Los datos que han llevado a Rodolfo Hernández a la segunda vuelta
Zonas alejadas de las grandes capitales en el centro y oriente del país han aupado al exalcalde de Bucaramanga a una segunda vuelta, con margen extra entre mujeres, estratos bajos y votantes de Duque en 2018
Colombia acudió a las urnas con una duda clave que la propia ciudadanía ha resuelto con su ejercicio de voto en esta primera vuelta presidencial. Anticipando que (como finalmente ha sucedido) Gustavo Petro iba a quedar el primero pero sin suficientes votos para evitar la segunda vuelta, la primera de esas dudas era quién le iba a acompañar en la final electoral. Y ha sido ...
Colombia acudió a las urnas con una duda clave que la propia ciudadanía ha resuelto con su ejercicio de voto en esta primera vuelta presidencial. Anticipando que (como finalmente ha sucedido) Gustavo Petro iba a quedar el primero pero sin suficientes votos para evitar la segunda vuelta, la primera de esas dudas era quién le iba a acompañar en la final electoral. Y ha sido Rodolfo Hernández. El casi millón de votos que le ha sacado a Fico Gutiérrez confirma que la derecha tradicional tiene su motor electoral gripado, y que Colombia ha comprado masivamente discursos contra el establecimiento político. El de Hernández se ha apalancado sobre su título de “ingeniero” para esquivar los temas más polémicos, más ideológicos, en los que se le presupone más conservador que la media del país, y centrarse en los que intuye que pueden generar unidad: la anti-corrupción, el asalto en nombre del “pueblo” a una “élite anclada en la politiquería”, y la búsqueda de soluciones a los problemas del país. Las encuestas de la penúltima semana indicaban su ascenso. Pero, ¿dónde y de quién ha venido este súbito crecimiento que le puede catapultar a la presidencia?
La primera dimensión para entender el triunfo de Rodolfo Hernández es la regional. El ex-alcalde de Bucaramanga, natural de Piedecuesta, ha logrado una gran penetración en su Santander original. La región central andina (Boyacá, Cundinamarca) y el resto del Oriente (especialmente el Meta y Casanare) también le han dado un apoyo excepcional, confirmando una suerte de coalición de regiones intermedias o alejadas de los centros urbanos del país, pero más bien prósperas en comparación con la Amazonía, el Caribe y especialmente la costa Pacífica, donde su apoyo es muchísimo menor.
Plasmado en un mapa municipio por municipio, este patrón es aún más nítido. La intensidad del amarillo de Rodolfo pinta una suerte de mordisco en el territorio colombiano que empieza por el este y llega aproximadamente hasta el inicio descenso de las montañas hacia el nivel del mar, en el Eje Cafetero. Con un hueco importante: el de Bogotá, la capital, donde Hernández se ha quedado en un corto 22,2%. El apoyo intuido (pero no explícito, pues su candidato Sergio Fajardo seguía en liza) de varios miembros de la Alianza Verde en la zona central del país pudo haber ayudado a consolidar esta dentellada.
El patrón sociodemográfico es menos claro, pero según las últimas encuestas realizadas antes del apagón demoscópico una semana antes de la votación indicaban que tenía márgenes positivos (por encima de su media en ese momento en los sondeos: 21%) en el estrato bajo, y negativos en el alto. Igualmente, contaba con cierta favorabilidad extra entre las mujeres, y las personas de mediana edad.
No es del todo sencillo encaja estos datos con las diferencias regionales: Petro cuenta con más arrastre en las zonas más excluidas de la dinámica económica del país. Pero Rodolfo tiene un margen extra de voto rural o periurbano. Quizás una manera de cuadrar el círculo sea importando una versión adaptada de la hipótesis de voto por populismo de derechas en otras partes de América y del mundo de hogares no especialmente en la peor situación posible, pero sí con cierto sentimiento de estar apartados del centro de la acción globalizadora, de los nodos económicos y de decisión. Esto, en una versión criolla, podrían ser las grandes zonas urbanas. Rodolfo no marcaba bien en las encuestas fuera de las capitales. Y ninguna de ellas (Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali) ha sido clave en su buen resultado. Venderle una superación de expectativas tal vez frustradas hasta ahora de mejora, de prosperidad, a estos segmentos del país, podría equipararse con una innovadora combinación entre populismo y tecnocracia: soluciones claras y sencillas, pero aparentemente y siempre según el “ingeniero” técnicas, basadas en el mérito que cada una tenga.
La última dimensión a tener en cuenta, inevitable, es la ideológica. Hernández quizás no está en el centro de gravedad del eje izquierda-derecha en Colombia, pero tampoco lo estaban Fico (demasiado a la derecha) ni Petro (en exceso a la izquierda). Lo que probablemente sí ha logrado es capturar dónde tenía que colocarse para absorber una parte sustancial del voto que no está dispuesto a irse con Petro. Una encuesta de la brasilera Atlas Intel en la penúltima semana indicaba que si uno cruzaba recuerdo de voto en 2018 con intención en 2022, Rodolfo casi no absorbía de Petro, pero sí, y mucho, del presidente saliente Iván Duque. Y otro estudio del CNC señalaba que Rodolfo ganaba entre los votantes sin afiliación partidista declarada. Los no alineados, pero más bien a la derecha que a la izquierda (o, específicamente, reacios a tener un gobierno del tipo de izquierda que representa Gustavo Petro) parece que han visto en Hernández una opción razonable ideológicamente y viable electoralmente. Por ahora han acertado. Le falta, eso sí, prácticamente doblar su actual votación para llegar a la Casa de Nariño.
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