Después de vestirse el traje presidencialista de la unidad, el domingo pasado en el arranque de la campaña en Le Bourget, y de proponer a los franceses "un nuevo sueño republicano" laico y de izquierdas, Hollande bajó ayer al árido albero de la economía real con un tono mucho menos literario y más funcionarial.
Tres meses después de la caída de Muamar al Gadafi, la inestabilidad política hace cada vez más difícil la construcción de la nueva Libia. La dificultad del Gobierno provisional de imponer su autoridad en todo el país y las sospechas de que los abusos y las violaciones de los derechos humanos han sobrevivido a la dictadura siembran algo más que dudas sobre la capacidad de las autoridades de pilotar la transición.
"Creo que dentro de cinco años ya no se podrá juzgar a nadie". Con el realismo que da saber que el tiempo es inexorable, Efraim Zuroff, director del Centro Simon Wiesenthal en Jerusalén, apunta la fecha en que podrá darse por concluido el que tal vez sea el mayor esfuerzo realizado nunca, por amplitud y duración, para tratar de llevar ante la justicia a quienes cometieron un crimen concreto contra la humanidad.
"Cualquiera que vea hoy el Parlamento pensará que no hay mujeres en Egipto". Este comentario difundido el pasado 23 de enero durante la celebración de la primera sesión del órgano legislativo egipcio a través de una red social por Samer Shehaui, activista del Instituto de El Cairo para estudios de derechos humanos (CIHRS en sus siglas en inglés), resume lo que opinan muchas de las mujeres en este país.
Las siguientes noticias aparecieron en la prensa argentina en la última semana. La ministra de Seguridad, Nilda Garré, recibió la denuncia de la hija de un exagente de inteligencia que acusa a su padre de dirigir una red de trata de prostitutas en Buenos Aires y Cancún (México), de sobornar a 21 jefes de la Policía Federal para mantener su negocio y de financiar las campañas electorales del alcalde porteño, el conservador Mauricio Macri.
Por primera vez desde los atentados terroristas contra EE UU de 2001, el Pentágono ha propuesto un presupuesto menor al del año anterior. En total, y sin incluir los gastos de mantener la guerra de Afganistán, que pasan por el Congreso, el Departamento de Defensa norteamericano ha solicitado para 2013 un total de 525.000 millones dólares, lo que supone considerables recortes en el número de tropas, la destrucción de numerosos puestos de trabajo, la congelación de proyectos armamentísticos y un aumento del 30% en la fleta de drones o aviones no tripulados, a los que Washington concederá un protagonismo todavía mayor en el campo de batalla.