Alejandro Gaviria: “Los jóvenes y los más vulnerables se van a sentir incluidos con Petro”

El exministro de Salud expresa sus reparos al “talante autoritario” de Rodolfo Hernández. “El centro va a quedar huérfano y yo quiero jugar un papel”, afirma

Alejandro Gaviria ha sido ministro de Salud, rector de Los Andes y precandidato presidencial.NATHALIA ANGARITA

Alejandro Gaviria (Santiago de Chile, 55 años) está tranquilo con su decisión. Después de varios días de expectativa sobre su apoyo a la candidatura de Gustavo Petro y Francia Márquez en la segunda vuelta de las presidenciales, este jueves anunció su voto. Tanto sus antiguos compañeros en el chat de exalumnos de su colegio como algunas de las personas que aportaron a su propia aspiración p...

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Alejandro Gaviria (Santiago de Chile, 55 años) está tranquilo con su decisión. Después de varios días de expectativa sobre su apoyo a la candidatura de Gustavo Petro y Francia Márquez en la segunda vuelta de las presidenciales, este jueves anunció su voto. Tanto sus antiguos compañeros en el chat de exalumnos de su colegio como algunas de las personas que aportaron a su propia aspiración presidencial en la disuelta Coalición Centro Esperanza, ahora le reclaman de malas maneras haber optado por la alianza de izquierda, que se medirá el 19 de junio con Rodolfo Hernández, un empresario de discurso populista y antisistema. Es un costo que está dispuesto a asumir. “Yo me estoy rebelando a la idea de ‘cualquiera menos Petro’”, señala Gaviria. El exministro de Salud conversa con EL PAÍS este viernes, un día después del mensaje en que consideró a Petro “la opción de cambio más responsable, institucional y liberal”.

Pregunta. Acaba de anunciar su voto por Gustavo Petro en la segunda vuelta, ¿qué lo llevó a esa decisión?

Respuesta. Tiene que ver con el momento político que estamos viviendo, con la crisis de confianza en la democracia colombiana y con esta idea de lo que puede representar Gustavo Petro, las voces que se sienten representadas allí. Los jóvenes y los colombianos más vulnerables, que han sentido que no han sido incluidos en los debates democráticos, se van a sentir incluidos. Y esa ganancia de legitimidad para la democracia es importante. La reflexión para optar por Petro tiene varias partes.

P. ¿Cuáles son?

R. Las posibilidades de un rompimiento institucional serían mucho mayores con Rodolfo Hernández, por su talante autoritario, por lo que ha dicho. Yo creo en la democracia deliberativa y Gustavo Petro ha presentado propuestas, ha sido medianamente claro en sus ideas de reforma, Rodolfo Hernández no ha dicho casi nada. Apenas se conoció el programa hace unos días, y eso es una falsificación de la democracia. Tercero, uno de los problemas más complejos que tiene Colombia es el tema fiscal. Y cuando Rodolfo Hernández dice que para resolverlo simplemente hay que dejar de robar y cerrar unas cuantas embajadas, yo creo que está mintiendo. Petro ha sido explícito en que va a promover una reforma tributaria. Tal vez durante la campaña se hicieron visibles las diferencias, pero en la política social, en los temas ambientales, tengo coincidencias grandes con Petro. No en el tema de salud, pero sí en el tema de pensiones.

P. Dijo que Petro representa en este momento la opción de cambio más responsable, institucional y liberal.

R. Responsable en el sentido de que se está tomando seriamente los problemas, Rodolfo me da la impresión que no. Institucional, porque creo que quiere hacer esas reformas por las vías democráticas. Liberal en ese sentido también, de que se van a respetar los pesos y contrapesos institucionales.

P. ¿Ha asumido un costo personal por haber definido su postura?

R. Ha sido alto porque en esta primera incursión en política el conjunto de personas que me apoyaron era muy heterogéneo. Algunas habían llegado a mi campaña pensando que yo era una alternativa a Petro y se han sentido no solamente decepcionadas, sino traicionadas. Me lo han hecho saber. Es una obviedad que el antipetrismo, y algunas formas de antipetrismo irracional, son muy prevalentes en ciertos círculos del establecimiento económico. Yo creo que hay un costo, pero estaba dispuesto a pagarlo. Yo escribí un libro hace algunos años titulado Alguien tiene que llevar la contraria, me toca practicarlo esta vez.

P. No es tiempo para la neutralidad, dijo en su mensaje.

R. Hay que tomar posición.

P. ¿Estamos durmiendo en la cima de un volcán, como había dicho al Financial Times?

R. Hay en Colombia un sentimiento generalizado de que quienes ejercen el poder son indignos. Hay un hastío, un rechazo hacia la clase política, una demanda cada vez más persistente de más justicia social y de mayor equidad. Y tal vez ese es el problema más grande que va a tener el próximo Gobierno. Porque la democracia, ya lo sabemos, no resuelve los problemas de manera inmediata. Las demandas sociales van a estar ahí, son muy urgentes. Hay una impaciencia colectiva y no van a poder tramitarse de manera inmediata.

Gaviria durante la entrevista en un café en el norte de Bogotá. NATHALIA ANGARITA

P. Para seguir con la metáfora que usó, Petro podría ser una detonación controlada

R. Mucha gente le va a dar un compás de espera, va a haber un beneficio de la duda. ¿Cuánto dura ese compás de espera? ¿Hasta cuándo aguanta esa paciencia colectiva? Es todavía una pregunta abierta. La gente está haciendo comparaciones muy recurrentes con Chile, por ejemplo. La caída de Boric ha sido súbita y muy temprana. Yo no creo que eso pase con Petro; la luna de miel, si es que existe, va a ser un poquito más larga.

P. Su frase fue interpretada como un guiño a la candidatura de Petro.

R. Fue involuntaria. Esa no fue mi intención en ningún momento.

P. ¿Qué lecciones le ha dejado su fallida candidatura presidencial?

R. Que la construcción de una personalidad política toma mucho más tiempo del que creía, que es un asunto más complejo. La comunicación política es difícil, está muy lejos de la comunicación académica, uno necesita horas de vuelo para aprenderlo. La distancia entre ser académico y ser ministro no es muy grande, pero entre ser académico y ser político sí es mucho más amplia. Este es un mundo difícil, pero tengo una responsabilidad de seguir aportando. El centro político en Colombia sigue siendo relevante, como yo lo entiendo, basado en el reformismo democrático, en el pluralismo, en las ideas liberales. Va a quedar huérfano, y yo quiero jugar un papel.

P. ¿Su relación con Sergio Fajardo quedó fracturada?

R. No, hicimos un esfuerzo ambos por acercarnos. Pero sí podría decir que no es la misma de lo que fue antes de la elección. No fracturada irremediablemente, pero hay todavía conversaciones pendientes, y tal vez resquemores.

P. ¿Qué le preocupa de la posición de Petro sobre la salud, la cartera que usted ocupó tantos años?

R. Él no ha sido completamente claro en lo que propone, pero habla mucho de un programa de atención primaria, de salud al hogar. Y ese programa de salud preventiva no es un sistema de salud, es una estrategia complementaria que uno puede utilizar como una partecita del sistema. El sistema de salud de Colombia ha sido una de las innovaciones sociales más grandes que ha tenido este país, a pesar de todo. Uno tiene que reformarlo, sobre todo en la forma como opera en las zonas dispersas, en las franjas rurales. Hay problemas financieros muy grandes que hay que atender rápidamente. Y creo que acabar con el sistema de salud como existe, sin tener una alternativa clara, sería una locura. Así se lo hice saber esta semana en una conversación que tuvimos.

P. ¿Aspira a que su respaldo lleve a Petro a replantear su visión sobre el sistema de salud?

R. Sí. Aspiro a que algunas de las ideas que tengo sobre el sistema de salud, de cómo reformarlo, de cómo mejorarlo, tengan un impacto en la campaña. No tuve ninguna negociación política, no hubo ningún pedido de nada. Pero sí tengo un interés legítimo, genuino, en tener alguna influencia en algunos de los temas más importantes de la sociedad.

P. El propio Petro lo ha considerado como el “más inteligente” entre sus rivales y el que más lo desafiaba en los primeros debates. ¿En qué han quedado los reparos que usted le planteaba?

R. Tuvimos en los debates tres o cuatro temas. Uno era el de salud, lo vi receptivo. En pensiones la idea general es similar, hay algunas preocupaciones puntuales sobre si, por ejemplo, los recursos de las contribuciones que irían al sistema público pueden ser gastados plenamente para financiar gasto corriente del Estado. Hay algunas preocupaciones sobre los aranceles a los alimentos en este contexto inflacionario, esa conversación no la hemos tenido. Y hay algunas preocupaciones sobre la transición energética y la transformación productiva. Ese tema tampoco lo hemos planteado. Soy optimista de que se puede llegar razonablemente a un acuerdo en algunos de esos temas. Hay voluntad de una conversación, y creo en eso, en el pluralismo. En un gobierno deben existir diferentes visiones.

P. Muchas de las diferencias que se vieron entonces estaban relacionadas con temas económicos. ¿Cómo califica la propuesta económica de Petro?

R. En un sentido panorámico, creo que tiene razón en el diagnóstico. Colombia necesita una transformación productiva, cambiar su oferta exportadora, insertarse de manera distinta en los mercados globales, tener en cuenta los temas ambientales. El crecimiento económico tiene que ser más sostenible y más incluyente. En esos objetivos generales todos estaríamos de acuerdo. Ya en los temas puntuales, en cómo implementar eso, había diferencias. Algo sobre lo que varios analistas llamaron la atención era que cuando uno ponía las propuestas de la Coalición Centro Esperanza, de Sergio Fajardo incluso, sobre la mesa con las de Gustavo Petro no había muchas diferencias. En el cómo, en las palabras y en la retórica, sí.

P. ¿En dónde encuentra afinidades?

R. En su visión de lo que está pasando con la pérdida de control territorial en algunos lugares de Colombia, en Tibú, en Arauca, en buena parte de la costa Pacífica, en el Nudo de Paramillo, en el Bajo Cauca. En la necesidad de brindar oportunidades de desarrollo. En la política antidrogas, con un enfoque diferente al prohibicionismo. En temas como los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, soy un poco más progresista que Petro. El “aborto cero” no me gusta, me parece que es ilusorio y no va a llevar a políticas conducentes a consolidar los derechos sexuales y reproductivos de la mujer.

P. ¿Cuál es el país que se siente representado en la fórmula de Petro y Francia Márquez?

R. Volvamos al resultado de la elección del domingo. Tal vez lo más interesante es el mapa, la geografía de los votos. Está este centro de Colombia que votó mayoritariamente por Rodolfo Hernández. Y están la costa Pacífica y la costa Caribe que votaron mayoritariamente por Gustavo Petro. La forma cómo se ha gobernado Colombia ha estado de espaldas a esa otra realidad de las costas. Muchas de estas personas en esa Colombia –no me gusta llamarla la Colombia profunda ni la otra Colombia– se sienten representados en Gustavo Petro. Creo que es muy bueno para la democracia, porque legitima nuestras instituciones, genera una esperanza nueva, renueva la posibilidad de cambio. La democracia también es un proceso de darle voz a un montón de gente, de generar ilusiones.

P. El papel de Francia Márquez ha sido muy importante.

R. Representa un punto de inflexión, un cambio en la política colombiana que tal vez no hemos enfatizado lo suficiente. Y el de Luis Gilberto Murillo también.

P. ¿Reconoce una oferta de cambio en Rodolfo Hernández?

R. Es difícil evaluarlo. Más que un gobierno de cambio, lo vería como un gobierno que recoge cierto hastío con la clase política, con razón.

P. ¿Otras figuras del centro político han subestimado los riesgos de un Gobierno de Rodolfo Hernández?

R. Sí, me parece que han subestimado su talante autoritario, algunas cosas que ha dicho. Lo de la Conmoción Interior, por ejemplo. En una entrevista decía que si el Congreso no le aprobaba los proyectos de ley iba a hacer un programa a lo López Obrador con un letrero de ‘Se Busca’ y que a esas ratas hay que meterlas a la cárcel. Eso no lo dice alguien que crea en la democracia liberal. Su intemperancia con los medios de comunicación muestra también un talante autoritario complejo, por decir lo menos.

P. No cierra la puerta a seguir participando en política electoral, ¿después de lanzarse es imposible devolverse?

R. Es posible, pero me parecería poco serio decir que esto fue un intento de seis meses y lo cerramos como si fuera simplemente una aventura. Hay que seguir trabajando.

P. ¿Le gustaría ser alcalde de Bogotá?

R. No lo había considerado hasta hace poco, que se empezó a hablar de eso. No lo tengo como prioritario entre mis planes. Mi entrenamiento como economista ha sido más para los temas nacionales.

P. ¿Formaría parte de un gobierno de Petro si él se lo pidiera?

R. No estoy seguro. Es una decisión familiar. No quiero anticiparme todavía. Por ahora quiero simplemente aportar en lo programático. Yo ya fui ministro muchos años. Como dice mi esposa, también podríamos intentar vivir sabroso.

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