado cita en el Zócalo, la avenida Juárez y el Paseo de la Reforma. Desde la madrugada, familias con niños habían acercado sus sillas al recorrido, atentos a las águilas aztecas y demás aviones de la Fuerza Aérea, que surcarían los cielos poco antes del mediodía. Más de 15.000 militares ha marchado por las calles de la capital, al menos un tercio mujeres. El clima ha respetado el evento. La lluvia, presente e insistente desde junio en el centro del país, se ha quedado tranquila en las nubes.

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