Igualdad de género: prioridad para el desarrollo latinoamericano
La brecha de género es un patrón que se reproduce en países de Latinoamérica y se profundizó especialmente en el mercado laboral después de la pandemia. ¿Cómo reducir las diferencias?
América Latina y el Caribe es una de las regiones más desiguales del mundo. En los últimos años, la conversación pública ha girado en torno a ajustar el pensamiento en pro de enfrentar estas diferencias para un desarrollo próspero. Una de las luchas históricas, a pesar de registrarse avances en las últimas décadas, es la de la brecha de género.
Según cifras del Banco Mundial, en América Latina y el Caribe hay 655 millones de personas, de las cuales 332 millones son mujeres. Si consideramos a las mujeres en edad de trabajar (entre 15 y 64 años) un 58% son económicamente activas, lo que significa que alrededor del 29% del total de la población de México hasta Argentina son mujeres con un empleo remunerado. En contraste, los hombres de la región suman más de 322 millones (49,3% de la población). Un 82% de ellos son económicamente activos desde los 15 hasta los 64 años, lo que representa el 40,4% del total.
Esta diferencia entre el 29% de las mujeres que tienen un empleo y el 40,4% de los hombres es un claro ejemplo de la brecha de género y es un patrón que se reproduce en diferentes países de Latinoamérica y el mundo. Algunos gobiernos ya iniciaron reformas en sus constituciones para reducir estas diferencias, pero aún queda mucho trabajo por hacer.
La región deja ver aún más estas diferencias debido a las desventajas que hay respecto a países más desarrollados en situaciones extremas como la pandemia de la Covid-19, donde las mujeres resultaron más afectadas respecto a los hombres. A mediados de 2021, la disminución media del empleo fue 3,2 veces mayor para las mujeres. Además, se evidenció un mayor aumento en el tiempo que dedicaban a labores domésticas, cuidado infantil y apoyo educativo respecto a los hombres.
Un informe basado en Encuestas Telefónicas de Alta Frecuencia para América Latina y el Caribe (HFPS, por sus siglas en inglés), reveló que el 54% de las mujeres entre 26 y 35 años enfrentaron en la pandemia problemas de salud mental respecto al 41% de los hombres. Esto, aunado a la guerra entre Rusia y Ucrania, amenaza su avance en el mercado laboral, afectando también su salud mental.
Proyectos focalizados
Al ser una región muy compleja, América Latina y el Caribe tiene también en cada país un enfoque distinto para tratar sus problemáticas y es necesario realizar estudios específicos para presentar soluciones focalizadas. El Banco Mundial plantea en sus informes trabas relacionadas a las desventajas laborales que tienen las mujeres de la región para proponer herramientas que den fortaleza, ayudándoles a enfrentar las desigualdades.
Una manera de mejorar las oportunidades laborales a largo plazo es impulsando la participación en carreras STEM (acrónimo en inglés para los estudios en ciencias, tecnología, ingeniería, matemáticas e informática), donde en promedio el 11% de las mujeres en la región se ha graduado en esta disciplina, según el informe Atrayendo más mujeres jóvenes a los campos STEM.
Ejemplos como el de México, con el programa “Mujeres en STEM” que asesora a mujeres jóvenes en escuelas secundarias para aumentar su interés en las ciencias e ingenierías o el de Brasil, que capacitó a los maestros y directores para construir una identidad científica para las niñas y eliminó estereotipos de género en el aprendizaje, son fundamentales para motivar a estudiantes a conseguir sus objetivos y resaltar sus capacidades.
Por otro lado, la seguridad también es un elemento clave en el desempeño de las mujeres, no solo en su trabajo, sino cómo se desenvuelven socialmente. La región enfrenta altos índices de violencia contra las mujeres y tiene repercusiones económicas. En Chile, la violencia doméstica resultó en 2 mil 420 millones de dólares (mdd) de sueldos perdidos en 2020. En Nicaragua fue de 45,8 mdd.
En América Latina y el Caribe, el Banco Mundial apoya políticas, intervenciones y actividades de prevención sobre la violencia de género, explotación, acoso y abuso sexual en todos sus proyectos, ayudando a los gobiernos federales a entender los riesgos que presentan las mujeres, analizando inversiones públicas y revisando presupuestos de los estados para destapar las deficiencias de género existentes.
Estos proyectos siguen sumando esfuerzos para una región de iguales. Muchos países de América Latina y el Caribe ya ponen de frente la problemática y empiezan a enfrentarla, pero aún se requieren medidas inmediatas para asegurar un futuro más inclusivo. Las investigaciones y cifras que demuestran las fichas de puntuación de género son una guía crucial para implementar políticas basadas en estudios focalizados y resultados que puedan abonar a una sociedad equitativa para una economía más resiliente.