España se apunta a la revolución silenciosa del juego independiente
La capacidad de sorprender por parte de los videojuegos parece haber entrado en crisis. Las multimillonarias producciones sufren un alarmante (al menos, para las compañías que las hacen) estancamiento. Los juegos con éxito se perpetúan y el hartazgo empieza a hacer mella entre un público cada vez menos motivado.