Marco Verde, el ‘plebe’ de Mazatlán que entusiasma a todo México

El joven boxeador gana la medalla de plata en los Juegos Olímpicos y honra la reputación de su padre, también pugilista, que hace 32 años perdió en la primera ronda

El boxeador mexicano Marco Verde celebra su triunfo en semifinales de boxeo en París 2024.David Fitzgerald (Sportsfile via Getty Images)

La nariz desviada, la ceja izquierda con un corte, la carcajada a todo pulmón. Marco Verde está magullado, cansado, extasiado. Apenas han pasado algunos minutos de que bajó del ring y está empapado de sudor. La camiseta sin mangas le pesa, el vendaje de los puños aún está tibio. Es el estado físico del boxeador mexicano tras pasar las semifinales en París. El niño que soñaba con batear en las Grandes Ligas de Béisbol ahora pelea en el ring montado en la arcilla de Roland Garros, en París. Su misión era mostrar sus mejores puñetazos durante nueve minutos, divididos en tres rounds, en la gran final de los Juegos Olímpicos. El objetivo ya lo alcanzó al asegurar una medalla, algo que su padre, también boxeador, no pudo conseguir. Este viernes, tras un duro combate contra el uzbeko Asadkhuja Muydinkhujaev, perdió el oro. La plata, sin embargo, premia una incipiente carrera, un nuevo rostro del boxeo mexicano.

Marco Verde (Mazatlán, 22 años) sabía que su padre guardaba en la memoria un recuerdo cruzado entre la alegría y la congoja. El señor Manuel Verde compitió a los 26 años en sus primeros y únicos Juegos Olímpicos en Barcelona. Ese verano de 1992 fue “la experiencia más hermosa, algo muy hermoso que sientes en el corazón”, como contó al diario Noroeste. Pero también fue una pena porque en su primera pelea contra el francés Patrice Aouissi perdió en la categoría de 81 kilogramos. Así que el padre no quería que sus hijos siguieran por ese camino olímpico donde los pugilistas no ganan sueldos estratosféricos hasta que abandonan el circuito amateur y se vuelven profesionales. 10 años después de su caída en Barcelona, nació Marco, a quien no quería involucrarlo en el mundo del box.

El béisbol era el camino que quería seguir Marco Verde. Nació en la tierra donde germinan los grandes beisbolistas mexicanos. En el puerto practicaba en las ligas menores. Si algo le ayudaba era ser zurdo, una cualidad disruptiva en cualquier deporte. Pero también nació en el país de los grandes boxeadores del mundo como Julio César Chávez, Saúl Canelo Álvarez, Mariana Barbie Juárez o Juan Manuel Márquez. La sangre y el destino le llamaban desde el cuadrilátero. Cuenta su padre que su hijo se maravilló del boxeo cuando lo empezó a llevar a funciones. A los 10 años empezó a practicar los jabs, ganchos y movimientos de cadera. Se puso bajo las órdenes de Radamés Hernández, el entrenador que aún le acompaña.

Marco Verde durante la final de boxeo en los Juegos Panamericanos frente al ecuatoriano José Rodríguez.Al Bello (Getty Images)

En la colonia Montuosa Marco Verde era uno de los plebes (un sinónimo de joven usado en Sinaloa) del barrio. Era el proyecto a boxeador que fue escalando en la ruta amateur para competir en los torneos regionales. Empezó colgándose medalla tras medalla en campeonatos en Ecuador, Canadá, Río de Janeiro y en México. El plebe del puerto fue rebautizado como el Green, un juego de palabras por su apellido. Su primer gran campanada de éxito fue ganar el oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Salvador en 2023. El mexicano, meses después consiguió la primera meta: emular a su padre. En los Juegos Panamericanos en Santiago de Chile llegó a la final, donde venció al ecuatoriano José Rodríguez. Esa medalla áurea también se transformó en el boleto olímpico para París 2024. Así, Verde alcanzaba el anhelo olímpico.

“No me cae el veinte, es difícil, muchos me dicen ‘¿cómo te sientes?’, me dicen ‘te has de sentir muy bien’. No les digo nada porque estoy trabajando y trabajando, voy a entrenar, vengo a casa y vuelvo a entrenar, no tengo tiempo para pensarlo”, le contó al periodista Rafael Moreno en noviembre de 2023. En París superó a Tiago Muxanga de Mozambique, a Dev Nishant de la India y a Lewis Richardson del Reino Unido para alcanzar una final, la primera desde Los Ángeles 1984. Por cada triunfo hubo lágrimas, gritos eufóricos. “Era mucha presión porque el boxeo siempre ha obtenido medallas y aquí le pude sumar otra. Estoy muy contento por eso”, dijo Verde al final del combate. “Esto ya queda en el pasado. No me gusta confiarme, me viene un rival duro, no hay rivales fáciles”, contó tras las semifinales.

Desde la Montuosa siguieron con alta expectativa las hazañas de Marco Green. Para la final olímpica hubo pantallas gigantes para seguirle. Desde Sinaloa, tierra marcada por el narcotráfico y la violencia, celebraron a uno de sus hijos deportivos que consiguió la plata.

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