¡Qué fútbol!

Jugaron bien los ingleses, lo mismo que los alemanes y franceses, pero nunca alcanzaron la movilidad de sus compañeros españoles ni la gracilidad del equipo hispano en su conjunto

Daniel Carvajal levanta el trofeo durante el partido final entre España e Inglaterra, en julio de 2024.Alex Pantling - UEFA (Getty Images)

Recuerdo bien, y hoy más que nunca, la definición de fútbol que dio alguna vez el gran César Luis Menotti. Parece referirse a la arquitectura, pero lo cierto es que resulta muy ajustada a lo que es este juego cada vez más masivo y que, salvo una que otra excepción, se juega cada vez mejor tanto en Europa como en América.

Hace ya tiempo que el fútbol se ha vuelto una industria, como casi todo, porque por “industria” se entiende cualquier actividad con significación económica, que involucra a muchas personas de una manera regular o estable, y que mueve grandes cantidades de dinero, ojalá este último con mayor transparencia. Pero lo que destaco ahora de la reciente copa obtenida por el equipo español de fútbol fue que me hizo pensar y comprobar, una vez más, el acertado juicio de Menotti: “Saber crear y aprovechar espacios”. Eso dijo del fútbol el entrenador argentino que siempre supo de lo que estaba hablando. ¿Y qué hizo el equipo español luego de ganar sus siete partidos en la Copa de Europa? Precisamente eso: crear y aprovechar espacios.

Crear y aprovechar espacios conservando el balón, por cierto, porque los espacios se crean en el campo de juego para llevar la pelota al arco contrario. Además de eso, España lo hizo con finura, con elegancia, y mostrando sus jugadores una movilidad asombrosa. Movilidad no es lo mismo que velocidad ni rapidez, y Cucureña fue un ejemplo de eso. Moverse también sin pelota, sin recibir, sin entregar, sin correr –bueno, eso también y muy bien logrado-, desplazándose por el campo de juego incluso hallándose muy lejos de donde estaba o podía ir la siguiente jugada.

Jugaron bien los ingleses, lo mismo que los alemanes y franceses, pero nunca alcanzaron la movilidad de sus compañeros españoles ni la gracilidad del equipo hispano en su conjunto. Lo mismo, crearon espacios, sabiéndolos aprovechar, y los jugadores suplentes que tuvieron que sustituir a alguno de los titulares se contagiaron con un estilo de juego que no veíamos hace mucho tiempo. Cosas del entrenador, seguro.

Todos los que hemos alcanzado cierta edad dejamos ya el fútbol. Dejamos de jugarlo, es cierto, mas no de verlo, y tampoco de comentarlo, sufrirlo, disfrutarlo y hasta leerlo y escribirlo.

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