El lento camino de la justicia en Chimalhuacán
A tres años y medio del feminicidio de Diana Velázquez Florencio el caso se estanca en un sin fin de irregularidades
Lidia Florencio Guerrero lleva tres años y medio buscando justicia por el feminicidio de su hija Diana, asesinada a los 24 años el 2 de julio de 2017 en el municipio de Chimalhuacán, en el Estado de México. Desde entonces, la madre no ha parado de asistir a movilizaciones y protestas para exigir a la Fiscalía estatal que esclarezca el caso y castigue a quienes asesinaron a su hija. “Ya estamos hartas de que siempre sea lo mismo, de que digan que sí van a hacer las cosas y que al final solo se quede en promesas”, denuncia...
Lidia Florencio Guerrero lleva tres años y medio buscando justicia por el feminicidio de su hija Diana, asesinada a los 24 años el 2 de julio de 2017 en el municipio de Chimalhuacán, en el Estado de México. Desde entonces, la madre no ha parado de asistir a movilizaciones y protestas para exigir a la Fiscalía estatal que esclarezca el caso y castigue a quienes asesinaron a su hija. “Ya estamos hartas de que siempre sea lo mismo, de que digan que sí van a hacer las cosas y que al final solo se quede en promesas”, denuncia Guerrero. “Ya queremos de verdad una respuesta, una justicia”.
El caso se encuentra estancado y ha estado plagado de irregularidades desde un principio. El cuerpo de la joven fue inicialmente reportado como el cadáver de un hombre y apilado en la morgue de Nezahualcóyotl, donde quedó abandonado durante cinco días. Su hermana lo encontró una semana después de que el Ministerio Público tomara conocimiento del feminicidio. “Están siendo revictimizadas por las autoridades, ya que no son tratados con dignidad y respeto sus cuerpos”, reclama la madre.
A finales de 2020, artistas locales pintaron un mural en honor a Diana Velázquez, en el que también participó su madre. “Le encantaba leer, nos gustaba mucho ir a los tianguis en bicicleta y se compraba muchos libros. En la casa aún hay muchos libros que son de mi hija. Dianita no tenía redes sociales, era muy reservada, no tenía amigas, solo un amigo y su novio”, recuerda Guerrero.
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