Inversiones estratégicas para la transición energética en el Caribe

La región enfrenta enormes desafíos, pero sus inmensos recursos en energías verdes son claves para llevar electricidad más barata a los caribeños

Los países de la región del Caribe tienen por delante un formidable desafío para garantizar su futuro energético.Banco Mundial
Jevon Minto

¿Sabía que en el Caribe las familias y las empresas pagan, en promedio, el doble que en Estados Unidos por el servicio de electricidad? Esto se relaciona directamente con el hecho de que para generar energía la región depende en gran medida de combustibles fósiles importados, por lo que el precio de la electricidad es alto: el promedio es de unos 0,25 dólares por KWh (más del doble que el promedio de Estados Unidos) y en algunos países, el valor supera los 0,40 dólares por kWh.

Como resultado, los precios de la electricidad en el Caribe figuran entre los más altos del mundo, a pesar de que la región posee abundantes recursos energéticos renovables con los que se podría hacer frente a algunos de los desafíos socioeconómicos de larga data.

El aprovechamiento del potencial de estos recursos no utilizados hasta ahora constituye la clave para acelerar la transición hacia la energía limpia y electrificar las economías de la región. Por desgracia, la realidad actual contrasta marcadamente con este imperativo. El Caribe sigue atrapado en un ciclo de fragilidad económica que impide el progreso y agrava las desigualdades.

La vulnerabilidad de la región a los fenómenos meteorológicos extremos subraya aún más la necesidad urgente de invertir sumas significativas en resiliencia para dejar de lado la generación de energía basada en combustibles fósiles, que en la actualidad representa más del 90 % del suministro eléctrico. El tiempo es esencial, por lo que urge adoptar medidas audaces para romper este ciclo e impulsar al Caribe hacia un futuro energético sostenible y resiliente.

Un enfoque multifacético

El Banco Mundial reconoce la urgencia de esta situación, y por tal motivo tiene previsto invertir casi USD 500 millones para 2025 en proyectos de energía renovable en la región. Sin embargo, el dinero por sí solo no es suficiente: en esta región, el tamaño importa, al igual que la posibilidad de ampliación, la mejora de la capacidad de implementación y la compatibilidad de las legislaciones. El opuesto de estos factores sostiene la trampa de los combustibles fósiles. Para abordar este desafío se debe fomentar la colaboración entre las naciones y movilizar la participación del sector privado, medidas indispensables para escapar del ciclo actual y liberar todo el potencial del sector energético.

Por esa razón, el Banco busca sacar provecho de su manual estratégico, basado en sus conocimientos especializados a nivel mundial y su poder de convocatoria, para atraer al sector privado y aportar innovaciones y tecnologías de vanguardia a la región.

En los países, las acciones puestas en práctica hasta el momento dan resultados tangibles:

  • En Haití, el Banco apoyó al gobierno en la creación del Fondo de Electrificación Sin Conexión a la Red en 2016, con el propósito de otorgar subvenciones y capital a empresas privadas dedicadas a la instalación de minirredes. Desde entonces, otros bancos de desarrollo han sumado sus esfuerzos para ampliar la operación.
  • En Belice, la organización respaldó inversiones en almacenamiento de energía en baterías para integrar la energía solar en la red.
  • En el ámbito de la energía geotérmica, desde 2019 se apoya la exploración en Dominica y Santa Lucía con una operación de 35 millones de dólares (mdd) para ayudar a dichos países a lograr la autosuficiencia en la generación de energía.

El Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA) y la Corporación Financiera Internacional (IFC), entidades del Grupo Banco Mundial dedicadas a los seguros y al sector privado, también impulsan la transición en la región:

El Caribe sigue atrapado en un ciclo de fragilidad económica que impide el progreso y agrava las desigualdades.

Colaboración regional: Un factor catalizador del progreso

Promover la cooperación regional para impulsar la transición constituye la piedra angular del trabajo en la región caribeña. El Banco Mundial ha dado pruebas de su compromiso en este sentido, otorgando a los países en desarrollo la cifra récord de USD 31 700 millones en financiamiento climático durante 2022. En esta tarea, la colaboración sigue siendo fundamental. El trabajo conjunto con instituciones regionales como el Banco de Desarrollo del Caribe, la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO) y el Banco Central del Caribe Oriental (ECCB) pone de relieve la determinación compartida.

Bajo el liderazgo del ECCB, el Banco Mundial está diseñando el Mecanismo de Inversión en Infraestructura de Energías Renovables para el Caribe (en inglés), con el propósito de coordinar y acelerar las inversiones en energía renovable en un grupo de países. Esta iniciativa tiene como fin eliminar las dificultades derivadas de la escala de las licitaciones, que perjudica la competitividad de los proyectos de energía renovable. El mencionado mecanismo permitirá simplificar el proceso de adquisiciones y propiciará un entorno más competitivo.

Proyectos como el denominado Edificios Eficientes y de Energía Verde del Caribe (en inglés), de alcance regional, muestran el impacto de los esfuerzos coordinados. Con esta iniciativa se busca reducir el consumo de energía y la dependencia respecto de la electricidad generada a partir de combustibles fósiles mediante la implementación de medidas de eficiencia energética en los edificios públicos y la instalación de sistemas solares fotovoltaicos en sus techos, lo que permitirá también reducir los costos para la administración pública.

Se prevé además que con el proyecto comience a aplicarse el modelo de adquisición conjunta en las inversiones en eficiencia energética y energía renovable, aprovechando los logros y las enseñanzas derivadas de los 35 años de experiencia con este enfoque en los productos farmacéuticos, promovido por la Comisión de la OECO.

Panorama

Los países de la región del Caribe tienen por delante un formidable desafío para garantizar su futuro energético. Conscientes de la gravedad de este problema, sus Gobiernos aspiran a atraer la inversión privada, pero encuentran obstáculos normativos, institucionales y técnicos. Por otro lado, si bien está surgiendo un fuerte interés en entidades del sector privado que disponen de financiamiento adecuado, entre las que figuran diversos bancos regionales e instituciones financieras internacionales, estas entidades también tienen dificultades para hacer avanzar los proyectos hasta que resulten financieramente viables.

Al abordar estos desafíos, la participación del Banco Mundial ayuda a mitigar los riesgos percibidos que se asocian con las iniciativas de energía renovable, sentando así las bases de un progreso sostenible hacia un futuro con energía más limpia para beneficiar a los 18 millones de habitantes de los 19 países de la región caribeña en donde trabaja.

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